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Grave cogida del novillero murciano Antonio Puerta en Las Ventas

Sufre una cornada de 45 centímetros en la cara posterior de la pierna izquierda

El novillero Antonio Puerta durante la grave cogida que sufrió ayer en Las Ventas.
El novillero Antonio Puerta durante la grave cogida que sufrió ayer en Las Ventas.Andres Kudacki (ap)

El novillero murciano Antonio Puerta protagonizó la cara y la cruz del lluvioso festejo de ayer en la plaza de Las Ventas, en el que ofreció una gran imagen en su primero, antes de caer gravemente herido con una cornada muy extensa en el gemelo izquierdo.

En la enfermería fue operado de ‘una cornada de 45 centímetros en la cara posterior de la pierna izquierda, que produce destrozos en los músculos del gemelo externo, sóleo y peroneo, además de una luxación cerrada de hombro izquierdo, de pronóstico grave’. Posteriormente, fue trasladado al hospital San Francisco de Asís de Madrid. También fue atendido el novillero Miguel Ángel León de ‘una contusión en la mano derecha, pendiente de estudio radiológico, de pronóstico leve’.

Con menos de un cuarto de plaza y en tarde lluviosa de principio a fin, se lidiaron novillos de Javier Molina, serios y astifinos, y de juego desigual. El balance artístico fue el siguiente: Antonio Puerta: estocada caída (ovación tras petición de oreja en el único que mató); Miguel Ángel León: pinchazo y otro hondo (silencio tras aviso), y dos pinchazos, otro hondo, dos metisacas y descabello (leves pitos tras aviso); y Amor Rodríguez: estocada caída (silencio); dos pinchazos y estocada trasera (silencio tras aviso); y pinchazo, estocada trasera y descabello (silencio).

La tarde de ayer se desarrolló en unas condiciones meteorológicas adversas, una tarde de viento y mucha lluvia, que, aparte de impedir el lucimiento artístico, propició que se restara importancia a todo lo que pasó en el ruedo.

Esta ingratitud de torear en una piscina la sufrió en primera persona el murciano Antonio Puerta, que dejó una muy buena imagen de torero templado y muy asentado, que, sin embargo, quedó casi inédito por la huida en estampida del personal nada más hacerse presentes las mulillas para arrastrar al primero de la tarde.

Fue este novillo que abrió plaza un ejemplar muy noble y con calidad por la manera de descolgar el cuello y los pitones para tratar de tomar la muleta humillado. Otra cosa fue el motor tan justo que tuvo, lo que hizo que no trasmitiera tanto. Pero allí estaba el joven espada de Cehegín, para imprimir cadencia y mucha suavidad en todo lo que hizo, ligando tandas de muletazos de mano baja y mucho dominio sobre la diestra. Toreo al ralentí, tratando siempre de alargar los viajes de un oponente que iba apagándose poco a poco.

Cerró faena el murciano por manoletinas y agarró una estocada a la primera que hizo rodar al novillo casi sin puntilla. Pero, ya está dicho, la gente en ese momento buscaba más ponerse a resguardo que de sacar los pañuelos en demanda de una oreja que hubiera sido de justicia por lo bien que había estado el Puerta, que tuvo que conformarse con una ovación.

La pena fue que no se le pudo ver en su segunda faena, pues al tratar de interpretar una saltillera en su turno de quites al tercero, el animal se lo llevó por delante, ‘cazándole’ certeramente en el gemelo y propinándole una cornada tremenda por extensión y destrozos musculares.

Miguel Ángel León anduvo también a buen nivel frente a su primero, un novillo de dulce embestida, y al que hilvanó una faena interesante, plena de expresión y buen gusto. Otra cosa es el manejo de la espada, una asignatura que deberá pulir su quiere ascender puestos en el escalafón, pues fue la tizona la que le jugó también una mala pasada con el deslucido quinto, lo que propició que, tras una faena de actitud y amor propio, fuera pitado al término de su quehacer.

El madrileño Amor Rodríguez evidenció que aún estaba muy nuevo para resolver la difícil papeleta de debutar en Madrid. Pasó muy de puntillas en sus dos primeras faenas ante dos novillos nada agradecidos con los que se vio desbordado por momentos. Pudo desquitarse en parte con el buen sexto, al que toreó limpio y aseado, aunque sin llegar a estructurar faena.

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