La televisión es en color
Las minorías son cada vez más visibles en las series y en las ceremonias de premios
Hay un episodio memorable de Master of None, la comedia de Aziz Ansari en Netflix, que se llama Indios en la tele. En él, nos enseña las dificultades que tiene un actor de color no blanco para que le den un papel en el que no haga de minoría, es decir, un papel que podría hacer un blanco, lo que se llama normalidad. Ansari acude a un casting y se encuentra con un amigo indio que también busca el papel. Maldición, piensa, solo puede haber un indio. La diversidad consiste en que puede haber un asiático, pero no dos asiáticos, porque entonces es una serie de asiáticos. Puede haber un hispano, pero no dos hispanos, porque entonces es una serie de hispanos. Un blanco vale para todo, pero una minoría no.
Ansari se basa en sus experiencias cuando andaba recorriendo castings por Nueva York antes de ser una estrella. La nueva era de la televisión, sin embargo, es de colores. Incluso si solo hay uno, cada vez es más habitual que sea el protagonista. Un ejemplo de los recientes Globos de Oro: Ansari estaba nominado como mejor actor de televisión junto con tres blancos y un hispano, Gael García Bernal, que ganó. García Bernal es el protagonista de Mozart in the Jungle, de Amazon. Los nuevos y poderosos jugadores en el mundo de la producción de televisión apuestan por rostros no blancos sin complejos. Los nominados en la mejor miniserie eran dos negros, dos blancos y un hispano, Oscar Isaac, que ganó, en un papel en el que no hace de hispano.
En televisión están triunfando series para el gran público con actores no blancos. Ahí están Fresh off the Boat, sobre una familia de inmigrantes coreanos, una serie de asiáticos, como diría Ansari, pero no para asiáticos, sino para todo el mundo. Empire no es una serie de negros, sino una serie con actores negros —porque lo requiere la historia— para el gran público. Podía haber sido sobre el mundo del country, pero es sobre el hip hop y es perfectamente vendible.
La lista es enorme. La serie Black-ish, el éxito de Jane the Virgin, Cómo defender a un asesino, Orange Is the New Black… Todas con repartos mezclados. Una de las grandes producciones de Hulu es East los High, una serie de instituto ambientada en el este de Los Ángeles. Podía haber sido en Beverly Hills, pero en esta serie todos son hispanos y bilingües. Quizá exista aún el límite que decía Ansari. Jane de Virgin es multicultural, East los High es de latinos. Pero las fronteras entre una cosa y otra se van desdibujando y, por el camino, la televisión se está deshaciendo del estándar blanco a gran velocidad.
Las nominaciones a los Oscar anunciadas el jueves ya han sido recibidas con una catarata de comentarios por no incluir actores de color. Pero la televisión, al menos, parece salir a la calle de vez en cuando. Los Ángeles, la región que acoge la industria de Hollywood, un reducido universo paralelo en las montañas, tiene un 48% de población hispana y solo un 26% de blancos no hispanos. Cuando pasa cualquier cosa en Los Ángeles, las posibilidades de que haya un hispano por medio son de una de cada dos. Hasta en un atentado islamista como el de San Bernardino, resulta que el cómplice es de origen mexicano. En Los Ángeles nunca ha habido una minoría negra poderosa, los afroamericanos son el 9% de la población y en California son el 6%. Pero la subsede y el plató natural favorito de la industria, Nueva York, tiene un 17% de afroamericanos. Hollywood no puede decir que no los vea.
126 millones de espectadores, el 41% no blanco
En el mundo de la televisión infinita, cuando cualquiera puede ver lo que quiera a cualquier hora y donde quiera, se puede atacar al público por nichos. Las consecuencias son que hay ficciones de todo tipo y se puede calcular bien el riesgo en su producción. Se pueden hacer series de negros o de indios, como diría Aziz Ansari, y encontrar un enorme público y rentabilidad, mientras en la televisión tradicional eran juzgadas por su capacidad para competir con la programación mainstream. Y algunas de ellas, saltan al gran público por derecho propio.
Según datos de Nielsen recopilados recientemente por la revista Variety, hispanos, negros y asiáticos ya son el 41,2% del público de televisión entre 18 y 49 años. Es un aumento de cinco puntos en los últimos cinco años. Nielsen calcula que las televisiones este año compiten por la atención de 126,8 millones de espectadores. En las cadenas en abierto nacionales, la serie Blindspot, con protagonista blanca, gana entre espectadores de todas las razas menos los afroamericanos, que prefieren Rosewood, que tiene un protagonista negro.
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