“Hollywood tiene la responsabilidad de reflejar la diversidad de EE UU”
Will Smith defiende en España su decisión de no asistir a la ceremonia de los Oscar, cuando arrecia la polémica
Si ayer era miércoles, estaba en Madrid. Porque hoy tocará Londres y pasado... Will Smith (Filadelfia, 1968) irá donde le lleve la promoción de La verdad duele,la película que podía haberle llevado a la ceremonia de los Oscar por tercera vez, y que se estrena en España el 12 de febrero. “Hollywood es mi familia y para mí la familia es lo más importante que hay. Pero tenemos un problema”, contaba ayer. Y no por la ausencia de su candidatura, sino porque ningún actor negro —afroamericano o británico— estará presente, por segundo año consecutivo, entre los veinte intérpretes candidatos a los premios de la Academia de Hollywood el próximo 28 de febrero. Y en esta edición podían haber estado, por ejemplo, Smith, Idris Elba o Samuel L. Jackson. Su esposa, la también actriz Jada Pinkett Smith, fue una de las primeras en avivar la tormenta.
Aquel chaval rapero que “en Filadelfia vivía y crecía”
La carrera de Will Smith empezó en la música. A los 20 años era una millonaria estrella del hip-hop... con problemas de impuestos que le llevaron a la bancarrota, de la que se salvó en 1990 gracias a un contrato con la NBC para protagonizar la serie El príncipe de Bel-Air. Fueron seis temporadas de un éxito inmenso, que le llevó a ser conocido en todo el mundo, y en la que en realidad se interpretaba a sí mismo: al fin y al cabo, Willard Carrol Smith junior también había nacido y crecido en un barrio del Oeste de Filadelfia "sin hacer mucho caso a la policía", como su personaje de la sitcom. Sobre la serie, a la que guarda "gran cariño", se ha referido en diversas ocasiones en el chat. Por ejemplo, hablando sobre Alfonso Ribeiro, que daba vida a su patoso primo Carlton. "Yo era mucho mejor bailarín, pero estoy seguro de que él cree que es mejor, especialmente ya que acaba de ganar el concurso de Bailar con las estrellas en la edición estadounidense". Y aseguró conocer las distintas versiones —las hubo en muchos idiomas, ya que se estrenó en casi todo el planeta— del rap inicial que él mismo declamaba: "Me gustaban. La española, la italiana. La oí en dos o tres idiomas. No me gustó nada la alemana. Esas palabras...".
Así que por los Oscar ha quedado algo de lado la publicidad de este drama, la historia real de cómo Benneth Omalu, un doctor nigeriano resiente en Pittsburgh, un patólogo forense, puso en jaque a la Liga de Fútbol Americano al descubrir que los golpes reiterados que reciben los jugadores en sus cabezas provocaban —y provocan— daños cerebrales en uno de cada cuatro profesionales, que acababan dementes. Muchos se suicidaban. Es la CTE, encefalopatía traumática crónica. Tras un acuerdo extrajudicial, la Liga reconoció la relación entre contusión o demencia, empezó a realizar cambios en el juego, pero prohibió que se desvelara cuándo habían sabido de esa relación causa-efecto. Algo parecido a las empresas tabacaleras.
Smith estuvo por la mañana concediendo entrevistas y una rueda de prensa en la que ahondó en los cambios que deberían hacerse para acabar con la mala relación entre la Academia y las minorías étnicas. “No voy contra ellos [...], aunque tenemos un problema, y hay que resolverlo internamente. No me siento dolido, no en lo personal, ni porque piense que me han quitado algo que me merecía. Para mí va mucho más allá. No podemos dejar que esta diversidad y esta belleza de lo diferente que cobija América, su riqueza, se nos escape, y Hollywood tiene la responsabilidad de reflejarlo y de ser líder en la creación de contenidos diversos. Porque la diversidad es nuestra herramienta y nuestro poder”.
