Cien años de lazos diplomáticos entre Shakespeare y Cervantes
La British Spanish Society celebra en su centenario una insólita historia de diplomacia cultural entre España y Reino Unido
Al hacer coincidir el mismo 23 de abril de 1616 el fallecimiento de dos gigantes de la literatura universal, el destino brindó a Inglaterra y a España la oportunidad de celebrar conjuntamente el poder de sus respectivas culturas. Y este año en que se cumplen 400 años de las muertes de Shakespeare y Cervantes, se conmemora también el centenario de una institución, la British Spanish Society, que ha trabajado por estrechar los lazos culturales entre los dos países y superar los estereotipos negativos que dominaron sus relaciones hasta el siglo XIX.
La sociedad nace en 1916 como un experimento de “diplomacia extraoficial”, en palabras del periodista y escritor Jimmy Burns Marañón, nieto del doctor Gregorio Marañón y actual presidente de la British Spanish Society. “Surge en un momento histórico crucial, en medio de nada menos que una guerra mundial”, sigue Burns. “En el Foreign Office había preocupación respecto a la neutralidad española, ya que se había detectado una tendencia en ciertos sectores en España a apoyar a Alemania. Eso habría tenido importantes consecuencias para Latinoamérica, donde Gran Bretaña tenía intereses, sobre todo en los sectores minero y bancario. Fue un intento de estrechar lazos diplomáticos a través de la cultura”.
El favor de los países neutrales era codiciado por las potencias beligerantes, deseosas de encontrar aliados para el periodo de posguerra. Y Alemania, temían los británicos, estaba ganando la guerra en el frente de la propaganda. El 15 de septiembre de 1916, en una iniciativa probablemente orquestada desde el Foreign Office, un grupo de académicos de la universidad de Oxford y el catedrático emérito de Liverpool John Mackay publican un artículo en el Times en el que anuncian la creación de lo que entonces se llamaría la Anglo Spanish Society.
El propio Mackay se convertiría en el motor de arranque de la sociedad, aunque sus lazos con España se limitaban a que su hermano, William Alexander Mackay, había sido fundador del Recreativo de Huelva, el primer club de fútbol español. La sociedad empezó a fraguarse en la universidad de Oxford, donde se crea una cátedra de español.
La conmemoración del tricentenario de la muerte de Shakespeare y Cervantes sirvió para estrechar las relaciones entre ambos países. Se crea la cátedra de Cervantes en el King’s College londinense que, aliada con la Anglo Spanish Society, fomenta el aprendizaje de español en Gran Bretaña. De forma casi natural, lo que se ideó para dirigir una campaña propagandística a favor de los aliados en España y Latinoamérica, acaba dedicado al fomento de la cultura española en territorio británico.
Para cuando termina la guerra, la Sociedad se había extendido por distintas sedes en el país, desvinculada ya oficialmente del Foreign Office. “Durante gran parte del siglo XX las relaciones diplomáticas y políticas entre los dos países se complican, casi siempre por culpa de circunstancias en España, como la guerra civil o la dictadura”, explica Burns. “Pero la Sociedad se mantiene durante todos los años de inestabilidad, y eso lo que demuestra es que los lazos culturales, despolitizados, tienen una larga vida y se mantienen a pesar de los vaivenes políticos”.
Lo cierto es que la Gran Depresión y, después, la Segunda Guerra Mundial pudieron momentáneamente con la Anglo Spanish Society. Pero en los años 50 vuelve a surgir, esta vez de la mano de la diplomacia de una España franquista aislada internacionalmente.
En esos años desempeña un papel crucial Mabel Marañón, madre del actual presidente de la Sociedad. Hija del doctor Marañón, estaba casada con el periodista Tom Burns, que había estado al frente de la oficina de prensa de la Embajada británica en Madrid en los años 40, desde donde, según recoge su hijo Jimmy en el libro Papá espía (Debate), se empleó para que Franco no entrara con Hitler en la guerra.
Mabel Marañón (1918-29008) fue, según varios autores, una “embajadora extraoficial” de España en Londres y su papel fue clave en el resurgimiento de la British Spanish Society. “La casa de mis padres hacía las veces de oficina de la Sociedad”, recuerda Jimmy Burns. “Era una casa abierta por la que pasaban republicanos, monárquicos, franquistas, gente del mundo cultural y social. Estar fuera de España daba libertad para el diálogo, y eso se vivía a través de la Sociedad en mi casa familiar”.
El espíritu transformador de la Transición democrática alcanzó a la British Spanish Society, que emprendió el exigente camino para cambiar su estatuto jurídico y convertirse en una organización sin ánimo de lucro, proceso que culminó con el cambio de siglo.
Hoy la Sociedad centra su actividad en la educación y la promoción de la cultura. Cuenta desde 2008 con un programa de becas de investigación, de las que hasta la fecha se han beneficiado más de 40 estudiantes de posgrado españoles o británicos. Cuenta también con una publicación cultural, La Revista, y realiza diferentes eventos a lo largo del año. Exposiciones, coloquios, presentaciones de libros y una cena de gala anual que, en la conmemoración del centenario, el pasado 20 de abril, presidieron la reina Sofía y el duque de York.
Todo con el mismo fin de, en palabras de Burns, “mantener en términos éticos, sociales y culturales ese puente entre los dos pueblos y entre los dos grandes idiomas del mundo”. Su historia ha sido recogida, con motivo del centenario, en el libro Cultural diplomacy, de Luis G Martínez del Campo, publicado en edición bilingüe el año pasado.
Para Burns, las relaciones entre los dos países atraviesan un buen momento. “Hay factores que crean una incertidumbre lógica, y en eso incluyo desde Gibraltar hasta el referéndum sobre la UE en Reino Unido”, reconoce. “Pero a pesar de todo eso yo, que he vivido las relaciones desde hace 60 años, creo que no podríamos estar mejor. Vivo en Londres, una sociedad multicultural en la que los españoles forman una comunidad largamente aceptada. Luego están los británicos que viven en España, los que visitan sus sitios favoritos de Europa, que están en España, y que adoran la cultura española. Ahora, en el 400º aniversario de la muerte de Cervantes y de Shakespeare, es un buen momento para recordar que nos unen más cosas de las que nos dividen”.
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