Robert Plant: “La demanda por plagio fue una increíble pérdida de tiempo”
El cantante del legendario grupo Led Zeppelin reniega de “la pobre, vieja y agotada Inglaterra”
Incluso en bermudas parece un gentleman. Robert Plant llega con The New York Times en la mano y sin asomo de resaca tras la brutal actuación de la noche anterior. Las 10.30 de la mañana y despierto, como prueban sus ojos que persiguen cada mujer que se mueve por la piscina de su hotel de Cascais. Robert Plant (1948, Inglaterra) se siente un superviviente de una época en la que lo probable, en su profesión, era cascar. A sus casi 68 años —los cumple en agosto— el cantante y letrista del grupo Led Zeppelin (1968-80) sigue en la carretera a su ritmo. Desde la segregación de Led Zeppelin, ha trabajado con el propio guitarrista del grupo, Jimmy Page (1994-98), con la cantante country Alison Krauss (2007-08) y con diversas bandas. Desde 2012 le acompaña Sensational Space Shifters, con quienes actúa este jueves 14 de julio en Madrid dentro de la programación de las Noches del Botánico, “colisionando” el sonido duro de su legendario grupo con músicas africanas y del Misisipi.
Pregunta. ¡Una estrella del rock despierta a las 10 de la mañana!
Respuesta. Realmente los tiempos están cambiando. Los héroes modernos han de estar siempre activos. Si quieres seguir trabajando en estos días en los que la música sufre tantas cambios, tantas innovaciones tienes que estar despierto, muy atento, y tienes que amar este mundo. No es como en los 70 en Los Ángeles, en absoluto.
P. ¿La época de su gran éxito con Led Zeppelin?
R. Sí, pero también con experiencias dramáticas. Tuve un accidente de coche muy grave; perdí a un hijo de cinco años... No me quedé colgado en el país de las maravillas; no creo que puedas esconderte de la realidad.. Pero de repente eres más consciente de tu talento, de lo que puedes hacer y de lo que no. Comprendí que no podía ser solo un cantante, que tenía que ser algo más para estimularme a mí mismo. No espero que nadie lo haga por mí.
P. Su voz, seleccionado en varias ocasiones como una de las mejores de la historia del rock, sigue intacta. ¿No me diga que se toma miel antes de acostarse?
R. Por supuesto. Miel, limón y jengibre cada noche. Pero también tengo un grupo que me deja espacio para expresarme y yo les dejo espacio a ellos para crecer, por lo tanto puedo visitar viejas canciones y cambiarlas de arriba a abajo. Aun son increíbles, pero aparecen desde diferente ángulo, desde otra energía, y eso hace que cante con ese dinamismo. Cuando llegas a cierto punto de tu vida, tienes que dar sentido a lo que dices. Y tienes que saber repetirlo con la misma energía siempre, hay que ser creíble. Tienes que atrapar a la gente.
P. Dieciséis actuaciones en ocho países solo en julio. ¿Demasiado para su cuerpo?
R. No, esta es una gira de las fáciles. Este no es el trabajo de un héroe, es el trabajo de un pragmático. Si tardas demasiado entre un show y otro, pierdes la motivación, el ritmo, el subidón de las actuaciones. Esta es una gira tranquila, pero desde luego no soy un joven y lo agradezco.
"Lo primero es la creatividad; el público es solo un 'voyeur': puede mirar y quedarse con lo que ve o puede largarse"
P. El formato actual de los festivales difiere mucho de la actuación única para sus fans. ¿Es más complicado conectar con el público?
R. Es cierto que en festivales donde hay tanta mezcla de grupos, la gente muchas veces no conoce esa música. Tienes que entender a quien tienes delante. Eres como un mago que va sacando los elementos tienes en el escenario. Con Sensational Space Shifters cada uno juega su papel.
P. Entre el rock duro de Led Zeppelin y la sensibilidad de Raising Sand con Alice Krauss hay varios mundos. ¿Cómo se llega a esa transformación?