En ese sentido, apuntó que la “mejor versión de América se observa cuando todas las ideas, la innovación y las culturas de todos los pueblos se unen en esa misma sociedad y en ese mismo proyecto”.
Jada Pinkett Smith ha sido una de las primeras actrices que levantó su voz contra la Academia, que el pasado viernes anunció una serie de cambios para revitalizar su sangre y dar cabida a voces distintas. En la Academia de Hollywood votan 6.000 miembros: el 94% de ellos son blancos y a su vez de esa cantidad el 77% son hombres, con una edad media de 62 años. Para Smith, este problema forma parte de algo más profundo, y probablemente relacionado con el trasfondo de su película. “Para mí es muy importante trasladar esto a mis hijos: tienes que ser auténtico, sobre todo contigo mismo. Normalmente el mundo no va a querer que lo seas, y a veces te castigará por ser quien eres. Lo recalco mucho en casa, le digo a mi familia que no tienen que pedir disculpas y que se sientan cómodos con ellos mismos, pero que sepan también que tienen que estar dispuestos a cargar con las consecuencias”.
Para EL PAÍS, Smith fue un poco más allá, y apoyó las declaraciones de Paris Barclay, presidente del Gremio de Directores de Estados Unidos, que considera insuficientes los cambios de la Academia anunciados por su presidenta, Cheryl Boone Isaacs. Por cierto, tanto Barclay como Boone son afroamericanos. “Cualquier cosa en la vida está en cambio perpetuo. No puedes quedarte clavado porque el universo muta. El proceso de crecimiento y de creación de Hollywood tiene que ir relacionado con la belleza de la diversidad estadounidense, que continuamente crece y crece. Aplaudo la rápida respuesta de la Academia y sus propuestas, pero es un proceso que no puede darse por cerrado, porque día a día la vida cambia. Hablo de un mundo, el del cine, que debería asentar sus decisiones en el aspecto creativo, así que no creo en un sistema de cuotas, sino en una apertura colectiva y en querer compartir y saber del otro. Las cifras y los números no son tan relevantes como la apertura de caminos para todos los creadores”. No quiso ir más allá, aunque por la tarde, en su visita a EL PAÍS y en charla con el director Antonio Caño, comentó entre risas: “Mi sobrino se queja porque ya no tengo entradas gratis para la Super Bowl por culpa de la película ni voy a ir a los Oscar”. Efectivamente, Will Smith ya no mola.
Una chica muy baja
En su paseo vespertino por este diario Smith recibió todo tipo de alabanzas y saludos: por su carrera, por la huella que dejó El príncipe de Bel-Air en el imaginario colectivo español y por su cutis.... Cosas que se oyen por los pasillos. En el chat con los internautas recordó que conoció a su actual esposa, Jada Pinkett, justo en el casting de aquella serie, aunque no la cogieron: “Le dijeron que era demasiado baja. Supongo que era demasiado baja para la serie pero de altura perfecta para mí”.
A ella le dedicó otro halago: “He tenido una carrera maravillosa. He sido bendecido al poder compartir la cámara con algunas de las mujeres más bellas y con más talento de Hollywood. Pero en Ali yo trabajé con mi esposa, así que a la pregunta ¿cuál es la mujer más sexy con la que ha compartido una secuencia de película? tengo una respuesta fácil”. Aclaró que una serie de televisión sitcom “es el mejor trabajo que te pueden dar en la industria”.
Sacando su humor a pasear, explicó sobre la secuencia más complicada de su carrera: “Creo que hubo una en Ali, en Mozambique, donde tuve que rodar 67 tomas. Es la que más he tenido que repetir. Normalmente lo consigo antes de 50”. Y sobre su carrera actual apuntó: “Me siento cómodo es con el cambio. Siempre me gustado la comedia, pero según me hago mayor, me veo gravitar hacia el drama. Soy leyenda es lo más cerca que he estado de hacer una película que fuera un drama maravilloso y a la vez un éxito de taquilla veraniego”.
Babelia
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