Liquidación de orejas en Vitoria

Llega la tarde de rejoneo y se repite la liquidación de orejas en la presidencia de Vitoria. Igual que el año pasado. El primer día, el presidente se mostró duro (y justo) con Roca Rey para negarle la segunda oreja frente a la fuerte petición de los tendidos; sin embargo, los rejoneadores las cortaron de dos en dos sin importar por ejemplo su deficiente actuación en la suerte suprema.

Todo llegó en el tramo final del festejo, en los dos últimos toros, los únicos que merecieron la pena del encierro de Luis Terrón, ya que los cuatro primeros fueron descastados y se pararon al inicio de la faena. En esas rebajas, también salió en hombros el mayoral.

Sin embargo, el quinto tuvo movilidad y le permitió a Manuel Manzanares momentos emocionantes, con pasajes intensos. Lo mejor cuando deleitó al público con unas hermosinas muy meritorias y en los remates finales montando a Chaupeau. Le faltó lucir más al toro en los cites y mostró cierta brusquedad en los embroques. Tuvo transmisión la faena y a pesar de pinchar, el palco otorgó las dos orejas. Antes, con el toro malo, Manzanares estuvo dubitativo y con momentos de aprieto.

Cerró el festejo otro buen ejemplar, con repetición y alegría, que le tocó en suerte a la joven Lea Vicens. La francesa se había mostrado espesa en su primero, un toro soso y complicado, en el que falló clavando, quizás nerviosa por un inicio poco afortunado. Pero en el sexto pareció otra rejoneadora, con capacidad, acierto y valentía. Citó con elegancia y midió bien las distancias; además, atinó al clavar y se vino arriba.

La joven amazona demostró sentido de la lidia a lomos de Gacela y se lució sobre Épico y Desafío hasta encandilar a los tendidos de tal forma que a nadie le importó su fallo con los aceros. La faena siempre fue a más y el deseo de triunfo a veces le hizo acelerarse a pesar de que dejó algunos ajustes a dos pistas sensacionales con Bético.

A Hermoso le tocaron dos enemigos descastados en los que solamente pudo lucir su maestría para no pasar apuros nunca y estar siempre muy por encima. En el primero le costó calentar los tendidos y su meritoria labor quedó en una leve petición. Por el contrario, en el cuarto vio que la tarde se iba de vacío y tiró de experiencia para, primero, con Disparate y, luego, con Dalí inventarse una faena que el animal no tenía.

El navarro brilló en los remates finales, en las cortas y en un par a dos manos que le bastó para que la afición de Vitoria se le entregara a pesar de que pinchó con el rejón de muerte. Demostró que también se puede estar bien con el toro malo, y recibió un doble trofeo que sorprendió a propios y extraños, y provocó una liquidación de orejas que nadie sabe si se prolongará en la tercera corrida de la feria.