Dilemas morales
De Claudio Magris a Jean Legrand, o de Elena Ferrante al Nobel Coetzee
En estos tiempos revueltos de valores mudables y efímeros, tal vez al lector le seduzca situarse en encrucijadas morales como las que le ofrecen dos novelas de maestros de la narrativa anglosajona, que despliegan tragedias cotidianas y dilemas éticos en los que el talento de sus autores nos obliga a implicarnos, La ley del menor (Anagrama), de Ian McEwan, y La guitarra azul (Alfaguara), de John Banville. De las deudas emocionales contraídas con una Europa doliente bajo el nazismo y de la paradoja de que recordar la guerra contribuye a la paz se ocupa la última novela de Claudio Magris, No ha lugar a proceder (Anagrama), cuadro neocubista con un triste Trieste de fondo, entre el horror y la redención. Un ejemplo de la narrativa considerada como un juego con la narrativa misma es el que ofrece el siempre travieso Frédéric Beigbeder en Oona y Salinger (Anagrama), un juego epistolar de historia-ficción que construye la relación que podrían haber tenido Salinger, aún anónimo y con un fusil en Normandía en vez de con un ejemplar de El guardián entre el centeno, y una niña bien que se casó con Charlot. Y les proponemos una novela más traducida del francés, Doble fuga de amor y muerte (Periférica), de Jean Legrand, amor intenso sin almíbar en 52 páginas, un descubrimiento en todos los sentidos. ¿Prefieren una narrativa impregnada de humor? Dos delicias, la vida cotidiana real contada por un chaval superdotado, Somos una familia (Tusquets), del italiano Fabio Bartolomei, y Cómo se hizo ‘La guerra de los zombies’ (Libros del Asteroide), una comedia muy seria de humor y absurdo de Aleksandar Hemon. Elena Ferrante simboliza el enigma: de la autoría, de la palabra y del sentimiento. La trilogía Crónicas del desamor (Lumen) es una invitación a adentrarse en el bosque emocional de su serie Dos amigas. Y un viaje a París siempre es un regalo, y si vamos de la mano de Louis Aragon y regresamos a la ciudad luz en los oscuros felices veinte, el regalo es doble: El aldeano de París (Errata Naturae), un mirada poética al mundo que nos contempla. Y para acabar, cuatro propuestas. La última novela de la premio Nobel Toni Morrison, La noche de los niños (Lumen), una elegía a la mujer y a la raza negra en un mundo amenazador; los viajes narrativos del holandés Cees Nooteboom, El azar y el destino. Viajes por Latinoamérica (Siruela); Las manos de los maestros. Ensayos selectos (Literatura Random House), del Nobel Coetzee, una recopilación de perspicaces ensayos sobre Faulkner, Gordimer, Lessing o Philip Roth, de lo más granado de la narrativa contemporánea; y La bailarina de Izu (Seix-Barral), del Nobel suicida japonés Kawabata, un volumen misceláneo autobiográfico y perturbador que infunde respeto. Si lo anterior no les convence, piensen que tienen a su disposición la última novela del proto-Nobel DeLillo, Cero K (Seix Barral), y las tentadoras novelas del Nobel Modiano. Y siempre pueden disfrutar con Sobre la lectura (Cátedra) de Proust, un clásico cada vez más joven.
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