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Blogs / Cultura
El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca
MODERNIZACIÓN DE LA TAUROMAQUIA

Eliminar sangre del toro es la antesala de la desaparición de la tauromaquia

Ocho taurinos reflexionan críticamente sobre el debate que pretende abrir Andalucía

Antonio Lorca
Paco Ureña torea al natural en la pasada feria de Málaga
Paco Ureña torea al natural en la pasada feria de MálagaCarlos Díaz (Efe)

El debate que pretende abrir la Junta de Andalucía entre todos los sectores taurinos para eliminar ‘la sangre innecesaria’ de los festejos es ‘inoportuno en el tiempo e inadecuado en su planteamiento’.

Es posible plantear cambios en los reglamentos taurinos que ‘aligeren’ el desarrollo de la corrida, pero sería preferible, primero, cumplir con la normativa vigente y afrontar en su conjunto los graves problemas de la fiesta de los toros.

Eliminar sangre del toro es la antesala de la desaparición de la tauromaquia, o, al menos, de su desnaturalización. Por el contrario, hay que apostar por la integridad del espectáculo, que solo es consecuencia del toro encastado y poderoso. En otras palabras, el problema no es la visión de la sangre, sino la emoción del toro.

"El toro padece conflictos más serios que habría que abordar con seriedad" (Victorino Martín)

Estas son solo algunas de las conclusiones de un grupo de ocho representantes de los distintos estamentos taurinos a los que se les ha pedido su parecer sobre la pretendida propuesta del Gobierno andaluz.

Las opiniones son diversas, pero todos coinciden en que ‘debatir sobre la sangre innecesaria’ “solo servirá para satisfacer la corriente animalista o acallar a los políticos que abogan por suprimir la fiesta”, según el criterio de Diego Martínez, presidente de la Asociación Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla (UTAA). “Este no pretende ser más que el principio de un camino que desemboque en que, en poco tiempo, se celebren en España corridas a la portuguesa”, añade.

Del mismo modo opina Francisco March, presidente de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña, quien asegura que “esta reflexión ofrece carnaza a los antis, que la utilizarán y manipularán a su antojo, como es su norma”; “abrir ahora la caja de pandora de una menor presencia de la sangre -prosigue- es la antesala de la desaparición de las corridas como ritual sacrificial y juego de vida y muerte que no esconde la violencia inherente a él, y que es precisamente la que le da sentido”. “Lo que urge es la unificación de los reglamentos taurinos y estudiar medidas que fomenten, protejan y aseguren el futuro de la fiesta”.

El diestro Paco Ureña reconoce su sorpresa y dice que no alcanza a comprender “los motivos que llevan a la Junta de Andalucía a hacer un planteamiento de este tipo. Lo que más me preocupa -continúa- es que en una comunidad tan taurina , el PSOE se esté planteando una modificación de este envergadura. ¿Hacia dónde estamos yendo? Creo que esta corriente animalista olvida, en muchos casos, el ciclo natural de la propia vida”.

"El problema no es la visión de la sangre, sino la emoción" (Asociación El Toro)

“Es evidente que una corrida de toros tiene una parte violenta, pero ¿no la tiene la propia existencia del hombre? Sería más importante fomentar la profesionalidad, procurar que las enfermerías estén bien dotadas, fomentar la libertad de asistir a un festejo y educar en los valores que tenemos la gente del toro”, concluye el torero.

“Soy una persona abierta y dispuestos siempre a escuchar todas las voces, pero creo que el toro sufre problemas más graves que habría que abordar antes que este debate sobre la sangre”.

Así se expresa el ganadero Victorino Martín (la Unión de Criadores de Toros de Lidia ha preferido no opinar), y añade que “si de verdad los políticos se interesan por los toros, que hasta ahora solo los han utilizado tanto los de un color como los de otro, analicemos en profundidad todo lo relacionado con el sector”.

