_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Guerreros en la carretera

Tres novelas negras protagonizadas por veteranos de Vietnam

Diego A. Manrique
Fotograma de la película 'El camino de Cutter', versión cinematográfica de 'Cutter y Bone'.
Fotograma de la película 'El camino de Cutter', versión cinematográfica de 'Cutter y Bone'.

Se amontonan temas sobre la mesa: las polémicas sobre festivales, los ectoplasmas de grupos legendarios visitando escenarios, las causas de la muerte del pequeño genio... Pero giro hacia otros derroteros. Verán: en los últimos tiempos se han traducido novelas de los setenta que retratan, con mayor o menor detalle, la descomposición del sueño hippy.

La última es Cutter y Bone (1976), de Newton Thornburg, en Sajalín Editores. Se une a la formidable Dogs soldiers (1974), de Robert Stone, en Libros del Silencio, y a El último buen beso (1978), de James Crumley, en RBA. Solo esta última exhibe formas clásicas, con detective privado como protagonista y familia rica de fondo. Las tres son novelas de carretera, con protagonistas marcados por Vietnam.

Portada de la edición española de 'Cutter y Bone'.
Portada de la edición española de 'Cutter y Bone'.

La novela negra tiene un sismógrafo altamente sensible, capaz de articular los cambios ambientales antes de que sean materia del cine, la literatura de prestigio o la música popular. Parafraseando al abuelo Sigmund, lo que cuentan esos libros es el malestar en la (contra)cultura. De alguna manera, el movimiento había conseguido triunfos considerables: la retirada de Vietnam, una mayor tolerancia en asuntos de drogas y sexo, cambios en la sensibilidad general. Pero también perdió su impulso y se atascó en los pantanos del hedonismo, la delincuencia, el sálvese-quien-pueda.

Estos autores sugerían que, en lo esencial, no había cambiado la estructura del poder en Estados Unidos. No se trata, advierto, de que destaquen sus mensajes en mayúscula y negrita. Leyendo Cuter y Bone, cabe imaginar el puro deleite de Newton Thornbug al poner en marcha a sus creaciones. Arquetipos inmortales: dicen que aquí encontraron los hermanos Coen el ADN del personaje del Nota, en El gran Lebowski.

Estamos en California, año 1975. Richard Bone es un drop out, un antiguo ejecutivo de éxito que ha abandonado familia y posición para convertirse en un gigoló de segunda división en Santa Barbara. Comparte techo con Alex Cutter, mutilado de Vietnam con infinitas dosis de sarcasmo e ira. Sobre bases tenues, deciden que un poderoso industrial ha cometido un asesinato y pretenden (1) llevarle ante la justicia o, más probable, (2) someterle a un chantaje.

Cualquier lector de novela negra intuye que se trata de una Pésima Idea. Se van a enfrentar con la crueldad intrínseca del sistema o, si lo prefieren, el capitalismo desnudo. A diferencia de los otros dos libros, aquí no alienta una voluntad moral. Cutter y Bone están desesperados y al menos uno de ellos esconde pensamientos suicidas; lo terrible es que también arrastran a las mujeres que se dejan atrapar en su campo de fuerza.

En 1981, se rodó una excelente versión cinematográfica de Cutter y Bone, aquí titulada El camino de Cutter. Tiene suficientes diferencias con el texto de Thornburg como para recomendar su visionado, antes o después de la lectura. El libro, eso sí, resulta más devastador que cualquier golpe de Muhammad Ali.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_