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MEMORIAS

Un niño prodigio en una época prodigiosa

Cebrián relata su vida hasta 1988 con cierto afán desmitificador en un libro de memorias que está lejos de idealizar la Transición, el periodismo y el diario EL PAÍS

Lluís Bassets

Este libro es exactamente lo que dice ser, la biografía de un periodista narrada por él mismo. El relato sobre la vida de Juan Luis Cebrián desde que nació en Madrid en 1944 hasta 1988, momento en que abandonó la dirección del diario EL PAÍS, le interesa a su autor principalmente en lo que afecta a su profesión de periodista, y al servicio de este interés pone todo el resto, los antecedentes de su infancia incluidos, la familia o el entorno social.

Hay una nota introductoria, no exenta de ironía, imprescindible para la comprensión del relato. Cebrián es algo escéptico sobre el interés que pueda tener para los otros el relato de nuestras vidas y más todavía sobre los efectos morales de su lectura. A pesar de ello, cuenta con motivos para ponerse a la tarea: la “época de cambios extraordinarios” que le ha tocado vivir, la “tendencia irremediable a considerarnos protagonistas de cuanto nos rodea” y sobre todo “el interés que suscitan aún determinadas circunstancias que rodearon mi existencia”.

A modo de excusa titula esta nota introductoria en la que nos participa, en cambio, cuestiones imprescindibles para una buena lectura. La más importante, que las ha escrito “a pelo”, sin apenas auxilio de las notas y agendas guardadas a lo largo de los años y sin acceso, por razones que no explica, a su nutrida biblioteca personal. Solo con su memoria —“hurgando en el hipocampo de mis sesos”— y con Internet.

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El escepticismo de Cebrián se proyecta sobre sí mismo y especialmente sobre el resultado de su esfuerzo memorialístico. Junto al relato de sus “recuerdos todavía vigentes” menciona “algunos olvidos no siempre involuntarios”, en un sincero reconocimiento de la inevi­table selectividad de nuestra memoria, capaz de proporcionar apenas “una versión de los hechos”, bien lejos de las verdades absolutas. Un buen índice de su veracidad es la escasa indulgencia consigo mismo a la hora de narrar un buen número de episodios de su carrera profesional. No hay idealización en la mirada sobre su propia vida, sino más bien lo contrario, un cierto afán desmitificador. Tampoco la hay respecto a los otros. Nadie podrá reprocharle que contribuya a una versión idílica de la Transición, el periodismo o el diario EL PAÍS.

Aunque no hay trampa ni cartón en este libro, sí hay algún sobrentendido. Cebrián interesa porque fue el primer director de EL PAÍS y su fundador periodístico e intelectual, es decir, quien le dio la forma y la personalidad que lo convertirían en pocos meses en un enorme éxito y en uno de los mayores emblemas de la Transición y de la nueva democracia española. Su infancia de niño de la burguesía media del régimen en el oscuro Madrid de la posguerra, su temprana carrera en el diario de los sindicatos verticales Pueblo, la revista demócrata cristiana Cuadernos para el Diálogo y el vespertino aperturista Informaciones, sus ocho meses como director de Informativos de Televisión Española todavía bajo la dictadura son los prolegómenos del episodio narrativo central, que empieza a los 31 años con su llegada a la dirección del periódico y termina a los 44 cuando la abandona para convertirse en consejero delegado de la empresa editora.

Hay muchos episodios, revelaciones y anécdotas relevantes en este libro, buen número de secretos y arcanos del poder, político y periodístico

Hay muchos episodios, revelaciones y anécdotas relevantes en este libro, buen número de secretos y arcanos del poder, político y periodístico, especialmente en los capítulos que abarcan los 13 años de EL PAÍS, entre los que destacan las relaciones que establece con dos presidentes del Gobierno, Adolfo Suárez y Felipe González, y con quien fue primero su jefe y luego también su amigo, Jesús Polanco. Y hay, sobre todo, la versión de los hechos que proporciona su protagonista, imprescindible por encima de cualquier escepticismo acerca de la memoria y de la vida y particularmente relevante en el momento en que aparecen e incluso se imponen otros relatos, con frecuencia simplificadores o directamente distorsionadores acerca de la historia de la Transición, del periodismo, de EL PAÍS y, naturalmente, del protagonista destacado que fue Juan Luis Cebrián en todo ello.

No voy ahora a arruinar la lectura, eso que ahora se llama hacer spoiler. Quien quiera entrar en detalles deberá leer el libro, cosa que no se le hará difícil, porque está escrito con brío y amenidad de novelista. Es cierto que el autor de esta reseña, que trabaja con Cebrián desde hace muchos años, tenía algún estímulo adicional para leerlo de un tirón. Creo sin embargo que también lo tendrán muchos lectores interesados en conocer esta autobiografía de un niño prodigio en una época prodigiosa.

Primera página. Juan Luis Cebrián. Debate, 2016. 380 páginas. 21,90 euros

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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