‘Buscando a Dory’: humor, acción y ternura
La continuación de 'Buscando a Nemo' resulta divertida para niños y adultos, aunque no llega al nivel de su predecesora
Vaya por delante que esto no es una crítica cinematográfica al uso, que para eso ya tenemos estupendos críticos en EL PAÍS. Es una opinión, tras ver Buscando a Dory, desde el punto de vista de madre a la que le tocará llevar a sus enanos a ver la película, que ya ha batido los récords de taquilla como mejor estreno de animación en Estados Unidos el pasado viernes. En España, el estreno oficial es este miércoles, con la mayoría de los niños ya de vacaciones. ¿Les gustará a los niños? ¿Y a los padres? ¿Será una de esas películas que estás deseando que acabe o que aprovechas para echarte una siesta, o la disfrutarás tanto como ellos?
La respuesta a la primera pregunta es sí, les gustará a los niños. Tiene sus dosis de humor, de acción trepidante, de ternura, repartidos por toda la película. La disfrutarán más aún si conocen su predecesora, Buscando a Nemo, que aunque es de 2003, muchos habrán visto en casa en la tele o en el colegio. Dory era sin duda uno de los mejores personajes de la primera cinta de Pixar, y centrar la continuación en ella es un acierto. La acción transcurre unos meses después de la primera parte, cuando el olvidadizo pez va recordando, a través de distintos flashbacks, momentos de su infancia y decide buscar a sus padres.
La única duda es si atrapará a los más pequeños (hasta los cuatro o cinco años), ya que quizás se les haga un poco larga la parte más dramática, con el pez cirujano agobiado por su incapacidad de recordar y con el mensaje Disney de exaltación de la familia y de la amistad.
¿Y a los mayores? Como parte de una generación que fue a ver películas de animación ya crecidita pero sin niños (los años dorados de Ice Age, Shrek, Toy Story...), disfruto de una buena película de dibujos, y Buscando a Dory lo es. Tiene un personaje nuevo, el pulpo Hank (doblado en inglés por Ed O´Neill, el cascarrabias Jay Pritchett de Modern Family), muy divertido, que recuerda a Gill, el pez blanco y negro jefe de la pandilla de la pecera de la primera película, aunque creo que le supera. Son muy graciosos (y cabroncetes) los leones marinos. También tiene los típicos chistes pensados para los adultos, como la referencia a Sigourney Weaver. Es divertida y entretenida, aunque no llega al nivel de Nemo (esa escena de la terapia de los tiburones), o de otras más recientes como Del revés.
En cuanto a los debates previos sobre la posible inclusión de una pareja lesbiana y de un personaje transgénero, debo reconocer que, estando pendiente de su aparición, ni me enteré. Si existen, las referencias son tan breves que no creo que aporten nada a la inclusión y a la diversidad.
Dos notas más: el corto que se proyecta al principio, Piper, es un no parar de decir "oooooooooooy". Un pajarito muy muy muy mono, y una pequeña historia muy lograda. Y dos, esperad al final de los títulos de crédito, hay una pequeña sorpresa.
Babelia
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