En el tiempo
Se puede viajar a otro siglo sin perder la cobertura del iPhone. Tras cruzar una puerta creí que estaba en la más oscura Edad Media, pero no
Vemos en El Ministerio del Tiempo que uno puede atravesar una puerta y plantarse en otro siglo sin dejar de tener cobertura en el iPhone. En la aplaudida serie de La 1, un organismo secreto vigila ese tráfico desde los días de los Reyes Católicos y envía comandos no a cambiar la historia, sino a asegurarse de que se cumple como está escrita. Una pena que, por esa misión, no aprovecharan para acabar con Hitler, o al menos con Himmler cuando lo tenían detenido, pero sostienen los jefes del tiempo que es mejor dejar el pasado como está, porque siempre pudo ser peor. Así que me apunté al experimento.
Abrí una puerta y vi a fanáticos de su religión matando a jóvenes, decapitando o quemando a prisioneros y destruyendo estatuas antiquísimas. Pensé que estaba en la más oscura Edad Media. Pero no.
Tras otra puerta vi a hombres negros tiroteados por la espalda por policías blancos; debía estar en los violentos años de la segregación racial en EE UU, cuando los que marchaban con Luther King eran agredidos con saña. Pero no.
Detrás de la tercera puerta había un líder ruso contando que estuvo listo para emplear su arsenal nuclear en Crimea, y creí encontrarme en la Unión Soviética de la más caliente guerra fría, cuando la crisis de los misiles nos puso al borde del apocalipsis. Pero no.
Crucé otra puerta y allí un Gobierno se enredaba durante toda una legislatura en la reforma del aborto sin contentar a nadie, y calculé que estaría en los setenta, cuando la mayoría de países avanzados resolvieron con sensatez este delicado asunto. Pero no.
Abrí una puerta más y en la televisión pública José Luis Moreno dirigía un show de tópicos muy rancios, así que me pareció encontrarme algunas décadas atrás. Tampoco.
Tras la última puerta vi que se habían encontrado los huesos de Cervantes, pero no se habían desenterrado los de García Lorca, así que no entendí en qué época estaba.
El personaje más interesante de la serie creada por los hermanos Olivares es Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda), un soldado español en Flandes del siglo XVI con un elevado concepto del honor y, claro, chapado a la antigua. Reclutado como agente en el siglo XXI, no deja de repetir que tampoco hemos avanzado tanto en 500 años. Quizás tenga algo de razón.
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