"Adoro lo desconocido e Internet ayuda porque descubre cosas que no vas a escuchar en la radio"
R. Un día mis hijos me dijeron: "¿Hey, papi, te vienes a Ibiza?", y yo les respondí: "No, me voy a Luisiana". Mi obsesión es encontrar las huellas de la historia de la música americana, la música cajún, tipo Bon Ton Roulá, las últimos sombras de ese black blues extraordinario que se hizo en los años 40 y 50, Carl Perkins, música de las montañas Apalaches, y unirlo con sonidos más contemporáneos. Tú tienes a un tipo de teclados de Massive Attack y a un tipo que toca un violín de una sola cuerda. Consigues una colisión, no estás mezclando esa mierda de música bonita, es una increíble colisión.
P. ¿Qué queda de su lado inglés?
R. Cuando fui a América, bebí de la copa de aquella música afroamericana, volví y dejé de lado a los ingleses, a la pobre, vieja y agotada Inglaterra, con todos sus pecados y sus ridiculeces. Dejé el té de las cinco, el fútbol y volví a poner en marcha este proyecto con la Sensational, donde mezclamos todo.
P. Un gran salto, en cualquier caso...
R. Escucha, yo puedo hacer cosas muy diferentes y puedo trabajar en cualquier parte del mundo. No puedes traer a Alice Krauss a un festival multitudinario y tocar música de violín, sería peligroso. Esto es energía pura; pero nosotros trabajamos muy bien juntos. Me gusta cantar con mujeres.
P. Todo artista lucha entre dos fuerzas contrapuestas: seguir haciendo lo que le piden sus fans o adentrarse en lo desconocido. ¿Cómo lo lleva?
R. Es verdad. Lo primero de todo es la creatividad; la autosatisfacción es número uno; el público es solo un voyeur. Puede mirar y quedarse con lo que ve o puede largarse. Un artista tiene que ser honesto, y poderoso y tiene que mezclar. Conozco, y es muy triste, a mucha gente famosa que me dice "Robert, tu puedes hacerlo, tú eres libre"’. Y es verdad.
P. ¿Siempre fue libre?
R. He sido libre durante los últimos 36 años [en 1980 se separó de Led Zeppelin], cuando comencé a establecer mis propias reglas.
P. Hace años le pusieron un cheque de 200 millones de dólares por hacer una gira con Led Zeppelin y renunció; sin embargo no reniega de cantar canciones de su viejo grupo.
R. Claro, hice un buen trabajo en Led Zeppelin. Yo soy Led Zeppelin, he cantado, he escrito sus letras...
P. Hace unas semanas, quedó absuelto de plagio por la emblemática Stairway to Heaven...
R. Fue una locura, insano, una increíble pérdida de tiempo. Hay doce notas fundamentales en la música occidental, y te dedicas a moverlas. No teníamos que haber llegado hasta los juzgados, pero era nuestra canción. Hablé con Jimmy [Page, coautor de la canción] y dijimos: "Vamos a por ellos". ¿Si no defiendes tus derechos qué vas a hacer? Nunca te imaginas que esto te va a pasar. Te sientas en un lado de la colina, miras las montañas, escribes música y después de 45 años salen con esto. ¡Dios mío!
P. ¿Cómo lleva Internet, la piratería...?
R. No me importa la piratería. Forma parte de cómo se está abriendo todo. Adoro lo desconocido e Internet ayuda porque descubre cosas que no vas a escuchar en la radio ni en los medios internacionales; música oscura, muy bonita, de la que tu no vas a escribir porque es underground, y ahí empezó Led Zeppelin. La piratería no es el final del mundo.
P. ¿Pero no pagan?R. Jejeje, yo ya he sido pagado. Ahora mi paga es sentirme bien con lo que hago. Ciertamente, para mí, es fácil decirlo.
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