Resucitan las cantigas de Martín Codax
Una exposición de copias "exactas" de manuscritos y códices muestra el único documento con las siete composiciones musicadas del juglar
Decía el escritor y filósofo Umberto Eco que los manuscritos son "las columnas en las que se basa la cultura europea". Un puñado de esos ejemplos de la magnificencia de la Europa medieval puede verse, y comprarse (desde 400 hasta 20.000 euros) en una pequeña exposición en la Casa de Galicia, de Madrid, hasta el 28 de octubre. Bajo las vitrinas hay una veintena de "copias exactas" de códices y atlas, según Manuel Moleiro, presidente de la editorial M. Moleiro, artífice de la "clonación" de esos tesoros bibliográficos de los siglos X al XVI. La joya de esta muestra es el Pergamino Vindel, de finales del siglo XIII, un doble folio que reúne siete "cantigas de amigo" del célebre juglar Martín Codax. "Se trata del testimonio más antiguo de la lírica trovadoresca gallego-portuguesa", dijo ayer martes en la presentación Moleiro. Además, tiene la gran importancia de ser "el único documento con las cantigas de Martín Codax musicadas". El Pergamino Vindel original está en la Morgan Library and Museum, de Nueva York.
La historia de este documento la explicó Mariña Arbor, profesora de Filología Gallega de la Universidad de Santiago de Compostela. "En 1914, el librero y anticuario Pedro Vindel lo encontró en Madrid como parte de la encuadernación de un manuscrito sobre Cicerón". Vindel fue un personaje que, pese a ser analfabeto hasta los 20 años, montó un negocio de compraventa de libros en el Rastro madrileño. Tras pasar por varias manos, el pergamino fue adquirido por la institución neoyorquina en los años setenta.
Esas cantigas de amigo son piezas breves en las que una mujer enamorada relata sus penas sentimentales en la ría de Vigo y que, en el caso de las escritas por Martin Codax, tienen contenido erótico. La editorial ha acompañado la clonación del pergamino con un exhaustivo estudio trilingüe (castellano, gallego, inglés) elaborado por cinco expertos internacionales. Y para comprobar cómo sonaban aquellos lamentos amorosos se ha editado un CD con las composiciones cantadas por la soprano italiana Speranza Cerullo, en una grabación en una iglesia florentina.
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Arbor detalló que el Pergamino Vindel, "muy bien conservado", es una obra de cinco pares de manos. "Dos copistas escribieron las letras de las cantigas, dos rubricadores pusieron las mayúsculas, coloreadas, y trazaron los pentagramas. Luego, un músico reprodujo las notas musicales". De Martin Codax "no sabemos nada". "Es un enigma, solo que fue compositor y juglar. Y no parece que redactara los textos en la ría de Vigo, sino en algún sitio más de interior". La profesora Arbor matizó que el Vindel es un ejemplo de "tumba de este tipo de poesía, porque ya no estaba en boga, pero había que dejar testimonio de su existencia".
"Complicidad"
Moleiro declaró que su editorial trabaja en "absoluta complicidad" con las instituciones que albergan los originales, donde se realizan las copias. Desde que se decide reproducir una obra, bien por encargo de bibliotecas nacionales porque son obras muy consultadas y quieren conservarlas, o por iniciativa de la propia editorial, hasta su puesta en escena pueden transcurrir tres años y participar unas 60 personas. De cada volumen se imprimen 987 ejemplares que, hasta ahora, siempre se han agotado entre particulares y bibliotecas nacionales o de universidades. "Con un mercado cada vez más interesante en China", dice Moleiro. Su editorial suele hacer unas cuatro exposiciones al año y su objetivo en este proceso de "alta tecnología" es que al final "apenas se pueda distinguir el original de la copia". Son páginas con pergamino vegetal para lograr el mismo grosor, tacto, olor y colores vivos que el original. La encuadernación es a mano y con el mismo tipo de piel para las cubiertas que la usada para el libro modelo.
La exposición Tesoros bibliográficos (s. X-XVI): el arte y el genio al servicio del poder —que viajará a Sevilla, Ciudad de México, Londres, París y Bruselas—, incluye libros de horas (los que poseían los laicos para rezar a las horas canónicas), un Breviario de Isabel la Católica "que pidió clonar la British Library porque es uno de sus grandes tesoros", y que contiene una inhabitual consideración a la monarca: "Divina Isabel reina de las Españas y Sicilia". También, el Atlas Vallard (1547), en el que se dibujó por primera vez la costa oriental de Australia. Otra maravilla es el Libro de la felicidad (siglo XVI), que compila tratados científicos y astrológicos, con bellísimas miniaturas. Al final del recorrido asoma el Tractatus de Herbis (el original está en la Biblioteca Británica de Londres). Un libro de 1440 que describe el uso médico de plantas con riquísimas ilustraciones. Toda una colección que habría extasiado al sagaz fray Guillermo de Baskerville que creó Eco para investigar las muertes causadas por un libro envenenado en El nombre de la rosa.
Babelia
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