Toros, playas, desnudos: Picasso
La Fundación Canal expone en Madrid 91 obras prestadas por el Museo Casa Natal de Málaga
El Museo Casa Natal de Picasso está situado en el número 15 de la Plaza de la Merced de Málaga, el mismo en el que nació el artista en 1881 y donde vivió con sus padres, José Ruíz y María Picasso, hasta 1884. Convertido en Museo en 1988, es uno de los centros más notables para el conocimiento de la obra del autor de Las señoritas de Aviñón debido a sus importantes colecciones de dibujos, grabados y cerámica. Una importante selección de esas colecciones, 91 obras, integra la exposición Picasso y el Mediterráneo de la Fundación Canal de Madrid, que se puede ver hasta el 15 de agosto. La muestra forma parte del proyecto internacional en el que participan más de 60 museos del sur de Europa y el norte de África desde el pasado mes abril y hasta finales de 2019.
Más que las visiones del mar Mediterráneo que protagonizaron gran parte de su vasta producción, la exposición intenta plasmar cómo los grandes temas de la región fueron determinantes en su obra: la tauromaquia, los paisajes, la mitología, el clasicismo, la playa. Mario Virgilio Montañez, Jefe de Promoción Cultural de la Casa Natal y comisario de la exposición ha escogido para abrir el recorrido tres litografías en las que se recogen vistas del paisaje mediterráneo más tradicional. Ante la pieza titulada En el taller de Picasso (1955), con palmeras visibles a través de ventanales, el comisario recuerda que los muchos años que Picasso vivió en París escogía la costa mediterránea para pasar las vacaciones porque, según confesaba a menudo, le recordaban a su Málaga natal y la Barcelona que conoció en sus años de juventud.
Dividida en cuatro secciones, la parte que disfruta de mayor protagonismo es la dedicada a la tauromaquia, con 44 obras. El gusto por las corridas de toros lo adquirió siendo muy niño, acompañando a su padre a los cosos y conociendo personalmente a figuras legendarias del toreo como Cara Ancha. Una serie de litografías sobre la figura del toro, realizadas entre 1945 y 1946, regaladas al museo por su hija Maya, muestran como Picasso utilizó al animal para sus ensayos artísticos. “Sin llegar nunca a la abstracción”, explica el comisario, “Picasso va reduciendo la figura del toro hasta despojarla de casi todos sus elementos. En otros trabajos, vemos como él se identifica con el picador, aunque cuando retrata al caballo, prescinde de la protección que llevaba el animal, de manera que refuerza así la valentía de la figura con la que él se siente representado”.
Montañez asegura que Picasso nunca perdió la afición a las corridas y recuerda que es mucho el material fotográfico que lo relaciona con ellas en el sur de Francia. “Uno de sus regalos más preciados fue un capote que le dio su amigo Luis Miguel Dominguín, con el que fue amortajado el 8 de abril de 1973, por deseo de su viuda, Jacqueline Roque”.
El segundo apartado, mucho más reducido, está dedicado a los desnudos, un estilo con el que el artista rompió con todos los códigos y prejuicios en aras de impregnar su obra de libertad sensualidad. Las explícitas ilustraciones realizadas en 1960 para un libro de Píndaro y las cerámicas con motivos eróticos como Mujer ante un espejo (1950) y La Fuente (1954), homenaje a su admirado Ingres [Jean-Auguste-Dominique, pintor francés 1780-1867] , son buenos ejemplos de hasta donde podría llegar a explorar el tema del desnudo.
Sus minotauros, centauros y faunos, inspirados en la mitología clásica grecorromana, protagonizan el recorrido final de la exposición con una radical exaltación del disfrute de la vida que se puede apreciar en figuras como las de las modelos que protagonizan el grabado Tres desnudos de pie con esbozos de rostros (1927-1928), obra realizada para ilustrar La obra maestra desconocida, de Balzac.
Babelia
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