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Isla rebosada

El mexicano Pablo Raphael maneja un material novelesco extraordinario sobre Clipperton, pero deja al lector aturdido

El descomunal y admirable empeño, 10 años de trabajo, con que Pablo Raphael (México, 1970) ha abordado la genealogía histórica de la Isla de Clipperton (un atolón del Pacífico, a 1.200 kilómetros de la costa mexicana, hoy de propiedad francesa), no se ha cobrado los frutos que merecía su industriosa tarea. Para quien no sepa nada de la isla, las primeras páginas resultarán, tal vez, muy atractivas, y aún más al advertir que el primer narrador (habrá varios, algunos a la manera de albaceas históricos) no es otro que el Dios bíblico, prisionero y a la espera de juicio. La propuesta, de partida, es altamente arriesgada, pero enseguida vemos que es un Dios un tanto acartonado, capaz de decir frases como “si la memoria no me falla” y, no obstante, privilegiar su “memoria divina”. Demasiado humano para ser Dios. Esta deficiencia rompe la seducción que proyectan las islas abandonadas, y el lector se vuelve enseguida susceptible con el aparato narrativo. Pues esto es lo que encontramos en esta abultada y reiterativa novela: provisión de material, sin que se aprecie en tanta información histórica el cauce que debería llevar a un sentido. Muy avanzada la novela, Pablo Raphael, con una prosa de reforma pedagógica, manifiesta abiertamente su “confianza en los proyectos multidisciplinarios y en los esfuerzos transversales para la construcción de nuevos modelos de creación”, palabras que buscan justificar la mezcolanza, y hay que decir que ese modelo no se cumple. Clipperton es una novela guiada por la sugestión del tema, inflada con múltiples historias adyacentes, no siempre oportunas, que van del siglo XVIII a la actualidad, y todo ello conforma un inventario de sucedidos y trastornos en detrimento de la obstinada fascinación de la que el autor hace gala constantemente.

La novela tiene, no obstante, un decisivo afán de totalidad, de liquidación de los precedentes. Sobre la isla han escrito militares (el revolucionario general Urquizo la novela romántica El capitán Arnaud, sobre la guarnición mexicana de principios del siglo XIX), recientemente Ana García Bergua, Isla de bobos, y Laura Restrepo La isla de pasión. Con este título, Emilio Fernández dirigió, en los años cuarenta, una historia tormentosa en la isla. Clipperton, isla mexicana, del jurista Miguel González Avelar, es la mayor aportación histórica sobre los derechos de México sobre el atolón, a la que esta novela rinde homenaje. La historia de la isla, ha declarado Pablo Raphael, es “un secreto a voces”. Pero no deja de ser un secreto que le ha exigido que todo lo que atañe a la isla se exponga con excesiva minuciosidad, y de esa prolijidad se deriva el desaliento del lector, aturdido por la arbitraria energía con que el autor despliega unas dotes narrativas indomables, pero por ello mismo siempre desplazadas que no logran adaptarse al derrotero que flota en su imaginación. Pablo Raphael ha tramitado su invalidez para la síntesis rebosando la desmesura. Y es una pena. El material novelesco es extraordinario, pero su ordenación tiene la apariencia de una almoneda; y, en efecto, como dice el autor, en estas páginas “resulta imposible distinguir dónde se encuentra la verdad y dónde la imaginación”. Pero ¿se trataba de eso? La pugna entre historia y ficción no se resuelve aquí: se deja a la deriva. Y si la falta de resolución supone una hazaña para el investigador, por otro lado esa confusión repercute en demérito del novelista, obligado a recurrir a Dios y a sus dudosas credenciales de narrador para poder apropiarse del delirio del relato.

Clipperton. Pablo Raphael. Literatura Random House. Barcelona, 2015. 464 páginas. 19,90 euros.

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