Wonder Woman ya estaba aquí
La película de la superheroína ya es el filme más taquillero dirigido por una mujer, pero las series ya conocían sus lecciones
Wonder Woman es un éxito indiscutible, además de una de las películas de superhéroes puras que más ha gustado a la crítica. La meta se ha logrado. Ya nadie puede decir aquello de que el público no está interesado en ver a mujeres guerreras en la gran pantalla (como aseguraba el jefazo de Marvel Ike Perlmutter en unos vergonzosos e-mails). Y no solo eso. La película es un hito por otro importante detalle: es la película más taquillera dirigida por una mujer. Pero, claro, todo esto es algo que los televidentes habíamos probado hace tiempo.
Y es que Wonder Woman fue un éxito televisivo ya en 1975, con una serie que era feminista simplemente por el hecho de estar protagonizada por una mujer que repartía estopa. Las aventuras de la mujer maravilla parecen hoy desde su ingenua cabecera hijas de su época, imposibles de trasladar a la sobria y mesurada seriefilia actual. Era colorista, con buen rollo y un avión invisible. Y no tenía la pretensión de construir discursos sobre mujeres liberadas o arquetipos novedosos. Lo suyo era divertir.
Al contrario que en el cine, el fenómeno no era algo puntual. Los programadores eran conscientes de que había un público deseando ver a mujeres fuertes, y la fantasía se atrevía con Xena, la princesa guerrera, la Starbuck de Galáctica, Buffy cazavampiros, Jennifer Garner en Alias o las modernas Supergirl (que tiene a la mismísima Wonder Woman, Lynda Carter, de presidenta) y Jessica Jones. Incluso la Lois Lane de Teri Hatcher en Lois y Clark robaba protagonismo al ínclito Superman.
Esos complejos que todavía parece tener el cine palomitero ("¿Se sentirá un hombre identificado con ella o les dará miedo") estaban olvidados en televisión desde que la vengadora Emma Peel, Los ángeles de Charlie o La mujer biónica llenaban horas y horas de entretenimiento sin otro discurso que el de entretener. Como la nueva Wonder Woman, eran heroínas puras, solo querían el bien, triunfar ante todo de la manera más clásica. Todas ellas diseñaron mujeres guerreras que sin intentarlo y sin estruendo se convertían en algo mucho más importante: iconos con los que crecieron varias generaciones de niños y niñas. Ya es hora de trasladar esa lección.
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