Loca locura
Justo Serna y Juan Calabuig firman 'La lengua es fascista', un libro arriesgado e hilarante de escritura insubordinada e inteligente
Hay novelas que no tienen final, las hay que lo tienen pero es como si les faltara el principio. Luego las hay que tienen todo ello pero carecen de centro de gravedad. Me parece que La lengua es fascista, de Justo Serna y Juan Calabuig, participa de todas estas características, que no son otras que las de las vanguardias cuando hacen su aparición, sean en el siglo o la década que sean. Pero además a este libro arriesgado e hilarante le sucede que pareciera que su centro de gravedad fueran muchos, multiplicados en meollos por todo el paisaje de su escritura insubordinada e inteligente.
Tendría que destacar que La lengua es fascista es un texto escrito a cuatro manos. Cuesta trabajo encontrar algún desajuste en tal ejercicio de extraordinaria sincronización narrativa. En el prólogo, del también escritor Ramón de España, se hace referencia a Rayuela, de Julio Cortázar. Pero, aunque no quiera parecerlo, Rayuela también tiene un final y un principio, además de otros varios. Creo que es obligado informar al lector del origen del título de este libro. Viene de su pórtico y su autor es Roland Barthes. Resumida en su esencia, la cita reza: “El fascismo no consiste en impedir decir, sino en obligar a decir”.
La institución literaria tiene su lengua fascista en la medida en que obligó a un tipo de discurso narrativo durante distintos periodos de su historia. Se opusieron Calímaco, Rabelais, Cervantes, Sterne y Joyce, con sus correspondientes epígonos. Decía Francis Picabia que a veces hay que escribir libros de loca ternura. Serna y Calabuig escribieron un libro de loca locura. Nada es lo que parece. O a lo mejor sí.
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Autor: Justo Serna y Juan Calabuig.
Editorial: Huerga & Fierro (2017).
Formato: tapa blanda (220 páginas).
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