El coraje de las mujeres que no entienden de fronteras
Lila Downs, Amparo Sánchez y Perotá Chingó capitalizan en Pirineos Sur una jornada eminentemente femenina, que hizo además honor con creces al lema de esta edición
La jienense Amparo Sánchez lleva algunos años grabando sus discos con los norteamericanos Calexico en sus estudios de Tucson (Arizona). El barniz fronterizo del que siempre ha dotado su música y su creciente aperturismo lo justifican. Sus conciertos, como el de anoche en el imponente auditorio natural de Lanuza (Huesca), comienzan con algo más que un evidente guiño a los extintos Mano Negra, mediante esa toma del Long Long Nite que popularizara en su momento la banda mestiza de Manu Chao. La canción cierra el minutaje de su reciente Espíritu del Sol (2015), pero abre los conciertos en los que lo presenta. Si trazáramos un periplo imaginario desde su centro de operaciones hasta Arizona, con billete de vuelta hasta Francia, estaríamos hablando de cerca de veinte mil kilómetros. Una distancia casi sideral, que en lo musical se resuelve en una brizna.
Mano Negra es, precisamente, el título de la canción en la que la mexicana Lila Downs explicita de forma más diáfana ese ocasional vínculo que la une a la música de los Balcanes, siquiera por tres o cuatro minutos a lo largo de su extenuante y arrebatador show. Podría perfectamente formar parte del repertorio de Goran Bregovic, quien visita este mismo festival en apenas una semana. Pero forma parte del repertorio de una mujer orgullosamente oaxaqueña, presta siempre a revindicar la identidad indígena de su pueblo mientras malea rancheras a su antojo. Con Mano Negra, sin embargo, Downs conecta de forma natural con la fanfarria festiva del sur de la vieja Europa, sin el menor reparo en los más de diez mil kilómetros que separan los bosques de pino de la Mixteca Alta oaxaqueña donde se crió del maltratado pero sufrido corazón de los Balcanes. Porque las distancias, la fronteras geográficas y las limitaciones genéricas son algo que no existe más que en las cabezas de otros. Pero no en las suyas.
Tampoco en las de Julia Ortiz y Dolores Aguirre, dos oriundas del río de La Plata (Argentina) que responden al nombre de Perotá Chingó, y que trastean en sus conciertos con el joropo venezolano (a través de una versión de Simón Díaz), el candombe uruguayo o las sonoridades brasileñas, sin olvidarse del legado folk de la chilena Violeta Parra. Con unos mimbres más básicos que aquellas y un temario menos exuberante, pero con alguna canción tan desarmante como Ríe Chinito. Ellas inauguraron, en el recinto urbano de Sallent de Gállego, una jornada de marcado carácter femenino que continuaría ya junto al pantano de Lanuza sin las apreturas de la noche anterior (cuando Mark Kopfler ofició de reclamo), certificando que el lema de Pirineos Sur de este año (Fronteras: ¿mezcla o barrera?) no solo es algo más que un resultón leit motiv, sino también una disyuntiva que en el seno de este veterano festival no depara el menor resquicio para la duda. Cuentan que el nigerino Bombino hizo honor, a su paso por aquí hace unos días, a su apodo de Hendrix del desierto. Y lo mismo puede decirse del rock tuareg de sus paisanos Ezza, cuyo hálito en la tarde del viernes resultó tan común al del blues del Delta del Mississipi. Tan lejos, y a la vez tan cerca.
La pulverización de barreras, la voladura de las preconcepciones estilísticas o el desvanecimiento de cualquier limitación que tenga que ver con la distancia geográfica es uno de los emblemas de Pirineos Sur desde sus inicios. Pero jornadas como la de ayer, aderezadas con la reivindicación de un rol protagónico para la mujer (explícito en el caso de Amparo Sánchez, más matizado en el de Lila Downs), lo concretan con ejemplar brillantez. Con un guion que fue, como era de esperar, de menos a más. Desde el arrullo acústico de Perotá Chingó a las excitantes proclamas sonoras de la mexicana (ranchera, bolero o cumbia se dan la mano sin complejos en los conciertos de Lila Downs, portentosa como vocalista y como front woman), pasando por el canto doliente pero siempre esperanzado de Amparo Sánchez, apuntalado por la trompeta de José Alberto Varona.
Y queda aún Pirineos Sur hasta el 2 de agosto, con las actuaciones de Toumani & Sidiki Diabaté, Nabyla Maan y Carmen París, La Pegatina o el propio Goran Bregovic, oficiando como principales señuelos.
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