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Columna
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Perdón por ver ‘Friends’ 23 años después

Lo siento, hasta ahora nunca había visto un capítulo de la serie

Joey, Chandler, Rachel y Mónica, en un capítulo de la serie.
Joey, Chandler, Rachel y Mónica, en un capítulo de la serie.
Manuel Viejo

"¿Pero cómo que no has visto Friends?”, “¿en serio?”, “¿estás loco?”, “¿es una broma, no?”, “¡Qué suerte tienes!”. “¿Y qué haces cuando te explican las cosas con las escenas de sus capítulos?”. Callarme. Aunque, puestos a confesar, también me invento series para reprimir sus ansias inquisitivas: “¿Habéis visto Hardketrtg?”, pregunto. “¿De qué va esa?”, responden incrédulas —y con espasmos— las hienas carnívoras de lohevistotodo. “Buscadla, que no me gusta hacer spoilers”. Y llegó principios de febrero de 2017 y fue mi 22 de septiembre de 1994: el inicio de Friends. El día que empecé a comprenderlo todo.

Hace unas horas que Mónica y Chandler han sido padres de mellizos, que Rachel se despidió de todos y que Phoebe pisó el acelerador por las calles de Nueva York. Sí, junto a Ross en el mítico taxi amarillo. ¿Pero es que nadie va a comentar EL final en Twitter? Aquí solo se habla de Manolete, de Cataluña y de Mujeres y Hombres y Viceversa. Casi nada. ¿Ni un solo comentario del final de LA SERIE?, ¿o es que los tertulianos solo tienen prohibido hablar de Friends?

He llorado. Y lo confesé en el grupo de WhatsApp del trabajo. Adiós a los días de Acción de Gracias en pleno marzo, abril y mayo. Adiós al sofá naranja, al café con leche de Gunther en el Central Perk y a la risa inigualable de Janice. Adiós al pato y al pollito. Al futbolín. Al pelo de Rachel. Al ingenio de Phoebe. Al piso de Chandler y Joey. Y a Ross. A Ross. Adiós, adiós, Friends. Empieza el duelo y esa sensación parecida a la muerte de alguien cercano. Una especie de viudedad. Un punto y final a una etapa. “Smelly cat, smelly cat…” Y el comienzo de otra en WhatsApp: “Te lo dije”, “¿lo ves?”, “te lo dije”. ¿Por cierto, habéis visto ya el último capítulo de Hardketrtg?

Al contrario que mis amigos—ellos no tenían otra opción al verla en Canal Plus y en Cuatro—, aposté por verla en versión original. He pecado, Señor. El día que lo solté en aquella cena puse el rostro de incredulidad de Ross al observar los gestos que tenía en frente. El contubernio de Friends lanzó miradas furtivas, como si de una infidelidad— consentida— se tratara. “¿En versión original?, ¿en serio?”, insistían. “Qué suerte, dicen que la voz de Mónica no tiene nada que ver”. Y probé a verla doblada. Un episodio, claro. Bueno, dos minutos tras escuchar todas las voces. El doblaje no está mal, pero es distinto. Sucede algo similar cuando viajas en un avión y te ponen una película doblada en español latino. Es un sí, pero no, como la famosa cobra de Bisbal a Chenoa.

23 años después no creo que la serie haya envejecido del todo mal. Al contrario. Sus chistes y sus peripecias no han pasado de moda. Comedia pura. Clásica. A fin de cuentas la vida no ha cambiado mucho. Es lo mismo, pero contado en Redes Sociales. Un chico conoce a una una chica. Un grupo de amigos de 30 años. Un ligue, dos, tres. Una cena, un café, una panda de seis colegas. Jodidamente colegas.

Es curioso que durante las 10 temporadas no he sufrido ningún spoiler. Si los quería, los tenía que buscar en Google. Rara avis en tiempos de Netflix, HBO y Movistar: llegar 23 años tarde a ver Friends es lo que tiene.

Y 236 capítulos después, la historia terminó. Por poner peros, la historia de Rachel y Joey, o cuando éste, al final, se volvió demasiado tonto. Que sí, que todos sabíamos lo que iba a pasar, pero qué cierre. ¿Cómo hubiera sido eso con Redes Sociales? En Twitter, miles de críticas, claro. En Facebook, halagos—y de los mismos autores, por supuesto—. Y en Instagram, fotos de la pizza de pepperoni de Joey, de la famosa tarta de queso robada y de las galletas con chocolate de la abuela Nestle Toulouse. 

En fin, que ahora que soy uno de los vuestros, supongo que cumpliré el ritual de volver a ver episodios de vez en cuando. Esta noche, por ejemplo. Empezaré por mis favoritos: el del disfraz del Armadillo de Hanukkah, el del intercambio de los apartamentos, el del porno gratis. O aquel en el que Phoebe ayuda a Joey a ensayar el guion. Y después, capítulos al azar. Gracias, Friends. Por cierto, el protagonista de Hardketrtg muere. 

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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