Obsoleto

El novísimo ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, en su debú en el Senado, mostró su extrañeza de que aún se considerara a la cultura como patrimonio de la izquierda cuando, a su juicio, en Europa esa distinción estaba anticuada. Lo que el señor ministro no señaló es que el IVA cultural de su Gobierno es del 21%, el más alto de los países europeos (Francia, un 5,5%; Alemania, un 7%, Italia, un 12%; Portugal, un 13%, e Irlanda, un 9%, por ejemplo), y aún menos habló del espíritu de vendetta que mantiene el Ejecutivo popular con el gremio por su actitud contra la guerra de Irak, un estilo de gobierno que, presumiblemente, también está considerado obsoleto en Europa.

El programa Días de cine (La 2) del pasado viernes mostraba la realidad de la industria cinematográfica nacional. Se habló de dos películas españolas entre varias novedades internacionales: Investigación policial (2013), de Daniel Aguirre, y El mundo sigue (1963), una recuperación de una obra maestra de Fernando Fernán Gómez. La primera de ellas, producida por el sistema del micromecenazgo. La segunda, una obra excelente que permaneció prácticamente oculta desde su fugaz estreno en 1965 por razones políticas y comerciales. Dos películas realizadas salvando numerosas dificultades, basadas en la voluntad o el talento de sus responsables que cuando, por fin, llegan a las pantallas ven incrementado el precio de la entrada en un 21% por una decisión inexplicada e inexplicable.

En mayo de 1955, hace 60 años, se celebraron las llamadas Conversaciones de Salamanca sobre el cine español. En ellas se lo definía como “industrialmente raquítico” a la vez que se afirmaba que el Estado debía plantear una política congruente con sus principios, en el sentido de que las ayudas económicas se efectuasen sobre películas de calidad artística. Sesenta años más tarde siguen vigentes y nadie habla de ello.