El gran centro de arte que emerge de la decadencia industrial de Valencia
Bombas Gens muestra su impactante colección de fotografías y obras de creadores plásticos contemporáneos
Un gran centro de arte ha emergido este viernes de la ruina industrial en Valencia. La antigua fábrica de Bombas Gens, un edificio art decó cuya decadencia parecía terminal hace pocos años, ha sido reconstruido como un espacio dedicado a la fotografía y al arte contemporáneo de alcance internacional de la mano de unos mecenas.
La inauguración se apoya en dos impactantes propuestas desplegadas sobre las enormes naves industriales —2.600 metros cuadrados expositivos de un total de 6.000— de la antigua factoría de maquinaria agrícola y bombas hidráulicas. El centro, que tendrá entrada gratuita y no recibirá subvenciones públicas, albergará también, dentro de unos meses, un centro de día y un comedor para chavales en riesgo de exclusión social de la zona, así como un centro de coordinación de enfermedades raras, como la de Wilson.
La primera de las dos exposiciones con las que arranca Bombas Gens está dedicada a "mostrar la riqueza de la colección" de Per Amor a L'Art, la fundación que compró el edificio, lo restauró y lo ha convertido en museo. La compone una selección de 350 obras del total de 1.800 que la entidad, creada por los industriales José Luis Soler y Susana Lloret, ha adquirido en solo siete años.
En las salas brillan fotografías como los desnudos del estadounidense Irving Penn y las 119 flores del japonés Nobuyoshi Araki. Óleos como los del austriaco Heimo Zobernig y los del expresionista abstracto Esteban Vicente, nacido en Turégano (Segovia) y convertido en protagonista de la vanguardia artística de Nueva York. Esculturas basadas en el reciclaje de obras de arte, como las de la coruñesa Ángela de la Cruz. O instalaciones como las de los artistas fílmicos portugueses João Gusmão y Pedro Paiva.
La obra de estos últimos titulada Onça geométrica "es eterna", afirma el director de arte de la Fundació Per Amor a l'Art y exdirector de la Tate Modern de Londres, Vicent Todolí, porque los pequeños cambios que introducen los cinco proyectores de cine de 16 milímetros que la forman hacen que la composición reflejada en la pared nunca sea la misma.
El nuevo complejo nace con el objetivo de contrubuir a cambiar el humilde barrio de Valencia en el que está enclavado, Marxalenes, y la ciudad. "Pero nuestra ambición es internacional. Con quien hablamos es con el mundo", dice Todolí, que también fue director del IVAM, el instituto de arte contemporáneo situado en la otra orilla del antiguo cauce del río Turia.
"Esta es una entidad enorme donde apreciar arte contemporáneo en profundidad y con un discurso propio", señala Nuria Enguita, directora del centro de arte Bombas Gens y antigua responsable de la Fundació Tàpies. "Valencia es una ciudad que sufrió una drástica desinstitucionalización artística en las dos últimas décadas y que afortunadamente se está recuperando".
La segunda exposición inaugural muestra por primera vez completas las tres series de Campos de batalla, las monumentales imágenes con las que los fotógrafos Bleda y Rosa han retratado hoy los escenarios que acogieron las grandes batallas de la historia de España, Europa y el continente americano. Desde Covadonga (año 722) a Saratoga (1777), pasando por Waterloo (1815) y el paso de las Termópilas (480 antes de Cristo). Junto a esta serie puede verse el primer proyecto que hicieron estos dos artistas residentes en Valencia, Campos de fútbol, un recorrido íntimo a través de solitarias porterías que se alzan en barrios y pueblos españoles.
Productos cosméticos y de limpieza
El presidente de la Fundació Per Amor a l'Art, José Luis Soler, ganó y sigue ganando mucho dinero como socio fundador de Ubesol, empresa fabricante de productos cosméticos y de limpieza que se venden en Mercadona bajo las marcas Deliplús y Bosque Verde.
Hace siete años, Soler pidió a Todolí que le asesorase para crear una colección de arte. Las normas que acordaron, ha explicado este viernes el segundo, fueron estrictas: "La colección debe ser de acceso público. Las obras de la fundación no se sacan al mercado. Nos hemos autoprohibido que puedan venderse. No se especula, eso explica el compromiso con los artistas. Y no pagamos cifras desmesuradas, no adquirimos obra de autores que tengan precios que consideremos hinchados".
Dos naves de la vieja fábrica levantada en los años treinta por Carlos Gens se dedicarán a mostrar la colección con una rotación de contenidos cada ocho meses. Y las otras dos a exposiciones temporales. Estas últimas se nutrirán de acuerdos con instituciones españolas e internacionales, pero incluso en este casos habrá una conexión con los fondos de la fundación, que siguen aumentando cada año. "Nunca habrá una exposición de un artista que no esté en la colección. La colección está en el centro del programa", señala Todolí.
El centro de arte aspira a atraer público "independientemente de su bagaje cultural, social o político", afirma Enguita, y para ello contará con "mediadores de sala" dedicados a explicar las obras a quien lo pida. "Nuestro objetivo", afirma Susana Lloret, directora general de Per Amor a L'Art, "es que la igualdad de oportunidades sea un poco más real".
Babelia
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