El último baile de Perejaume
Perejaume entra de lleno en esa dialéctica tan de moda hoy de los nuevos medios que producen formas pasadas de moda
Puede que no sea sólo un interés conceptual el que ha motivado a Perejaume (Sant Pol de Mar, 1957) a realizar estos últimos trabajos, también la amnesia actual y esa sensación que tiene el “consumidor” de arte (así nos ven la mayoría de galeristas, directores de museo y hasta la clase política) de vivir permanentemente en la poshistoria, un efecto que hace que parezca que nos movamos por los espacios artísticos como en una esfera aparte y después del final del tiempo. Perejaume replica a esa cultura turístico-consumista con sus Condensacions (condensaciones), a partir de las cuales interpela al espectador: “¿No os parece que las obras empiezan a ser tan valiosas como el lugar que ocupan? ¿No oís, de tantas como hay, que las obras dicen y redicen, tanto al que las visita como al que las hace? Nos dicen: no cabemos, hacednos sitio”. De estas cuestiones surgen dos trabajos de mínimos: una fotografía en blanco y negro y una película.
La primera es una imagen “impresionista” que condensa 140 fotogramas de un segmento de la película El ball de l’Espolsada, rodada en 1902. La filmación, una de las más antiguas de Cataluña, se encargó al estudio Napoleón de Barcelona cuando, a inicios del siglo XX, este baile popular de Cardedeu fue objeto de recuperación tras medio siglo de olvido. La restauración de la cinta permitió reconstruir la coreografía original. En la segunda pieza, Projecció cinematogràfica del llegat Cambó —legado de pintura de los siglos XIV al XIX del político catalán depositada hoy en el MNAC— hace el ejercicio inverso: pinturas que se “desmaterializan” y se funden en imágenes que fluyen a velocidad vertiginosa. Cine hecho “pintura” y pintura hecha cine. Para Perejaume, el arte es un arca de lugares inciertos que conjuran un no-tiempo (el tiempo artístico) y donde el aquí y ahora funciona como una encrucijada de espacios fallidos y paisajes alternativos.
En este archivo de sociabilidades, Perejaume entra de lleno en esa dialéctica tan de moda hoy de los nuevos medios que producen formas pasadas de moda. La idea de “montaje” y “marco” es recurrente en una obra que siempre conserva un espacio de exención para la pintura de una manera relativamente creíble.
Condensacions. Perejaume. Galería Joan Prats. Barcelona. Hasta el 5 de diciembre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.