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Un paseo familiar por los recovecos de la crisis griega

'Los Tyrakis' repasa a través de un clan las dificultades que atraviesa el país desde 2010

M. A. SÁNCHEZ-VALLEJO
Joaquín Estefanía y Ana R. Cañil.
Joaquín Estefanía y Ana R. Cañil.Bernardo Perez (EL PAÍS)

Julio de 2015. La temporada turística bate récords en Grecia, para alivio de su maltrecha economía, cuando la convocatoria de un referéndum sobre las condiciones de un rescate —el que sería el tercero— y la imposición de un corralito sobresaltan al mundo. Una pareja española de vacaciones en el país aparca la holganza y recupera su oficio, el de informar. Ana R. Cañil, colaboradora de El Huffington Post, y Joaquín Estefanía, exdirector de EL PAÍS, querían enseñar a sus hijos “la Grecia de la Acrópolis y a la par la de la crisis, pero el referéndum nos pilló por sorpresa”. Una segunda casualidad les puso en bandeja a los protagonistas del libro que explica ese periodo y los factores que llevaron hasta él, Los Tyrakis (Galaxia Gutenberg): una saga familiar que es también un paseo por la convulsa Grecia de 2015, sometida, en una tormenta perfecta, a la coyuntura económica más adversa y a la llegada de cientos de miles de refugiados. “Contactamos casualmente con Manolis Tyrakis como intérprete, y él nos propuso conocer a su madre, una mujer de 85 años que votó no muy convencida en el referéndum y es defensora de [Alexis] Tsipras”, explican los autores.

Penélope Tyrakis es una madre coraje de nueve hijos que sobrevivió siendo una niña a la ocupación nazi de su pueblo, en Creta, y ahora, en lo mejor de su vida —aun con la pensión reducida a la mitad; se han recortado 11 veces desde 2010—, ve cómo otros alemanes, con el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble a la cabeza, intentan doblegar nuevamente a los griegos. Peleona, digna y nada complaciente, la matriarca Tyrakis rebate la mayor: que los griegos han vivido por encima de sus posibilidades. “Que venga Schäuble y me explique en qué he vivido por encima de mis posibilidades”, clama la mujer en el libro, recordando que a los 12 años se puso a trabajar en una imprenta, y que sacó adelante a nueve hijos sin recursos.

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“¿Por qué nosotros? Si como la nuestra hay miles de familias en Grecia…”, fue la respuesta del clan a la propuesta de los autores. “Precisamente por eso, porque representan la clase media, ilustrada, la más machacada por la crisis… Entre los Tyrakis hay parados, marinos, jubilados, gente que no puede pagar la hipoteca o que acumula trabajos precarios. Tienen una dignidad absoluta; no lloran, buscan soluciones. Y tienen un discurso realista, contundente y sin mediatizar”, cuentan Cañil y Estefanía.

Laboratorio

A través de conversaciones individuales, presenciales o por Skype con los miembros que viven fuera —como otros griegos, los Tyrakis también fueron emigrantes, eso explica la cálida acogida de los refugiados—, el libro retrata la recesión griega, “el laboratorio donde se han ensayado todas las perrerías posibles…”, subrayan los autores. Tres rescates después, la economía apenas da señales de recuperación, “lo único que ha mejorado es el déficit público, y eso es algo que los ciudadanos no notan”.

De la andadura de los Tyrakis, que gracias al ascensor social lograron prosperar... hasta el embate de la austeridad, los autores extrapolan varias lecciones: “La primera, que la decadencia le puede llegar a cualquiera; la segunda, que la sociedad griega es muy parecida a la española, de ahí lo vano que resulta decir eso de que España no es Grecia. Los que son diferentes son los Estados, fallido el griego en relación con el español, pero sus problemas son muy parecidos a los nuestros”.

Para Grecia, como para España, “Europa era tener un Estado de bienestar y libertades, esa es la esencia de la democracia. Pero la democracia se ha convertido en una camisa de fuerza dorada para Grecia, porque en el país que la ha creado, una democracia plena resulta difícil de mantener si no se solucionan las dos crisis [la económica y la migratoria]; de ahí que parte de la población, como algunos Tyrakis, viva al margen de la política y constate a diario que dependen de sí mismos porque Europa los ha traicionado. Pero fueron más europeístas que nadie”.

La ceguera de Bruselas, Grecia convertida en una mercancía —y en un almacén de refugiados—, Europa mirando hacia otro lado. Como escribió una vez Sartre, y Cañil recuerda, todos somos judíos con respecto a alguien, “y los griegos son ahora los judíos de Europa”.

"Un desastre espléndido"

En un pasaje del libro, Ana R. Cañil y Joaquín Estefanía recuerdan la escena en que Zorba, que asiste a la ruina sin paliativos de su negocio, define así el fracaso a su creador literario, el escritor cretense Nikos Kazantzakis: “¿Alguna vez viste un desastre más espléndido que este?”. Con esta poderosa imagen, un fogonazo de épica modesta, los autores reflejan también “una crisis más profunda que la Gran Depresión de los años treinta en Estados Unidos”, así como una yuxtaposición dramática: “El contraste entre pobres cotidianos [los griegos] y pobres más pobres, excepcionales y desarraigados [los refugiados]”. La coyuntura imposible que hoy vive Grecia.

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