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Desmedida puerta grande para el novillero Luis David Adame

La terna no aprovechó las condiciones de una justa, noble y desigual novillada de El Parralejo

Antonio Lorca

El mexicano Luis David Adame se adelantó a las fiestas de Pamplona, cortó tres orejas y salió a hombros por la puerta grande. Pero fue un triunfo exagerado, sin duda, promovido por un público facilón y festivo y un presidente generoso, que tuvieron más en cuenta la muerte efectista de sus novillos que el toreo que desplegó. Incluso, las estocadas, ejecutadas con entrega, cayeron bajas las dos, lo cual no fue impedimento para el éxito. Espectacular la de quinto, en la suerte de recibir, y de efectos fulminantes, pero muy caída, que emocionó al presidente, quien no tuvo empacho en sacar los dos pañuelos a un tiempo como si estuviera arrebatado por la emoción.

Con el capote y la muleta, Adame no hizo méritos para tan grande triunfo. Le adornan condiciones, está muy placeado y se le ve seguro en la cara de los novillos, pero su concepción torera careció de hondura; como torero moderno, dio pases de distintas facturas, pero no consiguió acallar el murmullo de los tendidos, más preocupados del bocadillo de ajo arriero que del arte taurino del muchacho.

Destacó en un quite por zapopinas al noble quinto, que embistió a la muleta con largura y movilidad, pero estuvo muy debajo de las cualidades de su oponente, que exigía más templanza y hondura. Solo animoso se mostró con el también aceptable segundo, que se rajó cansado de embestir sin que el mexicano encandilara a nadie. No faltaron manoletinas en este y bernardinas en el otro, y sobraron tantas orejas.

El navarro Javier Marín llegó precedido por su triunfo en Madrid el pasado mes de abril y contó con el apoyo del paisanaje; pero se le notó demasiado que torea muy poco, condición indispensable para pulir defectos y mejorar cualidades. Con cinco largas afaroladas de rodillas recibió a su primero, prueba evidente de su entrega, y quiso y no pudo estar a la altura de la calidad de su oponente, que repitió con bondad, clase y ritmo, mientras el novillero lo toreaba hacia fuera y con el pico de la muleta. Poco pudo hacer ante el soso y blando cuarto, y quedó patente que necesita más novillos para aclarar si sus ganas se corresponden con sus condiciones.

El Parralejo/Marín, Adame, Younes

Novillos de El Parralejo, justos de presentación, blandos, muy nobles y mansones; destacaron primero, segundo y quinto. Deslucido el sexto.

Javier Marín: pinchazo, medida tendida y atravesada _aviso_ (vuelta); estocada atravesada _aviso_ (oreja).

Luis David Adame: estocada caída (oreja); estocada baja recibiendo (dos orejas). Salió a hombros por la puerta grande.

Andy Younes: pinchazo, estocada, cuatro descabellos y el novillo se echa (silencio); cuatro pinchazos, media _aviso_ y dos descabellos (silencio).

Plaza de toros de Pamplona. 5 de julio. Primer festejo de la feria de San Fermín. Tres cuartos de entrada.

Y resulta que el francés Andy Younes no paseó trofeo alguno, pero fue el que mostró un toreo con más hondura y personalidad. Su desastroso manejo de los aceros le obligó a salir entre silencios, pero tuvieron gracia y empaque los pocos naturales que dibujó ante el blando y noble tercero, que duró muy poco. Tiene valor y así lo demostró ante el deslucido sexto, al que también mató sin acierto.

¿Y los novillos? Paradójicamente, muy justos de presencia, a años luz de la ‘Feria del Toro’ y de los ‘señores con pitones’ que correrán a partir de mañana; pero de juego muy variado en el caballo y ante los engaños. En todos predominó la noble y calidad de sus embestidas y, en líneas generales, estuvieron por encima de sus matadores.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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