Sapos y sopas: un palíndromo
Portugal ha aterrizado en la Feria del Libro con un cartel de lujo. Lourenço, Tavares, João de Melo... Si las cosas se hacen con interés, tiempo y sentido de la oportunidad salen bien
1. Feriantes
Primera semana de Feria (la número 76, y sigue viva) en el Retiro. Como la gente aún no había cobrado, el resultado (económico) del fin de semana inicial no fue para tirar cohetes, pero tanto mi asesora Anna Coreta como mis demás topos feriantes se muestran esperanzados. Por ahora las infraestructuras y servicios del primer mandato de Manuel Gil funcionan razonablemente, el equipo de prensa sigue cumpliendo su labor (ya dije que la web ha mejorado) y es de justicia señalar que nunca había tenido tanta resonancia ni tanta cobertura lo del “país invitado”. Portugal ha aterrizado en la Feria con un cartel de lujo —desde Lourenço hasta Tavares, pasando por João de Melo—, lo que quiere decir que si se hacen con interés, tiempo y sentido de la oportunidad, las cosas salen bien y los medios responden. Y, miren por dónde, lo del país invitado y las actividades culturales anejas de este año están demostrando más que nunca que: a) la dicotomía negocio-cultura no tiene sentido cuando las dos partes están bien engrasadas, y b) un buen programa cultural con nombres y apellidos atrae a los compradores de libros, con lo que el negocio se retroalimenta. De la inauguración, poco que decir. Asistieron, además del presidente portugués y de la real pareja formada por el Rey y su delgadísima Majestad, todo el séquito que suele salir en la foto, incluidos los funcionarios de un Ministerio con mezquino presupuesto para las cosas de la cultura (en este Gobierno nadie cree mucho en ello) y que muestran un perfil tan bajo que a veces resulta subterráneo (pregunta: ¿sabe usted cómo se llama y a qué se dedica el secretario de Estado?). En cuanto a firmas multitudinarias, y además de las esperadas (como Fernando Aramburu), continúa el triunfo de los youtubers más o menos jóvenes, cuyas colas y nombres siguen sorprendiendo a los lectores de más de 40: los que se llevaron la palma fueron, por ejemplo, el sevillano Blue Jeans y la “lunática de los videojuegos” Luna Dangelis, ambos de la cuadra de Planeta, un grupo que huele el negocio y va a por todas. Por lo demás, noto con satisfacción que la polémica sobre el cartel del gato es ya casi una anécdota: y es que nos acostumbramos a todo, incluso a leer comentarios tan peregrinos como el que situaba el símbolo de esta Feria en la estela de los poemas visuales de Brossa (¡gato, gato!). Por último, esperemos que este año se superen las cifras (¿de dónde salen?) del pasado: 2 millones de visitantes y 8,2 millones de euros; como si cada uno hubiera gastado cuatro eurillos en la feria.
2. Vargas
Decía Umberto Eco que la esencia de la novela policiaca es eminentemente filosófica. Y que su pregunta fundamental —quién lo hizo: whodunnit?— se la planteaban ya los presocráticos y no ha dejado de acompañarnos desde entonces. El maestro italiano llegó a decir que la demostración de la existencia de Dios tal como la explica santo Tomás era una auténtica obra maestra de la investigación policiaca. Posiblemente tenga razón, y quizá por ello haya tantos filósofos y pensadores aficionados al género. Lo cierto es que, aun no siendo un fanático de la novela negra, yo también la uso (escojo la palabra adrede) para cargar pilas narrativas. Me pasa especialmente con algunos autores. Con las novelas de Fred Vargas, por ejemplo, a cuya traducción española nunca puedo esperar. Quand sort la recluse (literalmente: cuando sale la reclusa), su novela decimocuarta y la novena protagonizada por el intuitivo comisario Jean-Baptiste Adamsberg, colma las expectativas creadas por esa obra maestra del género que es Tiempos de hielo, que con más de 450.000 ejemplares vendidos en Francia (unos 25.000 en España, entre Siruela y DeBolsillo) encaramó otra vez a su autora al primer puesto de la lista de más vendidos. De nuevo asistimos al despliegue del universo vargiano: personajes secundarios excéntricos (estupendos el erudito comisario adjunto Adrien Danglard), lugares misteriosos, símbolos antiguos y animales, siempre animales. Fred Vargas, que además de medievalista es especialista en arqueozoología, centra esta vez su relato en la diminuta —y venenosa— araña reclusa (Loxosceles reclusa, por su nombre latino) y a una serie de misteriosas muertes por ella producidas, pero el calificativo también remite a otras reclusas más humanas que, tanto en el medievo como más cerca, eran encerradas en celdas. La novela, de la que me resisto a contarles más por no chafarles la compleja y apasionante trama, es, además de la historia de una venganza, un alegato feminista contra la violencia y los abusos. Vargas, que cumplirá 60 años uno de estos días, se ha convertido en una de las más ineludibles referencias de la novela negra europea de esta década. Por eso resulta una rareza el hecho de que sus ventas en España todavía no estén a la altura de su importancia.
3. Cuentos
Permítanme que les recomiende en estos días de Feria dos libros de relatos de sendos clásicos contemporáneos (ambos nacieron en el XIX y florecieron en la primera parte del XX) parcialmente olvidados. La hipótesis del fracaso y otros cuentos (KRK) reúne, seleccionados y traducidos por Gema Vives, 20 cuentos de O’Henry, el prolífico maestro norteamericano de los finales con sorpresa que tanto influyeron en la narrativa breve estadounidense; con El impulso creativo y otros cuentos (traducción de Jordi Fibla), Atalanta continúa la recuperación de la obra breve de William Somerset Maugham, implacable observador de las debilidades y miserias humanas (que siempre contemplaba desde la torre de marfil de su elegante ironía), como demuestra en relatos como ‘El sentido social’ o el que da título al volumen.
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