Tormenta de ideas para el cine español
La industria se plantea en los Goya qué más medidas hay que tomar cuando baje el IVA
Comentaba Juan Antonio Bayona en el coloquio de EL PAÍS con el resto de los directores de las películas candidatas al Goya principal que el día en que el IVA del cine baje de ese demoledor 21% “no se habrán solucionado los problemas del cine español”. Insistía, con el respaldo de sus cuatro compañeros de debate: “Hay un problema de educación. España ha hecho un esfuerzo extraordinario en las últimas décadas, pero veníamos de una herencia histórica lamentable. Y no quiero que ahora llegue el Gobierno, baje el IVA y entonces se lave la cara. El problema del cine español es educacional, y de actitud de los gobernantes”.
Así que anoche, más allá del glamur, de los buenos resultados de la taquilla –tanto para el cine en España como del cine español, que con 100 millones de euros llegó a una cuota de mercado del 19%-, de la sensación de fiesta que imperó en la gala, que hay cosas que aún deben de cambiar. Con la nueva Ley del Cine cada vez será más difícil ver películas como la ganadora Tarde para la ira, realizada sin ninguna televisión detrás (TVE se subió a ella al final), con dos millones de euros de presupuesto definitivo -sumando copias y publicidad- y con la productora, Beatriz Bodegas, hipotecando su casa para sacarla adelante. Porque el 77% de la taquilla del cine español de 2016 y 43 candidaturas a los Goya venían de la suma de los dos grandes conglomerados de televisión privada: Mediaset y Atresmedia. Así que, olvidándonos por un día del IVA, ¿qué debería mejorar en España para un crecimiento de la industria cinematográfica?
Una gala sin Telecinco
Por primera vez, una televisión privada, Mediaset, cuyo principal canal es Telecinco, ha renunciado públicamente a asistir y a informar de la gala de los Goya. Y eso que defendía 19 candidaturas por diversas películas producidas por Telecinco Cinema. El poder de las cadenas televisivas sirvió al actor Manolo Solo, de Tarde para la ira, para reivindicar "medidas alternativas de financiación que logren que haya cine más allá del triunvirato dictatorial [TVE, Atresmedia y Mediaset], que acaban confeccionando películas del mismo corte realizadas para agradar al gran público". Antonio de la Torre, compañero suyo en el thriller de Raúl Arévalo, incidió en esa mimetización: "Una ley articulada que permita grandes producciones y películas de autor, que estén los Bayona junto a los Martín Cuenca y los Cavestany. Y hoy por hoy…".
Hubo quién apuntó a la base. Juanjo Giménez, que pasó ayer a la carrera por la gala de los Goya –esta mañana ha volado a Los Ángeles-, ganó la Palma de Oro de Cannes y el cabezón del cine español con su corto de ficción Timecode y es candidato en su categoría a los Oscar. “Yo lo tengo claro: aumentaría la dotación presupuestaria a la producción y promoción de los cortometrajes. Ahí está la cantera de la que surge el talento”. El actor Eduardo Casanova, que en diez días verá cómo su debut como director de largometraje, Pieles, concursa en la sección Panorama de la Berlinale, también apostó por los nuevos: “Está mal que yo lo diga, pero los jóvenes necesitamos un empujón y cuidados para que crezca nuestro cine”. En la educación, en cambiar los planes de estudio, en considerar al cine como un hecho cultural y necesario para la juventud, que debe de aprender a verlo y a amarlo, habían estado de acuerdo Arévalo, Bayona, Almodóvar, Rodríguez y Sorogoyen. Y lo mismo repitieron en los Goya: solo la educación ayudará a que la gente aprecie el cine y, de paso, el cine español. El cineasta que estos días le envió varios mensajes a Mariano Rajoy para que viera las películas candidatas a los premios de la Academia española de cine, Daniel Sánchez Arévalo, director y finalista del premio Planeta, apura aún más: “Ese es el factor fundamental. Los niños y los adolescentes ya no quieren ir a las salas, no entienden el cine como un posible ocio, no lo disfrutan. No es por el bien del cine español, sino del cine en general. Ahora, yo lo haría poco a poco, sin imposiciones, enseñándoles a amarlo”.
Otros apostaron por la salida al exterior. “Mejoraría los incentivos fiscales, muy bajos en España en comparación con el resto de la UE. Y desde luego apostaría por más proyección de nuestros productos en el extranjero. Hacemos grandes filmes con poca repercusión”, contaba Hernán Zin, del documental Nacido en Siria, en el que se cuenta la emigración de familias de ese país a través de Europa a la búsqueda de un mundo mejor. En esas desgravaciones impositivas, en que vengan equipos extranjeros a filmar a España y a la vez crezcan los inversores interesados en producir cine nacional, es en dónde Bodegas, la productora de Tarde para la ira. “Es fundamental cambiar la legislación tan timorata en ese apartado”, coincide con ella Belén Atienza, productora de Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, y que se encuentra a tres semanas de iniciarse el rodaje de Jurassic World 2, con la que Bayona salta a Hollywood. Rodrigo Sorogoyen, director y coescritor junto a Isabel Pena de Que Dios nos perdone, recordó que su compañera de escritura es la única mujer en esa categoría: “Tenemos que incentivar las políticas de igualdad de género”. O certificado en palabras de Candela Peña: “Hay demasiada testosterona en los Goya. Este año y los pasados. Que el papel de la mujer en el cine iguale al de su peso en la sociedad”.
Dani Rovira, presentador de la gala y ganador del Goya a actor revelación con Ocho apellidos vascos, sí cree que la industria cinematográfica cambiaría radicalmente solo con el descenso del IVA: “Porque inmediatamente se desencadenaría una cascada en los diversos departamentos. Y redundaría en favor de los productores, muy denostados y motores en realidad de las películas. Creo que con la bajada del impuesto haríamos más cine”. De la misma opinión era Alejandro Amenábar: “No concibo algo sin bajar antes el IVA. No es de recibo rebajar a otros espectáculos el impuesto y seguir castigando al cine”. O habría que pasar a palabras mayores, porque otra solución apuntada por el actor Luis Callejo, de Tarde para la ira, sería: “Una huelga de actores y guionistas. No quiero morirme sin ver un paro así”.