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LIBROS

Libros de hoja perenne

La globalización y el cambio climático han producido una reacción en forma de obras sobre la vida en la naturaleza que van de las memorias al ensayo filosófico

Elsa Fernández-Santos

Cada época persigue su Biblia laica y de forma insospechada, Walden, o la vida en los bosques, clásico del pensamiento del siglo XIX que Henry David Thoreau dedicó a su experiencia y comprensión de la naturaleza, ha encontrado su lugar más allá del ámbito estadounidense en la convulsa mesilla de la larga noche del siglo XXI. A la sombra del gigante de la globalización, ante la evidencia del cambio climático y de otras amenazas que acechan al futuro del planeta, una legión de lectores busca soluciones a su estado de malestar. Y un puñado de escritores responde con la experiencia de lo salvaje, bandera de un nuevo sistema de valores en el que caminar por los bosques, dormir bajo las estrellas o perder la cobertura móvil ofrece la promesa de una nueva vida noble y pura.

Se buscan los caminos que borraron las autopistas, una añoranza del escasamente traducido poeta beatnik Gary Snyder (San Francisco, 1930), del que se han editado La mente salvaje y más recientemente La práctica de lo salvaje. Snyder suele recordar que gran parte del paisaje de su país es de titularidad pública y se puede visitar, aunque -y aquí radica el problema- está prohibido instalarse. Un vasto paisaje protegido bajo la denominación de The National Park Service que cumple un siglo este 25 de agosto para celebrar un modo de evasión que ha recibido 300 millones de visitantes en 2015.

En España el fenómeno editorial es creciente y engloba libros de todo tipo: del manual de supervivencia a memorias o ensayos filosóficos, del canto épico a lo salvaje al aprendizaje de una nueva vida rural. Hay libros de referencia, como Las riquezas verdaderas, convertido en un manifiesto ecologista escrito en los años cuarenta por el francés Jean Giono, que puso en práctica en un valle de la Provenza la búsqueda de los placeres sencillos junto a un grupo de amigos parisinos, o Un año en los bosques, recuento de la vida junto a las abejas que en los ochenta se inventó en las montañas Ozark la entonces bibliotecaria Sue Hubbell. Entre las indagaciones autobiográficas destaca la del escritor John Fowles en El árbol, que viaja del vínculo infantil con el pequeño huerto de su padre al descubrimiento de la campiña de Devon o el bosque de Wistman, en las laderas del río West Dart; o la experiencia ascética del ranger Edward Abbey en El solitario desierto. Una temporada en los cañones, cuyo trabajo en el Parque Nacional de los Arcos, al sur de Utah, devino en un profundo viaje espiritual. Y del yo ensimismado a ensayos sobre la historia del caminar (Wanderlust, de Rebecca Solnit) o exploraciones literarias como Tristeza de la tierra. La otra historia de Búffalo Bill, desolador retrato del francés Éric Vuillard sobre la cruenta pantomima que convirtió al indio americano en payaso de circo representando su propia masacre.

En Los búfalos de Broken Heart. La aventura de recobrar una vida noble y salvaje, Dan O’Brien viaja a las Grandes Llanuras; devastadas por el hombre y con el estigma de la aniquilación de sesenta millones de búfalos, han encontrado en este escritor al mejor portavoz de su mermado ecosistema. De la misma manera que O`Brien ha buscado con ahínco su íntimo vínculo con el animal que simbolizó la vida del indio, el activista Doug Peacock recoge en Mis años grizzly su acercamiento al oso grizzly, depredador que sirvió a este ex boina verde para curarse las heridas de la guerra de Vietnam. Un cuento ejemplar que nada tiene que ver con la historia del activista Timothy Treadwell, el malogrado protagonista de la película Grizzly Bear, obra maestra del alemán Werner Herzog sobre las oscuras reglas de la naturaleza.

Errata Naturae es uno de los sellos que más ha apostado por el género. Su colección Libros salvajes “pretende responder a los retos del siglo XXI y que van desde el cambio climático a la defensa de los grandes espacios, el reciclaje, una alimentación más ética o un comportamiento más sensato con el consumo”, según su editor, Rubén Hernández, que encara la nueva temporada con dos títulos más: Comer con cabeza, cómo alimentarse de manera sana y sostenible con el mundo animal, de Elise Desaulniers y Leñador, de Mike Wilson. Para Daniel Moreno, de Capitán Swing, otro explorador de esta veta editorial, los libros “son en realidad excusas para hablar de cosas no tan prosaicas ni idealizadas: prostitutas, planificación urbana, especulación medioambental, turismo…”.

Grandes sellos como Alfaguara o Debate están también listos para seguir la senda de lo salvaje en otoño con novedades como Norwegian Wood: Chopping, Stacking, and Drying Wood the Scandinavian Way, de Lars Mytting,o La vida del pastor, del licenciado en Oxford, célebre tuitero y último de una estirpe de cabreros James Rebanks, que llega a España tras vender 200.000 ejemplares en Reino Unido gracias a la “reivindicación de un estilo de vida arraigado en las tradiciones en la que el campo no es ni un paisaje ni un decorado”, según el editor Miguel Aguilar.

Ecologistas, apicultores o aventureros, todos ellos responden a aquella reflexión de Gary Snyder en La práctica de lo salvaje y que va más allá de comer moras bajo el sol: “lo salvaje requiere que aprendamos del terreno, saludemos a las plantas, los animales y las aves, vadeemos arroyos y crucemos las sierras, y que al volver a casa contemos una buena historia”.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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