Los Tony escuchan al hombre blanco
'Natasha, Pierre & the Great Comet of 1812', 'Hello Dolly!' y 'Dear Evan Hansen' son las obras más nominadas en una gala presentada por Kevin Spacey
La primera declaración de intenciones de los premios Tony este año tiene retranca: su maestro de ceremonias hoy domingo 11 en el Radio City Music Hall será Kevin Spacey, o más bien, Frank Underwood, el perverso presidente de los Estados Unidos que protagoniza la serie House of Cards. Ya el año pasado su antecesor, James Corden, prometió una gala “tan diversa que Donald Trump amenazó con construir un muro alrededor del teatro”, dijo. Y fue, desde luego, una gala multicultural, una gala con una victoria indudable de la revisión histórica de Hamilton y, además, una ceremonia cuyo guion fue dinamitado por el terrible atentado en Orlando, ocurrido una noche antes.
Este año, pese al golpe de efecto de Spacey, las perspectivas son diferentes. No hay gran favorito y puede pasar de todo, pero sobre todo Broadway se ha propuesto dar voz a las dolencias del hombre caucásico, esa mayoría acomplejada que llevó a un país a elegir a su actual presidente, un Frank Underwood de marca blanca y guion barato.
Por el musical más alabado del año, Dear Evan Hansen, pasean la posverdad y las fake news. Es un luminoso espectáculo que arranca con un suicidio juvenil y pasea grácil por la soledad, las amistades virutales y las familias disfuncionales. Tiene canciones de los mismos genios millennial que crearon La La Land, pero si hacemos el siempre inevitable paralelismo con los Oscar, sería en cambio la Moonlight de la temporada teatral. La que merecería el gran premio al mejor musical y, desde luego, el de mejor actor para el extraordinario y jovencísimo Ben Platt. Con nueve candidaturas no es, de todas maneas, la más nominada, pues la dinámica y estelar Natasha, Pierre & the Great Comet of 1812, con la voz del popular Josh Groban, acumula doce opciones a premio, aunque la crítica no está del todo convencida con esta versión libre y estilo opereta-cabaret que dice basarse en Guerra y Paz de León Tolstói. Eso sí, ambas vienen de orígenes humildes al estilo Hamilton y como la sucesora natural de la obra-fenómeno han sido promocionadas, porque han batido el cobre en el off-Broadway hasta llegar a conquistar los teatros “tonificables” cercanos a Times Square.
En la categoría de mejor obra no musical, la batalla la lidera la propuesta sobre el papel más descabellada y sobre el escenario más deslumbrante: una secuela de Casa de muñecas. En el osado texto de Lucas Hnash, han pasado quince años y Nora Helmer vuelve a utilizar el aldabón que resonó tras el portazo más épico de la historia del teatro. Los personajes (la criada Anne-Marie, el marido Thorvald, la propia Nora y la hija de ambos) exponen sus impresiones sobre el agridulce abandono del hogar de la heroína femenina. Todos parecen tener razón. Todos están maravillosamente interpretados. Todos están nominados, entre ellos Chris Cooper y Laurie Metcalf. La reflexión sobre la mujer moderna suena más aguda que nunca, pese a los vestidos de época. Ocho nominaciones son el resultado, aunque en esta categoría la competición es dura todos los sentidos: Oslo (siete nominaciones) habla de relaciones internacionales entre Palestina e Israel fechadas en los 90, en los acuerdos de la capital noruega, y no menos política es Sweat (tres nominaciones), la historia de cuatro amigos que ven cómo la crisis económica –la de 2001, en la era Bush- les separa y les radicaliza, lo que suena al famoso dicho de “de aquellos barros estos lodos”.
Si hablamos de reposiciones, una autora clásica como Lilian Hellman es revisada en un montaje de La loba que ha cazado seis nominaciones gracias a un reparto giratorio, pues Cynthia Nixon y Laura Linney se intercambian el papel de la despiadada Regina Hubbard y su pánfila cuñada Birdie. La frase “algún día los Hubbard serán dueños de este país” causa un escalofrío en la audiencia de hoy.
Pero fuera de las reflexiones profundas, en las reposiciones musicales tampoco se puede dejar escapar que la victoria es casi indiscutible para Hello Dolly! con Bette Midler, obra que acumula 10 nominaciones y que representa (a precios desorbitados) el espectáculo a medida para ese espectador de la América trumpista. Es el público que alterna el concierto de Céline Dion en Las Vegas con la representación más fastuosa y/o acartonada que se puede ver ahora mismo en Nueva York. El que busca los “valores” del musical de siempre y no quiere riesgos. Pero también el que, aunque no vote en los Tony, es el gran responsable de que las cuentas en Broadway cuadren.
Babelia
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