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El zen de lo común

Lanzada una edición en castellano de los escritos del artista Allan Kaprow, el formalista para quien la forma era provisional

Instalación Yard, obra de Allan Kaprow.
Instalación Yard, obra de Allan Kaprow.Marko Djurica (Reuters)

Puede que Allan Kaprow no haya sido el gran teórico del cambio de paradigma del arte de mediados del siglo XX, a la altura de Merleau-Ponty, Debord o Steinberg, pero este alumno aventajado de Meyer Schapiro, especialista en Mondrian, admirador de John Cage e inventor de los happenings, demostró tener una intuición y un poder premonitorio extraordinarios. En 1958, dos años después de la muerte de Jackson Pollock, teorizó sobre su legado en un artículo que superó las interpretaciones del academicismo más montaraz y con él fue capaz de responder a la cuestión de qué hacer a partir de la catástrofe que había llevado al lienzo a deshilacharse y autodestruirse en su entorno y más allá: el infinito de nuestras vidas. Aquella fue la revolución del arte, y se produjo en el camino hacia esa utopía que proclama que la misión del artista es indagar en lo absoluto, pero ese absoluto, a diferencia de las “composiciones” de Mondrian, debía habitar en lo cotidiano. “A partir de ahora”, escribe Kaprow, “cualquier clase de objeto constituye un material para el nuevo arte. La pintura, las sillas, la comida, las luces eléctricas y de neón, el humo, el agua, unos calcetines viejos, un perro… (…). El artista mostrará el mundo como si fuera la primera vez, revelará acontecimientos y fenómenos (happenings) completamente nuevos hallados en cubos de basura, ficheros policiales, vestíbulos de hotel…, el mundo entero a su disposición”.

Por entonces, Allan Ka­prow (Atlantic City, 1927-2006) ya había abandonado sus cuadros (hechos pretecnológicamente con trocitos de papel pegados) para dedicarse a los assemblages, environnments y happenings. La peculiaridad de su obra fue la no repetición —aunque los hap­pennings se escribían y se ensayaban—, de esta forma preservaría su calidad más preciosa, ¡y más americana!: la inmediatez. En 1993, uno de sus alumnos y más ferviente seguidor, Jeff Kelley, condensó su producción literaria en un libro. Ocho años más tarde, el propio Kaprow prologó una segunda versión ampliada, que tituló El camino al des-arte, donde proclamó que “abandonar el arte era, sencillamente, el hecho artístico”. Han pasado unos cuantos años, y el arte no sólo se ha des-artistizado, sino que es el mundo el que ha alcanzado un grado inaudito de estetización.

La editorial Alpha Decay acaba de lanzar la edición en castellano de sus escritos. No es una edición crítica ni aporta nuevas lecturas que insinúen la vigencia de su pensamiento. Tampoco hay referencias al contexto en que fueron publicados los 20 artículos del volumen. Con todo, el libro emite conclusiones. Kaprow fue un formalista para quien la forma era algo provisional. O más específicamente, la idea de forma es una huella mental proyectada en las actividades cotidianas. Y aquí tenemos de nuevo al gurú: “El sello arte irá retrocediendo hasta caer en la irrelevancia gracias a lo participativo”.

El método de Kaprow funcionó y quizás hoy aparezca como el mejor recurso en el campo político, en el deseo colectivo de instaurar un nuevo zen: el zen de lo común.

Entre el arte y la vida. Ensayos sobre el happening. Allan Kaprow. Traducción de Albert Fuentes. Alpha Decay. Barcelona, 2016. 299 páginas 23,90 euros

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