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Lo que fue y lo que es

'Siempre me resistí a que terminara el verano' es la última producción de Asier Etxeandía

Isabel Valdés
Los actores y director de la obra 'Siempre me resistí a que terminara el verano'.
Los actores y director de la obra 'Siempre me resistí a que terminara el verano'. Álvaro García

Quien tiene un pueblo al que volver sabe que es fácil o difícil según las circunstancias, depende del por qué y tiene mucho que ver con el cuándo. Si han pasado dos décadas desde la última vez que se cruzó el cartel blanco enmarcado por esa línea negra o roja que tienen todos los carteles de pueblo de España, una balsa de aceite, desde luego, no será. Aunque los ciclones emocionales no tienen por qué ser negativos, no siempre. Algo parecido a una tormenta de verano es lo que ocurre en Siempre me resistí a que terminara el verano, la última producción de Asier Etxeandía (Bilbao, 1975), en el Teatro Marquina de Madrid hasta el próximo 13 de diciembre. “Improrrogable”, avisan desde la compañía.

Los mismos seis personajes (uno de ellos lo interpretan dos actores) que danzan entre el pasado y el presente sobre el escenario se sientan, en fila y para nada en silencio, en las butacas del Marquina. Están a punto de retomar el ensayo de esa obra escrita y dirigida por Lautaro Perotti (Argentina, 1974), una suerte de terapeuta teatral para los propios actores.

Dice el director que es una pieza que tiene que ver con el encuentro, en este caso el de cuatro amigos tras 20 años sin verse y en el momento en el que cruzan el ecuador de sus vidas: “Esto genera revisiones, planteos, qué han hecho durante este tiempo, qué soñaban y qué tienen”.

No es una pieza sobre la crisis de los 40. En eso todos están de acuerdo. Es sobre esas pequeñas cosas que generan evaluaciones con uno mismo. A Perotti le interesaba ver cómo cuatro personas se planteaban de distinta forma la búsqueda y el encuentro del sentido de sus propias vidas. “Poder escapar un poco a los miedos, al egoísmo que genera el miedo”, matiza. Uno de esos lugares seguros en los que refugiarse es, delante de bambalinas, El Caimán. Un prostíbulo de pueblo en el que, durante su adolescencia, esos amigos conocieron a Isabel —en la realidad Estefanía de los Santos (Sevilla, 1975)—.

Cuenta Pablo Rivero (Madrid, 1980) que son ese lugar y esa mujer el catalizador, no su personaje (Andrés) ni el del amigo al que acompaña, Andrés Gertrudix (Madrid, 1977) como Raúl, ese que desata la historia al volver al lugar donde nació tras la muerte de su padre: “Es intrínseco a la condición humana lo que se te mueve cuando vuelves a aquellos lugares que te vieron crecer”.

'Siempre me resistí a que terminara el verano'

Dramaturgia y dirección: Lautaro Perotti

Reparto: Pablo Rivero es Andrés, Andrés Gertrúdix es Raúl, Estefanía de los Santos es Isabel, Unax Ugalde es José Antonio, Santi Marín es Diego. En sustitución, Samuel Viyuela es Diego.

Espacio sonoro y música original: Asier Etxeandia, Tao Gutiérrez y Enrico Barbaro.

En el Teatro Marquina de Madrid hasta el 13 de diciembre.

Unax Ugalde (Vitoria, 1978) hace el amago de impostar tristeza cuando comenta que él interpreta a “ese que nunca salió del pueblo”. Ellos tres se reencontrarán en ese lugar sagrado que es el del descubrimiento del sexo para un adolescente, y como una especie de chamana del pasado y el presente, Isabel, la prostituta que les “enseñó” cuando aún la barba no terminaba de romper. El cuarto es Diego, interpretado por Santi Marín (Valladolid, 1983) y en sustitución, por Samuel Viyuela (Madrid, 1988). Es el contrapunto, alguien que no se hace las preguntas que taladran a los tres amigos, alguien que lo ve todo con practicidad, alguien a quien aún no le hace falta hacer balance.

En ese contexto se mueve el texto de Siempre me resistí a que terminara el verano, también la música, y el espacio. “Y el sonido de la lluvia, que es muy importante”, puntualiza alguno de ellos mientras continúa la conversación a siete voces. No es una comedia, ni tampoco un drama, como la vida. De todo un poco.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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