El Cirque du Soleil más femenino

Su célebre Gran Carpa Blanca, de 19 metros de altura y 51 de diámetro, plantada en la madrileña Casa de Campo, anuncia que el Cirque du Soleil vuelve con un nuevo espectáculo, Amaluna, cuya presentación en Europa será el 6 de mayo en la capital de España. En el interior de la carpa, el trajín habitual días antes del estreno: diálogos en inglés, francés o español, los acróbatas ensayando, pruebas de luces y sonido, los operarios que atornillan las sillas y los retoques a los coloridos 130 trajes de un vestuario que suma 1.000 piezas. La 33ª producción del Cirque du Soleil en 31 años de historia se estrenó en 2012 en su sede, Montreal, como dicta la norma. Desde entonces ha recorrido Norteamérica y ahora estará en Madrid hasta el 21 de junio. De ahí partirá a Port Aventura (Tarragona).

"Amaluna es un tributo a la mujer, a su trabajo, a su voz", explica el director de la gira, el holandés Franck Hanselman, que lleva 13 años con la familia de este circo que fundó en 1984 el acordeonista y tragafuegos quebequés Guy Laliberté. "Cuando empezamos a pensar en el nuevo espectáculo nos dimos cuenta de que siempre había habido mayoría de hombres en el elenco. Así que dijimos: 'Esta vez hagamos uno con mayoría de mujeres", que copan el 70% de los artistas. El espectáculo, dirigido por la neoyorquina Diane Paulus, ganadora de un Premio Tony, cuenta la historia de la isla Amaluna, un paraíso habitado solo por mujeres, con una reina llamada Prospera, y adonde, tras una tormenta, no llega la calma, sino un grupo de hombres. La hija de Prospera, Miranda, flirtea con el joven Romeo, un nombre premonitorio de que habrá problemas entre la pareja para alcanzar el amor.

Esa es la trama. En la tramoya de Amaluna, los seis jóvenes y atléticos acróbatas del número de la báscula ensayan saltos y piruetas entre consejos y bromas. Se parten de risa cuando uno de ellos resbala al colocar una colchoneta y se cae encima de ella. Ellos forman parte de las 110 personas de 17 nacionalidades (46 son artistas, con una media por debajo de los 30 años) de esta producción.

Entre los que se estrenan en este circo está la baterista Didi Negron, de origen puertorriqueño. Didi es una de las siete músicas que actúan en directo durante el espectáculo: "Es muy diferente a tocar con una banda. El público no viene a verte a ti, sino a los artistas, pero tengo que estar muy atenta a lo que pasa en la pista y a la vez llevar el ritmo. Tengo que dividir mi mente en dos".

Música aparte, Hanselman destaca de Amaluna que es "más teatral y poético" que montajes anteriores, aunque como siempre habrá acrobacias, malabarismos y momentos en los que los espectadores formarán parte del espectáculo. Con capacidad para 2.000 personas, la Gran Carpa Blanca del Cirque du Soleil acoge un escenario circular, con un gran cuenco transparente de 1,65 metros de altura repleto de agua, techo azul marino y una decoración que imita la vegetación de una isla frondosa. El director de la gira explica que desde que surge la idea de levantar un show —actualmente se representan 19 de este emporio en todo el mundo— hasta su presentación suele pasar año y medio. "Seis meses antes del estreno llegan los artistas, que también contribuyen con sus ideas".

Pero no todo es fantasía e imaginación. Ante la reciente venta del circo por Laliberté —hoy convertido en multimillonario— a un fondo de capital privado estadounidense, que ha agitado la política canadiense, Hanselman comenta: "Aún no ha habido tiempo para que nos afecte de alguna forma". Habrá que esperar, aunque en Montreal existe el temor de que el nuevo director, Mitch Garber, que preside una empresa de casinos, se lleve a otra ciudad la Gran Carpa Blanca y con ella los 2.000 empleados de la oficina central.