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Contra la insignificancia

En su nuevo e imprescindible libro de poesía, Diego Doncel va más allá en la denuncia del dolor

La lectura de su poesía, reunida en Territorios bajo vigilancia, desde El único umbral (1991) hasta Porno ficción (2011), deja patente que tras la publicación de En ningún paraíso (2005), Diego Doncel (Malpartida, Cáceres, 1964) refunda su original y personal escritura al asumir el presente como su escenario material. En su nuevo e imprescindible libro, El fin del mundo en las televisiones (XXVIII Premio Tiflos de Poesía), va más allá en la denuncia del dolor de vidas en conflicto, de esa imagen simulada de lo real que emborrona toda representación verosímil y en su alegato moral contra la mezquina insignificancia: “El mundo es solo un punto de fuga, los pensamientos son lugares de nadie”. Fruto de un realismo capitalista, donde el simulacro de los medios de comunicación, la arquitectura del espectáculo y la infección mercantil ofrecen una realidad virtual, somos incapaces de ver el mundo, y solo vemos su imagen, “una verdad al margen de la verdad”.

Doncel lleva a cabo, (re)apropiándose de sus recursos y modos de representación, la liquidación del encantamiento de una posmodernidad ensimismada. Destaca así la polifonía imaginativa de sus nueve secciones (del Canal 1 al Canal 9), más una nota final que reclama “encontrar una forma de hacer de esta época un lugar habitable”. Es el resultado de la acumulación de pantallas (“slides”) y cuadros (“frames”), de los fotogramas secuenciales de una película de la conciencia que se articulan, como eslabones de mercurio o una sucesión de fundidos encadenados, en este diario poético y escenográfico de las sociedades polares. Es el largo “travelling” de un sujeto que, narrador y protagonista, es a la vez objeto de lo enunciado. Un “video jockey” que sabe y “dice que samplear imágenes es un juego de espejos”, una voz entre voces que, en ese “sampleado” de lo real, desvela la estructura profunda del presente.

Quien aquí habla, es el equivalente literario de un “avatar” nada virtual que, entendido en su sentido hinduista como proyección del individuo en un sistema social, es capaz de descender al mundo de los mortales: “no somos un lugar sino la incertidumbre de un lugar”. Gracias a la amplitud ganada por el versículo, se logra un equilibrio entre la narrativa de videojuego o de escenario televisivo, y su habilidad para insertar una trama amorosa. Quizás, solo la íntima y rebelde distopía del amor, nos hace ver “quiénes somos” y “qué son las cosas”, y que “la utopía es tan frágil como la felicidad”. Y al fin, volver al verdadero tiempo de las cosas cotidianas y a la humanidad de “nuestro propio saber”.

El fin del mundo en las televisiones. Diego Doncel. Visor. Madrid, 2015. 108 páginas. 10 euros.

Territorios bajo vigilancia (Poesía reunida). Diego Doncel. Visor. Madrid, 2015. 240 páginas. 12 euros.

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