La mujer, culpable
Erlea Maneros Zabala interviene en el Reina Sofía a partir de la película censurada por el franquismo 'La bandera negra'
La película La bandera negra dirigida por Amando de Ossorio en 1956 está considerada como la primera película víctima de la censura franquista. Basada en un monólogo teatral de Horacio Ruiz de la Fuente, cuenta la historia de un hombre que deambula solo por las calles la noche en la que su hijo va a ser ejecutado a causa de un crimen pasional. Interpretada como un rotundo alegato contra la pena de muerte, el protagonista señala como único culpable a la mujer. El filme se proyecta en la sala 403 del Reina Sofía bajo el epígrafe de Un arte para el régimen: ruina y utopía en el sueño de exaltación nacional. Junto a la obra de Ossorio cuelgan pinturas de José Caballero, Salvador Dalí, José Gutiérrez Solana y Joaquín Vaquero Turcios. Es una muestra del arte que se produjo en España durante la dictadura.
Erlea Maneros Zabala (Bilbao, 1977) contempló esta sala por primera vez hace dos años. Recorría el museo para realizar un proyecto vinculado a la colección permanente del museo y decidió que la sala 403 sería la fisura perfecta por la que colar su intervención.
Las mujeres, como culpables de lo que se narra en la sala, determinaron su elección: “La mujer de la que se habla en la película es el vértice de un triángulo isósceles, el más bajo de las figuras geométricas. Se la hace culpable y merecedora del castigo. Las mujeres toreras que aparecen en la obra de José Caballero son las auténticas víctimas del espectáculo taurino”.
Para su intervención, un libreto desplegado en la sala 1 del museo, Erlea Maneros Zabala eligió un día al azar: el 2 de marzo de 2016. Desde la medianoche hasta el día siguiente. La comisaría Beatriz Herráez explica que la intervención se remite a una obra de teatro, y se apoya en el estudio de los libretos del apuntador, una forma de escritura descriptiva que la artista adopta para aproximarse al conjunto de obras referidas.
Lo que el visitante ve es una sucesión de obras de apariencia abstracta y de planillos en los que se señala la situación de los personajes protagonistas de las obras, de los movimientos del personal de seguridad, de la intensidad de la iluminación y de todo movimiento que se produce en ese espacio acotado. Con todo ello, la artista ofrece una nueva lectura de la sala 403 determinada por los complejos dispositivos que rigen la vida de cualquier museo. Las reglas internas y los protocolos conforman un elemento externo a la obra de arte que, sin embargo, puede hacer variar su argumento.
Beatriz Herráez opina que la intervención de Maneros hay que contemplarla como un libreto de apuntador en el que se invita a tomar conciencia de la escena de la que formamos parte al traspasar la entrada del museo y pasear por sus salas.
Manuel Borja-Villel, director del museo, explica que la intervención de la artista invitada pone en duda todo lo que fue la exaltación nacional a partir del arte. “Maneros ha creado tres ámbitos de lectura: un libreto con actores (las obras) junto a las que lo ordinario (iluminación, vigilancia) se mezcla con lo ficticio (los discursos). Esta obra enlaza con la sala 403 y con la exposición Campo Cerrado que inauguramos el 27 y donde por primera vez se cuenta lo que fue el arte durante el franquismo”.
La exposición se completa con una selección de dibujos en tinta sobre papel titulada Exercises on Abstraction, alguno de los cuales pertenecen a los fondos del museo. Son trabajos realizados de manera mecánica que la artista logra al sumergir papeles offset en tinta negra. En las series II, III y IV de estos trabajos se aplican distintas técnicas de marmoleado que originan efectos en forma de ondas, zigzags o espigas.
Babelia
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