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Feria de Hogueras

Manzanares y López Simón, en plenitud, a hombros en Alicante

Enrique Ponce también cortó un trofeo a una excelente corrida de Juan Pedro Domecq

Manzanares da un pase a su primer toro
Manzanares da un pase a su primer toroManuel Lorenzo (EFE)

El primer capítulo de la corrida apenas tuvo historia. El toro de Juan Pedro Domecq, protestón bajo el peto, salió de la suerte y se dio una voltereta. Ahí acabó el toro y lo que se daba. Ponce, siempre a media altura la muleta, trató de cuidarlo y mimarlo, pero no había mucho donde sacar. El toro, que perdió el equilibrio por fases, apenas resistía cada cite del torero. Insistente Ponce en faena larga, de detalles, pero sin más. Combate nulo.

El cuarto casi repitió la historia del primero, al pegarse otro volatinazo de órdago. No pasó a mayores la cosa porque Ponce entendió la condición justa del toro. Muy cortito de embestida, al paso, y los cuidados de Ponce entraron en juego. A media altura, templadito, para que no se desangrara la faena antes de tiempo. El pase de las flores, improvisado sobre la marcha, un molinete y un afarolado, todo sobre la marcha pusieron la faena en valor para la gente. Por la izquierda no hubo caso, porque el de Juan Pedro Domecq protestó sin disimulo y, además, se derrumbó una vez. Y Ponce, dispuesto a arrancar las orejas al precio que fuera no dudó en echarse de rodillas en un intento casi a la desesperada. Hubo amago de poncina que no cuajó, como tampoco matar a recibir. De primera instancia un feo bajonazo, para dejar luego una estocada pasada. Faena larga, de aviso antes de perfilarse.

Manzanares recibió a su primero con dos largas cambiadas de rodillas, no al uso precisamente de este torero. Excepción, pues. El toro, berreón durante toda la lidia, pero impetuoso de embestida, le ofreció todas sus credenciales. Del peso de la faena, cinco series en total. Cuatro sobre la derecha y una, la del centro, al natural. Mejor el toreo sobre el pitón diestro, con muletazos largos y bajando mucho la mano. También ligados, aprovechando la inercia de un toro que pareció comerse la tela. Más eléctrica la serie con la izquierda, aunque salió limpia y también de trazo largo. El remate de la última serie, un molinete y uno de pecho muy redondo a la hombrera contraria, levantaron clamor. Pero Manzanares se empeñó en matar a recibir. Un pinchazo y terca labor de intentarlo de igual guisa. Con el tiempo muy pasado, optó por el volapíe y dejó una estocada marca de la casa.

Explosión de los paisanos en el quinto, segundo de Manzanares. Buen toro, a pesar de que se pasó media lidia escarba que te escarba. Pronto desde que tomó el capote, alegre en banderillas para que Rafael Rosa y Luis Blázquez brillaran y tuvieran que saludar. Y con la clase de los toros buenos para la muleta. Se dieron cita el buen toro y un Manzanares en estado de gracia, en plenitud. La faena tuvo varias virtudes, a saber: la ligazón, casi siempre en todas las series, dejar respirar al toro, que reposara para recuperar fuelle. Y temple. Hubo dos series con la mano izquierda de sabor exquisito. Una serie con la derecha, al final de lo fundamental, a larga distancia, dejándose ver y dejando ver al toro. Empaque. Los cambios de mano al final pusieron corolario. Y esta vez, sí. A la suerte de recibir dejó una gran estocada. La plaza entera pidió los máximos trofeos. La presidencia mesuró el premio, que no el triunfo. Quizás, la mejor faena de Manzanares en su tierra.

DOMECQ / PONCE, MANZANARES, SIMÓN

Toros de Juan Pedro Domecq, de correcta presentación, con las fuerzas justas y buenos en general. Superiores 2º, 5º y 6º, ovacionados en el arrastre.

Enrique Ponce: estocada baja (saludos); bajonazo _aviso_ estocada pasada (oreja).

José María Manzanares: pinchazo _aviso_ y estocada (oreja); gran estocada recibiendo (dos orejas).

López Simón: media trasera _aviso_ (oreja); buena estocada (dos orejas).

Plaza de Alicante, 24 de junio. Cuarta coorida de Hogueras. Casi lleno

Bien armado y de finas puntas el que salió tercero, que casi se malogra en varas. Del caballo salió tocado y aunque hubo leves protestas, aguantó como pudo un largo trabajo de López Simón. Un cambio por la espalda abrió la faena y lo que vino después fueron más intentos que logros, porque el toro midió la arena varias veces y deslució el encuentro. Pero empeñado López Simón, no cejó. Muletazos sueltos, de uno en uno, mejor los de la mano izquierda, hasta que llegó la traca final. Las cercanías, aún con el toro pidiendo la hora, calaron definitivamente. Cambios improvisados sobre la marcha, un desplante y el toreo de rodillas combinando la muleta de mano. Las consabidas bernardinas, abuso de la moda actual, colocaron la faena a un paso del éxito. Bastó media estocada.

La mejor versión de López Simón, en el sexto. Otro toro superior, de clase en la embestida. Y una faena capaz. De principio, desde los doblones para sacar al toro a los medios, hasta los alardes finales. Hubo también ligazón y seguridad. Ideas claras, vamos. Firmeza. No podía escaparse un toro de tales condiciones y López Simón no dejó escapar la oportunidad. Esta vez no hubo tanta distinción entre el toreo sobre la derecha y sobre la izquierda. Se igualó la balanza, aunque al natural pareció tener más encanto la cosa. Faena también larga, ajustada al máximo, que aguantó el toro sin rechistar. Toro a más y faena sin decaer. No faltaron los recursos de galería al final, esta vez justificados tras el toreo fundamental. Malabarismos y parones para dejar el asunto en manos de la espada. No falló. Estocada y premio gordo.

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