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Cayetano, a hombros en Granada, ante toros insulsos y sin casta

El mano a mano con su hermano Francisco Rivera Paquirri solo reunió un tercio de plaza

Cayetano Rivera en la corrida de Granada.
Cayetano Rivera en la corrida de Granada. JORGE GUERRERO (AFP)
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El diestro Cayetano Rivera cortó cuatro orejas en el mano a mano con su hermano Francisco Rivera Paquirri, y salió a hombros en la primera corrida del abono del Corpus de Granada.

Con un tercio de entrada, se lidiaron seis toros de Fernando Sampedro, de aceptable presentación, pero justos de fuerzas, raza y transmisión.

El balance artístico fue el siguiente:

Francisco Rivera Paquirri: palmas tras aviso; una oreja y una oreja, y Cayetano Rivera: oreja, dos orejas y oreja.

El primer toro de Paquirri no quería pelea por el pitón izquierdo, pero en cercanías consiguió el torero ligar alguna tanda con la derecha, aunque sin llegar a redondear faena por la falta de transmisión y clase del astado. Ni los recursos de circulares invertidos salvaron la escasez del toro, al que se negó a banderillear.

Sí lo hizo en el tercero, de poder a poder en los dos primeros pares y al violín para cerrar. El toro era noble en exceso. No transmitía nada ni se pudo forzar porque embestía andando debido a su escasez de fuerza. Con ese oponente, Paquirri se sintió a gusto, relajado y toreando casi de salón. Pases de desprecio mirando al tendido y tandas a cámara lenta remataron una labor donde la comodidad del torero estaba acorde con la falta de emoción del toro.

En el quinto también se negó el matador a poner banderillas. El toro no tenía ni fuerza ni raza ni nada. Se quedaba debajo sin embestir y, pese a torear en cercanías y entre los pitones, el animal no rompió. Se agradeció la voluntad del torero con una oreja protestada por algún sector del público.

Cayetano salió a no dejarse ganar la pelea por su hermano y se fue a porta gayola en su primero, pero el toro solo tuvo la virtud de una movilidad que resultó engañosa, porque topaba más que embestía, descompuso las tandas, y a veces lo hizo con violencia. Pese a la disposición del torero por ambos pitones, el toro ni humilló ni tuvo clase.

En el cuarto, que brindó a Francisco, destacaron sobre todo un quite de frente por detrás muy en torero. Pero el toro iba de más a menos, y obligó a Cayetano a rectificar los terrenos en casi todas las tandas. Argumentó la faena en la segunda raya de picadores y el astado se rajó definitivamente imposibilitando el remate lucido y la culminación de su labor.

El sexto no tuvo mucha clase ni acabó de romper, pero lo sacó a los medios y en el centro del anillo se cruzó y citó de frente con mucha entrega, aunque el animal iba a menos y no pudo redondear la faena.

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