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El museo de León explora la relación entre arte y naturaleza

Tres exposiciones abordan en el MUSAC la situación del medio ambiente en el mundo que se enfrenta al cambio climático

'Mobile Garden Dress', de Nicole Dextras (2011), que se exhibe en el MUSAC.
'Mobile Garden Dress', de Nicole Dextras (2011), que se exhibe en el MUSAC.

Entre los lejanos y apacibles años del impresionismo, en los que el aire libre funcionó como motor creativo para una generación de revolucionarios de la pintura y este tiempo actual en el que el calentamiento de la tierra es algo más tangible que un asunto abstracto de la agenda global, la relación entre arte y naturaleza es una historia larga y fecunda. Tres exposiciones, que se pueden ver en el MUSAC de León, traen las últimas noticias sobre ese binomio. Por un lado, está la primera retrospectiva en España de Herman de Vries. Por otro, una colectiva de 40 artistas españoles y extranjeros próximos a eso que se llama eco art titulada Hybris y un proyecto mixto entre arte y ciencia, Tierra de Diatomeas del colectivo Laboratorio 987 que funcionará como taller abierto durante todo el verano.

La exposición colectiva es una reflexión sobre las posibilidades que tiene el arte para frenar el deterioro medioambiental y el cambio climático. Blanca de la Torre, comisaria independiente, ha trabajado durante dos años en un proyecto cargado de activismo ecologista aunque, advierte, no es una exposición exclusivamente dedicada al eco art.

Los temas tratados por los 40 artistas tienen que ver con el medioambiente, pero además hay otras barreras que han tenido que salvar los creadores invitados a participar. “Aquí hemos aplicado una estética sostenible, lo que significa que no se han construido paredes, peanas o vitrinas como las que se usan en otras exposiciones para acabar en la basura. Todas las obras se han producido dentro del museo de manera que se han evitado transportes o seguros por traslados. Los artistas nos han enviado sus archivos y a partir de ellos hemos creado la obra. Y, algo esencial, aquí no hay plástico ni ningún derivado del petróleo”.

Sentadas las bases de sostenibilidad, el recorrido por la exposición mezcla clásicos del movimiento ecologista en Estados Unidos como algunas de las últimas propuestas de jóvenes creadores españoles. En el comienzo del recorrido se puede ver una selección de las famosas fotografías del artista neoyorquino Alan Sonfist en las que se ve como recupera plantas endémicas de su ciudad, de la época precolonial, para hacerlas crecer en un pequeño jardín del bajo Manhattan. En las fotografías se compara la evolución del paso del tiempo y el deterioro ambiental sobre las plantas.

El afán de recuperar la vegetación perdida recurriendo a nuevos métodos de cultivos, está espectacularmente recogida en la pieza que expone el vizcaíno Zigor Barayazarra. Al primer golpe de vista, la obra podría recordar las clásicas perchas de las que cuelgan los últimos diseños de un modisto. Son ropajes de distintas tallas pero hechos con un tipo de fieltro hortícola del que se usa en los jardines verticales con cultivos hidropónicos, sin tierra. Con la humedad, las semillas colocadas estratégicamente hacen que broten plantas por bolsillos, dobladillos o cinturones.

“Más que enumerar los desastres que nos han llevado a la situación actual, hemos optado por las propuestas, por la regeneración de lo perdido”, remata la comisaría delante de una gigantesca pieza firmada por Basurama en la que se da cuenta el desastroso tratamiento de las basuras en León.

La obra que denuncia el caos de los residuos está coronada por un pequeño bosque verde, una señal que sirve para marcar la única salida para salvar el planeta.

El abuelo del arte ambiental

Herman de Vries (Alkmaar, Países Bajos, 1931) es un artista pionero en investigar las fronteras entre arte y naturaleza. Está considerado como el abuelo del arte ambiental, en palabras de la comisaria de la muestra que le dedica el MUSAC, Kristine Guzmán. La exposición, compuesta por medio centenar de esculturas, instalaciones, dibujos y collages arranca en los setenta, cuando De Vries decidió instalarse con su familia en pleno bosque, en la localidad de Eschenau, en Baviera. Su objetivo es presentar la naturaleza sin intervenir. Defiende la diversidad en piezas como la que suma 15 clases de bambú sobre un panel.

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