Isidoro Valcárcel Medina, Premio Velázquez de Artes Plásticas
El Ministerio de Cultura le concede el galardón por "su sólida y coherente trayectoria y su sobresaliente aportación al arte desde el compromiso ético, político y social"
Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937) fue galardonado ayer con el premio Velázquez de Artes Plásticas, que concede el Ministerio de Cultura a toda una trayectoria y que está dotado con 100.000 euros. En su fallo, el jurado, presidido por el director general de Bellas Artes, Miguel Ángel Recio, reconoce su “sólida y coherente trayectoria de medio siglo” y “la sobresaliente aportación al arte desde el compromiso ético, político y social, habiéndose convertido en un referente crítico en la escena artística contemporánea internacional”.
Pregunta. Tras el Nacional de Artes Plásticas de 2007, le dan el Velázquez por la coherencia de su trayectoria. ¿Satisfecho?
Respuesta. Contento, sí. Me reconozco en lo de la coherencia de mi trayectoria. He procurado siempre ser coherente. Lo contrario me hubiera hecho sentirme incómodo conmigo mismo.
P. ¿A qué ha sido fiel su forma de entender el arte?
R. Hay un camino que tú ves desde muy pronto y que consiste en hacer lo que uno mismo siente que tiene que hacer. No hay más misterio. Generalmente, no ocurre así, pero yo siempre me dejé guiar por mis sentimientos.
P. Esos sentimientos están ligados al arte conceptual. A usted se le considera un pionero de él en España...
R. El arte conceptual no es nada nuevo. Es todo aquello que se defiende con el concepto. Y eso ya estaba en las cuevas de Altamira. Yo no me he inventado nada, otra cosa es la manera diferente con la que cada uno entendemos el oficio del arte.
P. La suya ha sido una carrera muy solitaria.
R. Vivo al margen del mercado, de las galerías, de los museos. No estoy en contra, pero no me interesan.
P. ¿No tiene galerista?
R. No. Jamás. ni pienso tenerlo. Me es un mundo ajeno.
P. ¿No es muy arriesgado?
R. El mercado no puede apoyar a alguien tan incierto como yo. A cambio, tengo una licencia para estar solo y hacer lo que yo crea que debo de hacer.
P. Pero sí hace exposiciones.
R. Eso sí. En el Reina Sofía, en el Musac...
P. ¿Puede vivir de su arte?
R. No. Siempre he vivido modestamente de otras cosas.
P. ¿Por ejemplo?
R. De muchas. Una de ellas ha consistido en hacer discursos para otros.
P. No me diga que ha trabajado de negro.
R. Pues bastantes veces. Se trata de hacer una intervención tipo, sin mayores profundidades. A poco que escribas medianamente bien, no es ningún misterio.
P. ¿Piensa aceptar el premio?
R. Claro que sí. Me viene muy bien. No lo he pedido, pero si me lo dan, lo acepto. Cuando me lo den, daré las gracias. No es algo que afecte a mis principios.
P. Lo mismo hay colegas que le critican.
R. No lo creo. Tengo muchos amigos en el mundo artístico y saben cómo soy.
P. En su obra, la vida se mezcla con el arte sin llegar a ser explícitamente política. ¿Es a propósito?
R. Mis criterios políticos no se suelen evidenciar en mi obra, aunque es inevitable que mis ideas se perciban. No soy partidario de los gritos en el arte, pero creo que los sentimientos están ahí siempre. Ya sea escondidos o evidentes.
P. ¿Qué opina del momento político que vive en España?
R. Muy triste. Y lo peor es que lo aguantamos y lo consentimos. No espabilamos.
Un galardón nacido en 2002
Desde que en el año 2002 el español Ramón Gaya recibiera este galardón, le han sucedido Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, Antonio López, Luis Gordillo, Antoni Muntadas, Jaume Plensa y Esther Ferrer, así como el mexicano Juan Soriano, el brasileño Cildo Meireles, la colombiana Doris Salcedo y el brasileño de origen portugués Artur Barrio.
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