El hijo de Cela resucita al padre
Los Reyes abren en el Cervantes el año dedicado al centenario del autor de 'Pascual Duarte'
Camilo José Cela Conde, el hijo de Camilo José Cela, le dijo a su madre, Charo, años después de que el Nobel hubiera dejado el domicilio familiar para iniciar una nueva vida con Marina Castaño, que no tenía nada contra su padre, que lo seguía queriendo como siempre. La madre lo abrazó, "llorando de alegría".
Cela murió en 2002. Charo falleció un año más tarde. Se habían casado en 1944, cuando ya Cela era el más popular de los nuevos escritores españoles, autor de La familia de Pascual Duarte. El creador dejó a Charo en Palma en 1988 y se fue a vivir, en un pueblo de Guadalajara, con Marina Castaño, que fue su segunda mujer hasta su muerte. En 1989 fue elegido Nobel de Literatura. La herencia de Cela fue motivo de distintos litigios y al final Cela Conde se ha quedado como custodio de la obra del padre.
Desde antes de la concesión del Nobel se había convertido en España en algo más (o algo menos) que un escritor, protagonista mediático, convertido también en estandarte político. A su muerte, el Gobierno del Partido Popular desplazó a varios ministros a portar su féretro.
Cela fue entonces más un emblema que un escritor, y su hijo se ha empeñado en resucitar al padre como lo que fue. A ello le han ayudado académicos como Darío Villanueva o Víctor García de la Concha, para los que Cela fue "un autor instalado en el sistema literario universal" y "uno de los grandes clásicos de la literatura española". El empeño del hijo ha sido (y es, como él dijo este miércoles), "que ese autor sea rescatado para los jóvenes. Que abran un libro por cualquier página y sientan que están atrapados. Y si no lo están, que lo dejen. Pero que esté presente en la literatura".
Porque durante más de una década Cela fue como un famoso al que la gente conocía más como "don Camilo el del premio" o como el hombre que les daba nombres a elementos decorativos de la vida nacional. Camilo José Cela Conde se empeñó en deshacer esa imagen, y anoche, ante los Reyes, que inauguraron en el Cervantes "el año Cela", sintió que parte de eso se está logrando.
Ahora, con patrocinios muy contados (Obra Social La Caixa, Loterías del Estado…), él ha logrado "levantar" el centenario "a pesar del difícil momento institucional que ha provocado la crisis política (y económica)". Se harán reediciones (una a cargo de la Academia), se creará en Palma un museo de la relación de Cela con los artistas (que fue muy fecunda), se creará en la Universidad de California un centro para la investigación de toda la obra dispersa en los numerosos papeles y manuscritos que el Nobel dejó atrás…
Para Cela Conde llegar al acto del miércoles ya fue una parte del trayecto de esa "resurrección" del padre como escritor. "He tenido grandes apoyos institucionales. Y de los amigos. Les pregunté: '¿Vale la pena dar la batalla por el Cela escritor?'. La respuesta unánime fue: 'Sí". La Fundación que ampara estos actos es una forma de juntar a Cela "con el origen de lo mejor que hizo como escritor, y por eso se llama Fundación Charo y Camilo José Cela". En la exposición abierta por los Reyes en el Cervantes hay manuscritos y cartas que evocan ese tiempo, sobre todo en Palma de Mallorca, donde el escritor creó Papeles de son Armadans, "una de las grandes revistas de la lengua", según Villanueva.
El hijo se siente satisfecho de lo que ha podido hacer por el padre. "De 1988 a 2002 yo viví el distanciamiento con dolor. Pero obligado por el respeto. Él tenía derecho a cambiar de vida. Si yo estuve más cerca de mi madre era porque pensaba que ella había quedado como la parte más débil del matrimonio roto". Pero ese día en que le dijo "sigo queriendo a mi padre" y Charo lo besó sintió que su misión era "restituir al Cela de verdad para los lectores. Y ese Cela de verdad tiene a su lado a Charo".
La buena cosecha del 16
Le dijo Cela a su coetáneo Zamora Vicente: “La cosecha del 16 fue muy buena”. “Y bien variada…”, le contestó este, mirando a Buero, de la misma edad. Lo contó el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, ante el rey Felipe VI y la reina Letizia. Y añadió a la cosecha a Blas de Otero, centenario ahora. En primera fila, la familia Cela: la nieta Camila, el hijo Camilo José, los hermanos Maruxa y Jorge. De la Concha y Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, coincidieron con el hijo (y con el Rey) en que el mejor homenaje a un escritor es que se le lea. La faceta política de Cela, como senador en la Transición, fue subrayada por don Felipe, que conoció al escritor de niño. Un documental recordó al Nobel humano. Y a su primera mujer, Charo, de la que el secretario del Nobel, Fernando Corugedo, dijo que era capaz de descifrar la letra de su marido. “¡Era una paleógrafa moderna!”.
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