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Cómo leer con niños (y cuestionar el capitalismo)

Alba Rico da su visión del mundo en una batalla de solteros y divorciados contra madres y huérfanos. Este libro es un manual de resistencia

Sobre este libro pesa un malentendido desde que apareció por primera vez en 2007. Un feliz malentendido, pues habrá hecho caer en él a lectores que de otra forma quizás no se habrían acercado a un texto radicalmente político. Un malentendido que se acentúa en esta nueva edición gracias a la portada de Miguel Brieva y al nuevo prólogo.

El malentendido es pensar que Leer con niños va de eso: de leer con niños, de la importancia de la lectura y lo maravilloso que es compartirla con los hijos. Algo de eso hay, sin duda, pero es solo un punto de partida desde el que levantar una propuesta de resistencia anticapitalista. Si empiezo por deshacer la confusión es precisamente para advertir a aquellos otros lectores que quizás no se acercarían a un libro que parece tratar sobre lectura infantil.

Sí, Alba Rico empieza por contarnos su experiencia de lectura compartida con sus hijos, Juan y Lucía, desde el nacimiento hasta su adolescencia. Tras comprobar que ante el llanto inconsolable de un bebé funciona mejor la Divina Comedia que, pongamos, el método Estivill, inicia con sus hijos una insólita rutina de lecturas, que incluye clásicos como Cervantes, Homero o Stevenson, pero también autores tan poco infantiles como Dostoievski, Joyce o Canetti, todos leídos en voz alta. Como suele decirse en las exhibiciones acrobáticas, no lo intenten en casa.

A partir de esos dos ingredientes, leer y niños, y sin perder de vista la fundamental preposición que los une (“con”, que convierte en acto colectivo la lectura), Alba Rico nos conduce por el paisaje de ruinas y basura que deja este comienzo de siglo. Una mirada trágica “frente a un capitalismo y unas tecnologías cada vez más digestivas”, donde la velocidad del hiperconsumo deja en la cuneta todo lo que estorba, lo mismo los niños (los cuerpos) que los libros (los relatos).

En su mirada al mundo, Alba Rico traza una raya en el suelo: a un lado, solteros y divorciados. Al otro, madres y huérfanos. Que nadie tome estas categorías con la literalidad de un libro de familia, pues son metafóricas: hay maridos “solteros”, como hay hombres sin hijos que son auténticas “madres”. El propio autor se declara “viuda”. Con ese reparto de papeles, el mundo vive una batalla de solteros y divorciados contra madres y huérfanos, una guerra que lo es también por el tiempo, el relato y la memoria. El libro está atravesado por ese dualismo, un permanente choque de contrarios que toma distintas formas: huérfanos/solteros, cuerpo/imagen, relato/gag, amor/guerra, medir/calcular…

¿Para qué sirven los niños?, Alba Rico convierte su experiencia de paternidad en una forma de lucidez política

“¿Para qué sirven los niños?”, se pregunta el autor. No desvelaré la respuesta, búsquenla en sus páginas. Solo les adelanto que Alba Rico convierte su experiencia de paternidad en una forma de lucidez política (como hacía Carolina del Olmo con la maternidad en ¿Dónde está mi tribu?), y se suma a esa parte de la izquierda que, aterrorizada ante la manera en que el mercado ha disuelto todos los vínculos comunitarios y penetrado en los hogares, revindica hoy la familia y la escuela. Sí, las mismas familia y escuela que durante décadas había combatido por ser espacios de reproducción ideológica. Enlaza así con la cada vez más extendida “ética de los cuidados”, donde los hijos se convierten en razón y fuerza para resistir frente a la “gran utopía soltera” del capitalismo postmoderno.

Leer con niños es un tratado puro (y a veces duro) de ética y filosofía política, pero animado por un contagioso ritmo literario, en la línea de otros pensadores contemporáneos que usan el juego narrativo para atraer al lector a su terreno (recordemos el anzuelo Beatle que tendía José Luis Pardo en Esto no es música). Alba Rico usa con nosotros el mismo truco que con sus hijos: contar historias. Las ya sabidas (y reinterpretadas) de Barba Azul, Ulises, Medea o Don Quijote; pero también cinco cuentos intercalados, de hechura clásica, bellos y terribles, con los que Alba Rico (que ya demostró su potencia poética en Noticias) se convierte en una Sherezade que nos pide el tiempo y la atención que ya apenas tenemos para leer, para vivir.

En cuanto a su propuesta inicial de leer con los hijos, no la dejemos pasar: tal vez no sirve para nada, pero “ya no son tantas las cosas que podemos compartir en este mundo con placer y sin matar a nadie”.

Leer con niños. Santiago Alba Rico. Mondadori, Barcelona, 2015. 330 páginas, 12,90€

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