La cooperativa Caótica ofrece ser librero, cliente, bibliotecario y socio
Un espacio cultural sevillano permite elegir al público en un concepto nuevo tras el cierre del anterior negocio por la presión inmobiliaria y de los locales de ocio
Una librería fallida es como un buen sueño interrumpido. Pero siempre queda la esperanza de volver a revivirlo y, a veces, sucede. En Sevilla, una ciudad donde el establecimiento de venta de libros más antiguo solo tiene 50 años, ha ocurrido. De la Extravagante, un local alternativo que ha cerrado este año en la Alameda, ha resurgido de la mano de tres antiguos socios y en la zona cultural más pujante de Sevilla, junto a la plaza conocida como Las Setas, la cooperativa Caótica. Y ha renacido como espacio multiusos donde el cliente deja de serlo para ser socio o librero por un día o mecenas de una biblioteca o cooperativista de un proyecto abierto o todo a la vez.
En solo dos días, decenas de vecinos de Sevilla se han hecho socios del nuevo proyecto. El local, aún en obras en algunas plantas, no ha dejado de recibir adhesiones desde sus primeras horas de apertura. Begoña Torres, Joaquín Sovilla y Maite Aragón, hace pocos días que se quitaron la ropa de albañiles, con la que han estado reformando el local personalmente, y se han revestido de lo que más les gusta ser: libreros.
Sin embargo, dada la alta mortalidad de su oficio, han decidido dar una vuelta más de tuerca al concepto de librería tradicional y ha nacido Caótica, donde se puede entrar como comprador normal y salir como socio y donante de una biblioteca.
En Caótica, cualquiera tiene la opción de ser parte de la cooperativa desde solo 10 euros al mes. La primera aportación sirve para comprar un libro, que el cliente tiene que decidir, y que pasa a formar parte de la biblioteca, un espacio de préstamo que comparte planta con la cafetería. A partir de ahí, el dinero que se va acumulando se “capitaliza” en cualquier momento con la compra de libros, por lo que el socio solo va adelantando a la cooperativa lo que al final termina usando para adquirir los títulos que quiera, según explica Maite Aragón.
Pero también se puede ser colaborador y aportar lo que uno pueda. En esas han pillado al arquitecto Carlos Pedraza, que ha ayudado con el proyecto arquitectónico y el diseño de estanterías y mobiliario de la casa, situada en el centro de Sevilla. “Me han abducido”, reconoce este diseñador amante de las librerías y comprometido con salvar la vinculada a su profesión y a su facultad, que es la más longeva de la ciudad. A él se han unido electricistas, fontaneros y cualquiera que ha pasado por el local y ha conocido el proyecto.
"Es una historia de permanencia”, le gusta decir a Maite como resumen del origen de esta cooperativa. El local de la Alameda se vio afectado por una subida inasumible del alquiler y una desnaturalización del barrio, que sufre presiones del negocio inmobiliario y de los locales de restauración frente a otras propuestas de ocio.
Así que buscaron un nuevo enclave y un nuevo concepto en el que, desde el principio, los clientes formaran parte del proyecto. A las asambleas de socios acuden familias con sus hijos, vecinos y amigos. Todos participan, colaboran y aportan. Algunos han empezado a ser “libreros por un día”, una actividad que permite, según ironiza Begoña Torres, disfrutar solo de lo bueno del oficio y dejar lo malo. Así que, con una mínima preparación previa, cualquier socio se planta frente a los anaqueles y dialoga con los clientes, recomienda, sugiere, vende y promociona.
Ofertas de ejemplares de segunda mano, exposiciones, presentaciones, charlas, comidas frías, café. Esto se puede hacer también en este proyecto cooperativo y colectivo. “Queremos vender libros, claro. Pero también que sea un espacio de ocio, de encuentro, de cine, de arte…” La lista es inagotable porque todo cabe en Caótica.
Ahora estamos trabajando en una plataforma en Internet para crear “itinerarios de lecturas”. De esta forma, los socios y clientes pueden ir recorriendo juntos un proyecto literario que responda a un objetivo ideado por todos.
En el local, todos parecen amigos. Se saludan como vecinos de toda la vida y se preguntan por cuestiones personales. De hecho, no hay nada que distinga a los responsables de la tienda de cualquier cliente, socio o visitante. “Pensamos en ponernos algo que nos distinguiera, pero hemos decido que sea un espacio de todos. Nos identifican porque ya nos conocen o por la actitud”, comenta Maite Aragón.
Así ha abierto Caótica. Con metros de ilusión repartidos en estanterías y un motivo fundacional resumido en una frase del periodista, escritor y académico brasileño Airton Ortiz que ha sido cincelada a mano en la pared que preside la primera planta por los socios fundadores del proyecto: “Somos el resultado de los libros que leemos, los viajes que hacemos y las personas que amamos”.
Babelia
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