El drama de ser gente corriente
Wolitzer nos narra aquí una historia típicamente estadounidense, con sus estudiantes de universidades públicas. El talento se convierte en la preocupación de los personajes
Los interesantes comienza en un campamento de verano en la Costa Este de Estados Unidos llamado Spirit in the Woods, al que acuden adolescentes con inquietudes artísticas. Será allí donde Julie, la chica de clase media que protagoniza la novela, transformará su nombre por el de Jules —lo que le hará parecer más “interesante”— y conocerá a los que serán sus mejores amigos para toda la vida: Ash y Ethan.
La narración sigue a estos adolescentes y a algunos otros como Jonah o Goodman, el hermano de Ash, a lo largo de su trayectoria vital; su escenario de fondo es una Nueva York que sufre importantes cambios: desde lo “violenta, atestada y competitiva” que, en palabras del narrador, era la ciudad en la década de los setenta hasta la metrópolis turística y de precios prohibitivos en que se ha convertido actualmente.
La novela ofrece un análisis pormenorizado y lúcido de la ansiedad contemporánea por alcanzar el éxito. En Los interesantes, son los conflictos de clase los que articulan estas ansiedades y temores en el personaje de Jules, quien se autopercibe como una figura gris y anodina en un entorno de triunfadores, y cuyas reflexiones son el hilo conductor de la narración.
Ya desde su adolescencia, la entonces Julie supo que no era nada fácil “gestionar la superposición de aquellos dos mundos”, el de sus amigos de Manhattan y el suyo de chica de clase media que vivía en una localidad sin encanto de la periferia neoyorquina. Justamente cuando el lector llega a la mitad de esta novela de 600 páginas, Jules resume las ansiedades que articulan su relato en un comentario que le hace a Dennis, su marido, acerca de Ash y Ethan, este último millonario gracias al éxito de su serie de animación Figland: “Si nos conociéramos ahora, jamás nos haríamos amigos. ¿Te crees que sentirían que tienen algo en común con nosotros si alguien les dijera: ‘Os presento a una trabajadora social y a un ecografista encantadores?”.
Wolitzer nos narra aquí una historia típicamente estadounidense, con sus estudiantes de universidades públicas que sienten envidia tanto de los que lograron ir a otras privadas y más prestigiosas como de aquellos que tienen talento para las artes. El talento se convierte en la preocupación de los personajes, a falta de otras. El principal mérito es no limitarse a ofrecer una dosis de costumbrismo estadounidense, sino un fino análisis de las relaciones humanas, con una importante dosis de crítica. Es, por tanto, una novela en la que el interés del lector solo decae cuando le asaltan las erratas —más de las deseadas— que trufan esta edición.
Los interesantes. Meg Wolitzer. Traducción de Laura Vidal. Alba Editorial. Madrid, 2015. 615 páginas, 24 euros.
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