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Fumata negra en la Filarmónica de Berlín

Tras 11 horas de cónclave para elegir el nuevo titular, no hubo acuerdo

Simon Rattle, director de la Filarmónica de Berlín.
Simon Rattle, director de la Filarmónica de Berlín.Monika Rittershaus

Este lunes vivimos una trepidante jornada en torno a la elección de nuevo director titular de la Filarmónica de Berlín a partir de 2018. Por vez primera en la historia no hubo acuerdo, pues en las dos anteriores de 1989 y 1999 el candidato elegido se anunció por la tarde, y tras unas cuatro o cinco horas de reunión a puerta cerrada.

No han trascendido muchos detalles oficiales sobre lo ocurrido, más allá de una escueta nota de prensa donde uno de los responsables de la Junta de la orquesta, el contrabajista Peter Riegelbauer, señalaba que en las 11 horas de asamblea “ha habido discusiones positivas y animadas, así como varias rondas de votación en las que por desgracia no se pudo llegar a un acuerdo en un director”. La orquesta recupera hoy la normalidad con los ensayos de los próximos conciertos bajo la dirección de Paavo Järvi que incluirán el debut de la joven pianista china Yuja Wang. Y la decisión se pospone hasta una nueva reunión que deberá convocarse antes de un año.

La falta de acuerdo no ha sido considerada como algo negativo por los representantes de la orquesta. Bien al contrario se insiste en que el clima ha sido constructivo, cooperativo y amistoso, y en que seguirán trabajando para que en la próxima elección haya un acuerdo mayoritario. Estaba claro que no iba a ser una elección sencilla, al no haber favoritos claros, pero no han bastado ni once horas ni seis votaciones consecutivas para llegar alcanzar consenso en torno a un nombre. De todo ello trasciende inevitablemente la imagen de una orquesta dividida con fuertes luchas internas que nada beneficia a una institución tan emblemática. Si tras un año no se desbloquea la elección del nuevo director, quizá llegue el momento para plantearse otra alternativa electoral o incluso la renuncia a tener un director principal que ya practica la Filarmónica de Viena desde 1933 con resultados de excelencia bien conocidos.

Trasciende inevitablemente la imagen de una orquesta dividida con fuertes luchas internas

Una de las novedades más interesantes de este nuevo cónclave de los filarmónicos berlineses han sido las redes sociales inexistentes en el último celebrado en 1999. Desde media mañana los diferentes hashtags de Twitter se fueron incendiando con noticias, rumores, bromas y especulaciones de todo tipo. Sin duda, la principal anécdota estuvo protagonizada por un tweet falso enviado poco antes de las cinco de la tarde aparentemente desde la cuenta de la trompista Sarah Willis, una de las integrantes de la orquesta con mayor presencia mediática a través del Digital Concert Hall o las redes sociales, donde indicaba un escueto “¡Nelsons lo logró!” que desató en pocos minutos la proclamación del joven letón Andris Nelsons en varios medios como el director elegido. Todo fue desmentido al término de la reunión, pero tampoco fue el único rumor falso, pues también surgieron otros algo menos creíbles donde se proclamaba al alemán Christian Thielemann.

Todo hace pensar que el debate se centró en estos dos nombres o, al menos, entre la continuidad de la labor progresista impulsada por Simon Rattle o la vuelta a las esencias del pasado. Ambas son opciones perfectamente posibles, pero mientras que para la primera se necesita a un director joven y cosmopolita como Nelsons, la segunda está claramente relacionada con Thielemann que es el principal heredero de Karajan en nuestros días. El lugar elegido para el nuevo cónclave parecía dar pistas sobre la resolución, pues la Iglesia de Jesucristo en el barrio berlinés de Dahlem es un lugar emblemático para el pasado de la orquesta. Ese templo luterano se convirtió por su excepcional acústica en su principal estudio de grabación después de la Segunda Guerra Mundial y hasta los años setenta en que fue sustituido por la nueva Filarmonía diseñada por Hans Scharoun. Parecía que se quería invocar el espíritu de Furtwängler o Karajan que grabaron allí discos inolvidables con obras de Beethoven, Schubert, Schumann o Wagner para Deutsche Grammophon. Sin embargo, parece que los fantasmas del pasado no hicieron bien su trabajo.

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