La última cinta
La obra de Samuel Beckett se ha representado dos veces este mes, en Vitoria y en Girona
Krapp: un viejo autor, fracasado y solo, escucha una cinta que grabó treinta años atrás. Beckett escribió La última cinta en 1958 para Patrick Magee, irlandés como él. En mi memoria, Magee será siempre el Sade de Peter Brook, como Glenda Jackson la joven Carlota Corday. Krapp paladea las palabras como si quisiera recuperar su sabor y quizás su sentido. Bo-bi-na. Viu-de-dad. De cuando en cuando asiente, pasmado ante un recuerdo, o ríe ante la pompa de su antigua voz, la voz de "aquel estúpido bastardo".
Fernán-Gómez la estrenó en televisión, dirigida por Claudio Guerín-Hill, que se mató al caer de un campanario mientras rodaba La campana del infierno. Fue el retorno de Fernán-Gómez a TVE. Paco Rabal y él estaban vetados: fueron los únicos actores que firmaron la famosa carta contra la represión de las huelgas de Asturias, en 1963. La última cinta se emitió el 2 de febrero de 1969. A las diez y media de la noche, aunque el programa se llamaba Hora Once, en la segunda cadena. ¿Cuesta de creer, verdad? En televisión, en esa época. Hay gente que duda de su existencia porque no se encuentra esa grabación. Quizás la borraron para grabar otra cosa: solía hacerse. En ABC, el programa se anunció en la cartelera teatral. Varias veces, en la misma página. Una de ellas recuadrada. ¿Pagaría alguien esos insertos?
Harold Pinter, ya muy enfermo, en silla de ruedas, la representó en octubre de 2006, dirigido por Ian Rickman. Diez únicas funciones. En el Royal Court, donde Magee la estrenó. Pinter: la voz como una cascada de piedras, los ojos como cuevas. Inevitable pensar en lo mucho que Pinter bebió de Beckett, hasta apurar el vaso. Una imagen: Krapp girándose un instante hacia atrás, hacia la oscuridad, como si la muerte acabara de entrar en la habitación. Quizás tuviera un doble sentido la última frase: "No quisiera que volviesen aquellos años. No con este fuego en mi interior".
Una curiosa coincidencia: La última cinta se ha representado dos veces este mes. El pasado día 9 en Vitoria, Klaus Maria Brandauer, dirigido por Peter Stein. Función única. No pude verla. Sí pude el día 23, en La Planeta, Girona, Temporada Alta. Juozas Budraitis dirigido por Oskaras Koršunovas. Dos funciones. Un Krapp senil, alcohólico. Demasiado sentimental y apayasado para mi gusto: me recordaba a un viejo Peter Ustinov. Tampoco es fácil ver a Budraitis después de ver otra vez a Pinter, seco, canónico, en YouTube. De Budraitis retengo la voz del pasado de Krapp, poderosa, retumbante. La evocación elegíaca de la muchacha del lago, en la oscuridad, río arriba, hacia Irlanda. En ese último giro de la cinta, Koršunovas deja caer las notas, al piano, de una balada irlandesa. Y si no lo era, yo así la recibí.
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