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Queda Franco para rato

Julián Casanova ha escogido a una decena de historiadores que saben lo que se traen entre manos para contarnos algunas partes de esta historia

Jorge M. Reverte

Como bien explica Julián Casanova en la presentación del libro 40 años con Franco, Franco no fue una excepción en Europa. Casi todo el continente estuvo dominado por crueles dictaduras que no fueron sino el prólogo a la dominación posterior nazi-fascista. El toque de distinción de España venía dado por su no participación en la Gran Guerra de 1914-1918, y por haber sufrido un conflicto enormemente sangriento en el norte de África.

Julián Casanova ha escogido a una decena de historiadores que saben lo que se traen entre manos para contarnos algunas partes de esta historia. Porque no nos encontramos ante una historia única de ese periodo, sino ante el estudio de 10 aspectos del acontecimiento. Si es que puede llamarse acontecimiento a algo que duró cuarenta años.

El volumen lo abre Paul Preston con un estudio sobre la figura del dictador, Franco: mitos, mentiras y manipulaciones. El catedrático de la London School of Economics construye un relato que no es sino un estupendo resumen de sus trabajos anteriores sobre el caudillo. No en vano, Preston es hasta ahora, seguramente, el mejor biógrafo de Franco. Los folios que le dedica son de gran calidad, aunque se sigue resistiendo, como muchos otros historiadores “combativos”, a revisar algunas de sus tesis. Me refiero en concreto al tópico sobre que Franco quiso hacer una guerra larga para así exterminar mejor a sus enemigos. La idea original de eso es de Dionisio Ridruejo, y fue extendida con enorme eficacia por Juan Benet. Es una idea tan gozosa para un progresista abundar en el carácter canallesco de Franco que creo que por esa razón no se ha querido desechar. Al margen de ello, el trabajo de Preston es difícil de discutir y sirve para entender por qué la dictadura tomó el nombre de quien la montó. Parecida circunstancia acompaña a los textos de Ángel Viñas y Julián Casanova. Los dos autores hacen unas breves intervenciones basadas en sus muy solventes trabajos anteriores. Viñas hace un recorrido muy bien construido y documentado por el mundo en que le tocó vivir al franquismo. Un régimen con suerte, que le ayudó a sobrevivir en un entorno aparentemente hostil. Desde la relación con Hitler hasta el encuentro con Eisenhower, a Franco siempre le sonrió la fortuna mucho más que el talento diplomático.

Hay algunos capítulos que tienen clara enjundia, pero nos hablan más de la vocación concreta de cada autor por un asunto que del interés del público sobre el genérico de Franco. Así, los estupendos trabajos de Agustín Sánchez Vidal sobre el cine, José-Carlos Mainer sobre las letras, Carlos Gil Andrés sobre los protagonistas, Mary Nash sobre las mujeres, todos ellos versan sobre aspectos muy concretos que o han sido estudiados o lo están siendo por sus autores. Bien podían haber sido sobre los militares, los funcionarios o los agricultores. Pero tienen un evidente valor.

Enrique Moradiellos traza en el capítulo del que es autor, Franco y el franquismo en tinta sobre papel: Narrativas sobre el régimen y su caudillo, una bastante original aproximación a la figura de Franco, a través de lo que él mismo pretendía y su aparato de Estado transmitía a los españoles. Quizá Moradiellos nos esté anunciando con ello un nuevo trabajo.

Cierra el volumen una intervención de Ignacio Martínez de Pisón titulada Cuarenta años sin Franco. Nos recuerda el tiempo que ha pasado desde la muerte del tirano, que es mucho. Y nos recuerda a todos que ya hay más de una generación de españoles que no le han conocido. Unos españoles que entienden la democracia como algo natural.

40 años con Franco. Julián Casanova y otros nueve autores. Crítica. Barcelona, 2015. 416 páginas. 20,99 euros (digital, 9,99).

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