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Crítica | Drac Pack
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mejor, dínoslo cantando

El espectáculo transmite una alegría contagiosa cuando sus intérpretes empalman las canciones porque sí y sin solución de continuidad

Javier Vallejo

El artista, equiparado con un vampiro, pues cambia la luz solar por la de los focos, se alimenta del venero popular y pervive en su discografía. En el musical Drac Pack (traduzco libremente: La banda de Drácula), Najwa Nimri homenajea a The Clan, grupo de presión que en los años sesenta controló los escenarios de Las Vegas y algunos estudios de Hollywood, e impulsó la campaña de John Fitzgerald Kennedy a la presidencia estadounidense. Capitaneado por Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr, The Clan es más conocido como The Rat Pack (La pandilla de ratas), nombre de su grupo matriz, creado en los cincuenta por Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Marilyn Monroe y otros, entre los cuales figuraba el propio Sinatra.

DRAC PACK

Autores: Najwa Nimri, Emilio Tomé y Carlos Dorrego. Intérpretes: N. Nimri, Kimberley Tell, Alba Lores y Anna Castillo. Músicos: Gonzalo Maestre y Marcos Sánchez. Dirección musical: N. Nimri. Coreografía: Zoe Sepúlveda. Dirección: Fernando Soto. Madrid. Teatro Philips Gran Vía, hasta el 21 de enero.

En Drac Pack, viendo llegado su ocaso, la protagonista (la Nimri), mixtura entre madre diablesa y La Voz, le pasa el testigo a una Marilyn emergente (la rubia y explosiva Kimberley Tell), asistida por Alba Flores (cruce abracadabrante entre Puck y el José Carioca de Los tres caballeros) y Anna Castillo, en el papel de hada polvorilla.

Un texto discursivo, portavoz literal de las ideas de la autora, lastra el prólogo del espectáculo, que rebrota firme en cuanto Nimri empieza a cantar Fly me to the Moon, pero, sobre todo, cuando la Flores se eleva un palmo del suelo con Volare y las cuatro empiezan a pasarse el canto o a arrebatárselo a mordiscos. Hay simbiosis entre ellas (especialmente entre la Castillo y la Flores, dúo de clowns en el cha cha cha ¿Quién será?) y antagonismo entre la morena y la rubia, que empastan estupendamente en el Something Stupid.

Vuela el tiempo cuando las cuatro empalman Blue Moon con un mambo de Pérez Prado porque sí y sin solución de continuidad, se reparten las estrofas de What a wonderful World y la Tell interpreta divinamente un tema de Los hombres las prefieren rubias, acosada por sus compañeras, enmascaradas de varón. La alegría contagiosa y la facilidad que transmiten con todo ello, se ven empañadas por un diálogo discursivo entre Marilyn y su mentora, y agrietadas por el impacto de monólogos plúmbeos postreros: entre lo cantado y lo hablado hay un abismo, en forma y fondo. Usando la tijera de podar prédicas, y sembrando en su puesto alguna canción más, Drac Pack subiría comola espuma. Gonzalo Maestre y Marcos Sánchez acompañan a las divas admirablemente, y el vestuario de Belén Rastrollo las favorece cuanto conviene.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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