Caballeros maestros y ventajistas
El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza cortó una oreja a los buenos toros de El Capea
La que se presumía como una gran tarde de toreo a caballo, y así quedó patente en algunos pasajes, acabó en decepción; solo se cortó una oreja y se la concedieron injustificadamente a Hermoso de Mendoza. No fallaron los toros, bravos, nobles y codiciosos de El Capea; ni los caballos, toreros y elegantes. Los que no estuvieron a la altura debida fueron los caballeros, que erraron a la hora de clavar rejones y banderillas y, especialmente, en la suerte suprema. Ninguno de los tres acertó con un rejón en todo lo alto, que debe ser la guinda que culmine una faena grande.
Hermoso y Galán son dos toreros consolidados, maduros, valientes y artistas que no tuvieron su tarde con el rejón de muerte; y a Roberto Armendáriz, todo corazón y deseo de triunfo, se le nota en demasía que torea poco, tiende a arrollar la razón y le pueden los nervios.
Además, pasan otras cosas. El rejoneo actual ha alcanzado la cima en la doma de los caballos, en el posicionamiento ante la cara del toro, el sentido del temple o la facilidad con que se dibujan muletazos desde la silla, piruetas, cabriolas y espectaculares números circenses; sorprende, además, la torería de algunos equinos, su elegancia y valentía. Se constata, tarde tras tarde, que caballeros como Hermoso de Mendoza son auténticos maestros, que hace tiempo que alcanzaron la gloria, y solo permanecen en los ruedos por afición.
La madurez y el conocimiento de este torero se trasladan con celeridad al tendido, que vibra con su magisterio extraordinario. Da igual el caballo que monte, porque su cuadra en un desfile de figuras -Napoleón, Disparate, Beluga, Pirata, Churumay, Berlìn, Ícaro se lucieron ayer-, su sentido de la lidia ha superado todas las expectativas, expone como si necesitara contratos y casi todo lo que hace es un compendio de maestría. Casi todo, porque Hermoso sigue clavando rejones y banderillas a toro pasado, -a la grupa-, y estuvo especialmente errático a la hora de la muerte. En fin, que torea muy bien, pero es ventajista. Además, la oreja concedida tras un bajonazo, un pinchazo y un rejón dice muy poco del generoso público navarro.
El Capea / Hermoso, Galán, Armendáriz
Toros despuntados para rejoneo de El Capea, bien presentados, bravos y nobles.
Hermoso de Mendoza: cuatro pinchazos, rejonazo y un descabello (silencio); bajonazo, pinchazo y rejón en lo alto (oreja).
Sergio Galán: rejón trasero y un descabello (silencio); rejón muy bajo y un descabello (silencio).
Roberto Armendáriz: cuatro pinchazos y un bajonazo (silencio); rejón ladeado y trasero y nueve descabellos (silencio).
Plaza de Pamplona. 6 de julio. Rejoneo. Segundo festejo de la feria de San Fermín. Lleno.
Sergio Galán trata de no perder la estela del maestro, y a fe que lo consigue con un rejoneo muy técnico, depurado y, a veces, frío, con el que le cuesta emocionar. Clavó siempre a toro pasado, no redondeó faena ante su soso primero, y brilló con dos pares de banderillas a dos manos en el otro, al que mató mal y todo se enfrió.
Roberto Armendáriz derrocha voluntad y busca el triunfo con frenesí. Sus deseos no suelen coincidir con su poca experiencia. Clava a la grupa, como todos, templa bien, no se amilana, y, al final, se desesperó con el descabello ante el sexto. Contó con el cariño de sus paisanos y se disgustó, con toda razón, porque necesitaba las orejas más que sus compañeros.
En fin, que todo muy bonito, pero la decepción quedó flotando en el ambiente porque una oreja es un balance muy pobre para una fiesta tan grande como San Fermín.
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