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“Mis canciones siempre tendrán ironía y acidez”

Graham Parker muestra una magistral madurez en su nuevo disco, ‘Mystery glue’

Graham Parker en una imagen promocional.
Graham Parker en una imagen promocional.

A Graham Parker (Londres, 1950) le gusta decir que su carrera ha ido para atrás. Arrancó fulminante a mediados de los 70, liderando con éxito mediático a The Rumour, que se adelantaban al punk en su reivindicación de la orgánica energía del rock, para declinar a partir de los 90, obligándole a picar piedra en solitario. Él y una guitarra, por pequeños clubs, al volante de un automóvil. No ha perdido sin embargo su mordaz, animosa visión de la vida; ni el irónico descreimiento propio de quien creció entre currantes. ‘’Eres Gram Parsons’’, cuenta que le espetó un transeúnte, confundiéndole con el mártir country-rock. Él asintió con media sonrisa.

También se tomó con filosofía uno de esos giros del destino que acaban en casi nada. Judd Apatow, productor de la exitosa La boda de mi mejor amiga y fan confeso de Parker, le invitó a participar en su película Si fuera fácil, estrenada en 2012 con sonadas críticas por larga e inconexa. Aquel ‘’momento Hollywood’’ tendría para el músico británico, residente en Estados Unidos, una inesperada recompensa: Apatow reunió a The Rumour ante las cámaras, lo que les animó a volver al estudio después de tres décadas disgregados. El álbum, Three chords good (2012), les retrataba en estupenda madurez.

La secuela de aquel retorno, Mystery glue, bromea en su título con la materia oscura que según los astrofísicos aglutina el universo. Parker no ha perdido guasa pese a vivir tanto altibajo, lo rubrica el corte final del álbum, My life in movieland. ‘’Una broma sobre la industria del cine y mi participación en la película’’, reconoce. ‘’La protagonista es una anciana estrella que malvive en un hotelucho, imaginando que viene a recogerla una limusina para llevarla a la alfombra roja. Mis canciones son ahora más traviesas’’.

El joven Parker también fue hippy. En 1971 atraviesa España en ruta hacia Marruecos; recala en Gibraltar, donde debuta como músico. De vuelta al hogar paterno en Inglaterra, trabaja en una gasolinera y se aplica a componer canciones. Pronto recluta a músicos de otras bandas activas en la ferviente escena pub-rock y nacen The Rumour. Un primer disco, Howlin’ wind (1976), donde los rastros de Bob Dylan y Van Morrison se pierden en la fiereza del rhythm and blues, sorprende a Bruce Springsteen. El Boss, todavía admirativo, bien podría cantar Railroad spikes, incluida en Mystery glue, caústica explicación de cómo el progreso industrial aniquiló al moderno proletariado.

‘’De Howlin’ wind recuerdo su variedad’’, confiesa Parker vía telefónica. ‘’Sigo haciendo bonitas canciones, pero en aquella época no se notaba, por la forma de atacarlas, muy intensamente. Interpretaba una canción de amor como si estuviese enrabiado; hoy me adapto a lo que reclaman en cada caso. Canto mejor, no voy a estropear el anhelo en el seno de una balada. De joven me gustaba James Taylor; no el rock más duro y desagradable. Con el tiempo uno cambia; pinta un cuadro, lo cuelga y pasa al siguiente. Pero mis canciones jamás serán sentimentales, siempre tendrán filo, ironía, acidez’’.

En 1979, The Rumour entregan su obra más compacta, Squeezing out sparks, niquelando aquella innata pasión suya, pero las ventas no remontan y la banda se deshace. Varios miembros, en especial el guitarrista Brinsley Schwarz, colaborarán en sus discos en solitario, con lo que la reunión se ha vivido con naturalidad. Veteranos canosos, han olvidado su catártica voracidad, ganando en finura y ligereza, y dotan al nuevo repertorio de una magistral sencillez. ‘’Goin’ there, por ejemplo, es muy compleja a su modo’’, destaca Parker. ‘’La forma en que se trenzan las guitarras, trabadas por un pegamento misterioso, como me gusta decir. Me satisface ver que no somos un grupo de oldies, todavía buscamos cosas nuevas’’.

Ciertamente, Goin’ there contagia un optimismo ausente en las últimas obras de Parker, siempre abrasivas en sus letras y musicalmente esforzadas. ‘’Salió así, muy esperanzada’’, reconoce. ‘’Pase lo que pase en el mundo, o en tu vida, sigue habiendo cosas buenas que tendemos a ignorar. Siempre he disfrutado ese aspecto de estar vivo. Ahora que soy mayor, puedo expresarlo en una canción; hace unos años lo hubiese desechado por cursi. Afortunadamente, he vivido lo suficiente para llegar a este punto’’.

Se refiere a la sutil atracción de Transit of Venus, erótica viñeta que inspiró su interés por los eventos del sistema solar, en concreto el visible trayecto del planeta en 2011. ‘’No has de ser un genio para relacionarlo con la diosa Venus’’, desvela. ‘’La canción lo ve con ironía: esa mujer imposible que jamás conquistarás y que, además, te mira con desdén. Tampoco es difícil imaginar el tránsito de Venus y sobreponerle el inalcanzable trasero de una chica. Suena a algo que Elton John ya no podría componer, algo hermoso como Your song. Para mí, la melodía siempre es lo más importante’’.

Babelia

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