"Hay una palabra muy peligrosa y es humanizar" (Ignacio Lloret)

El presidente de la Asociación el Toro de Madrid, Roberto García Yuste, muestra su estupor ante la propuesta andaluza: “Este no es el camino ni el momento oportunos, porque estamos inmersos en una campaña de ataques antitaurinos”. “Lo que de verdad necesita la fiesta es emoción, -afirma-, y si nos empeñamos en reducir el riesgo, la sangre, el peligro y los momentos dramáticos no conseguiremos más que atentar contra la esencia de la tauromaquia”.

“No creo que la gente deje de ir a los toros por la visión de la sangre, sino porque se aburre”, concluye.

“Hay una palabra que no me gusta y me parece muy peligrosa, que es humanizar”, afirma Ignacio Lloret, gerente de la plaza de Las Ventas. “El gran fraude del animalismo actual, -añade-, es que pretende humanizar a los animales que, a mi juicio, es el mayor maltrato que puede haber”. “Otra cosa es que la tauromaquia evolucione y se puedan cambiar algunos aspectos para que el espectáculo tenga un menor grado de crudeza, pero en ningún caso se puede alterar su integridad”.

"Es evidente que estamos abocados a una fiesta muy diferente" (Juan M. Albendea)

“¿Por qué no se prohíbe a los niños la visión de toda la violencia que hay en la televisión, en las películas o en la videojuegos?”, se pregunta Jean Louis Personne, presidente del Club Taurino de Milán, integrado por aficionados expertos y exigentes. “Parece que la única sangre que impresiona es la del toro…”

“Es evidente que estamos abocados a un fiesta diferente, muy diferente”, reflexiona Juan Manuel Albendea, exdiputado del PP y principal impulsor de la tauromaquia en el Parlamento. Considera que se podrían suprimir las banderillas negras y la puntilla, y acordar un determinado número de descabellos; aboga por un único reglamento taurino para toda España, y estima que el verdadero problema radica en el toro.

En parte, coincide con él el presidente de la Asociación El Toro: “Modernizar, sí; reformar el Reglamento, también, pero la fiesta pierde todo su sentido si desaparecen elementos fundamentales; se deben mantener el peligro y el riesgo, y para ello es fundamental un toro con casta. El animal que crían hoy los ganaderos es muy dócil, noblón y soso, y a todos nos consume la paciencia”.

“Si vamos a hablar de toros, seamos serios”, enfatiza Victorino. “No estoy cerrado a los cambios, podemos aligerar la parte final y buscar soluciones al descabello y la puntilla, pero los verdaderos problemas son otros”.

El ganadero considera que suprimir las retransmisiones de festejos en la televisión pública o no dar cobertura a los acontecimientos más importantes es “una aberración y un ataque a nuestro patrimonio cultural”. Del mismo modo se manifiesta sobre las subvenciones. “Si hay una explotación que cumpla con los principios filosóficos de la Política Agraria Comunitaria (PAC) es la del ganado de lidia”. Abandonemos los complejos”, termina, “y hablemos de todo, y no solo de un brindis al sol para contentar a los antitaurinos del partido que pretende abrir este debate”.

“El problema no consiste en cambiar el Reglamente, sino en aplicar estrictamente los que ya existen”, apunta el representante del Club Taurino de Milán. “Las corridas parecen interminables porque a menudo son aburridas, y lo son porque las escuelas taurinas producen toreros sin personalidad (hay que organizar más novilladas) y el toro moderno se parece a un carretón”.

“Hay que enseñar a respetar y aprender que no se puede hacer política de todo”, termina Paco Ureña.

“La fiesta siempre ha sido triunfo, gloria, drama, vida y muerte, y no existe en el mundo una cultura tan singular como esta”, asevera el presidente de los abonados sevillanos.

“Es verdad que la fiesta de los toros es un espectáculo cruento porque es la representación real de la vida, compendio de la cultura mediterránea. Lo que pasa es que ahora estamos invadidos por las costumbres anglosajonas”, rubrica Victorino.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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