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Primer desafío ganadero

La ganadería de Saltillo y José Carlos Venegas dieron la talla en Las Ventas

Octavio Chacón, silencio con un lote muy difícil, y pitos para Pérez Mota ante un buen toro

José Carlos Venegas, al natural, ante el toro del triunfo.
José Carlos Venegas, al natural, ante el toro del triunfo.Plaza1

El toro-toro, ese que impone respeto y quita el hipo, se hizo presente en el ruedo de Las Ventas en el primero de los tres desafíos ganaderos programados en Madrid este mes de septiembre. Saltillo y Juan Luis Fraile eran las dos divisas anunciadas. Dos sangres hermanas, la Saltillo y la Santa Coloma -vía Graciliano-, frente a frente ante una de las pocas aficiones que espera y respeta este tipo de toro. Y todos aquellos que acudieron con la esperanza y el anhelo de la emoción no se marcharon defraudados.

Los seis animales que salieron por chiqueros lucieron una impecable presentación. Todos serios y astifinos, pero sin exageración alguna. Ninguno llegó a los 540 kilos y, sin embargo, su trapío fue irreprochable, imponente. Cárdenos los de Saltillo; de negro y lustroso pelo los de Fraile. El toro de lidia en su máxima expresión.

Pero no todo fue fachada. La corrida mantuvo el interés de principio a fin por su complejidad y exigencia. Es verdad es que la mayoría fueron mansos, pero igualmente cierto es que ninguno aburrió. Los seis, entre la casta y el genio, no regalaron una embestida y vendieron cara su vida. Y en la batalla de ambos hierros, Saltillo ganó la partida. Dos de los tres astados que lidió, especialmente uno, desbordaron casta y ofrecieron notables posibilidades de triunfo.

El destino, caprichoso, quiso que uno de esos dos animales fuera a parar a manos del torero más joven de la terna. Y, pese a su juventud y evidente falta de técnica y oficio, José Carlos Venegas dio la talla. La suya fue una tarde de enorme mérito. El jienense no solo aprovechó y llegó a torear realmente bien a su primero, sino que se la jugó con el complicadísimo sexto, un toro de esos que, por presencia y comportamiento, no ven las llamadas figuras ni en pintura.

SALTILLO, FRAILE / CHACÓN, MOTA, VENEGAS

Toros de Saltillo (1º, 3º y 5º) y Juan Luis Fraile (2º, 4º y 6º), bien presentados y de juego desigual. La mayoría, mansos. Buenos y encastados tercero y quinto; complicados y peligrosos primero y sexto; descastados y sin clase segundo y cuarto.

Octavio Chacón: medio espadazo trasero y tendido, dos pinchazos y tres descabellos (silencio tras aviso); pinchazo y estocada baja casi entera (silencio).

Pérez Mota: cinco pinchazos y bajonazo (silencio tras aviso); cinco pinchazos y un descabello (pitos).

José Carlos Venegas: estocada atravesada que hace guardia (oreja); pinchazo hondo atravesado, media estocada muy atravesada y dos descabellos (silencio).

Plaza de toros de Las Ventas. 10 de septiembre. Más de un cuarto de entrada (6.953 espectadores).

La recompensa, una oreja de peso del encastado y, por lo tanto, exigente tercero, un astado que manseó descaradamente en los primeros compases de la lidia, pero que a partir del último puyazo se entregó y sacó el fondo de casta que albergaba en su interior. Bajo, armónico y serio por delante, el origen santacolomeño de Gallito era evidente. Lo colocó Venegas al caballo en el primer tercio y tras sentir el hierro salió suelto como alma que lleva el diablo. Y lo volvió a hacer hasta tres veces más en encuentros fugaces y casi incruentos. En cambio, y contra todo pronóstico, a la quinta vez, se quedó bajo el peto y comenzó a empujar llevando a caballo y picador hasta las tablas. A partir de ahí, el toro fue otro.

Ya desde las primeras embestidas, embistió largo y por abajo, pero con gran temperamento y transmisión. ¡La casta! Frente a él, Venegas firmó un comienzo de faena para enmarcar. Doblándose por bajo, se sacó al toro para fuera en muletazos largos, templados y poderosos. Después, y especialmente sobre el pitón derecho, el diestro de Beas de Segura ejecutó un puñado de impecables redondos que pusieron la plaza en pie. Con la izquierda, en cambio, no fue capaz de correr la mano con tanta firmeza y la intensidad del trasteó descendió. La estocada, a la primera pero tan atravesada que hizo guardia, no fue impedimento para que se le pidiera -y concediera- con fuerza el trofeo. El sexto, un impresionante galán de Juan Luis Fraile, resultó complicadísimo pues se quedaba muy corto y reponía a la velocidad de la luz y con aviesas intenciones.

El otro ejemplar con opciones fue el quinto, también de Saltillo. Precioso de hechuras, cumplió en varas y mostró casta y buena condición en el último tercio. Al contrario que su compañero, Pérez Mota no se confió ni logró acoplarse y desaprovechó las humilladas acometidas de su enemigo. Por si fuera poco, pinchó hasta en cinco ocasiones y acabó con el toro haciendo uso del descabello. Con su primero, un Fraile descastado que se movió sin clase y con la cara alta, anduvo digno. Más destacada fue la tarde de su cuadrilla. Ángel Otero, en el segundo, y Raúl Cervantes, en el quinto, brillaron con los palos y saludaron montera en mano sendas ovaciones.

Siempre en lidiador y fresco de ideas, Octavio Chacón dio la cara, pero se encontró con el lote más difícil. Aún así fue capaz de robarle algunos muletazos limpios y templados al ofensivo Saltillo que abrió plaza, un manso de gran peligro y listeza que nunca se empleó. Colocado siempre en el sitio y con gran solvencia, hizo lo que pudo ante el complicado cuarto, un ejemplar de Juan Luis Fraile sin clase y que se quedaba muy corto, y al que picó muy bien Juan Melgar.

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