Misterios de Broadway
Sobre el papel, Fish in the Dark parecía el vehículo idóneo para escribir un manual titulado Cómo fracasar en Broadway. Sumen los datos. 1) Fish in the Dark es el debut como autor y actor teatral (doble riesgo, para empezar) de Larry David, gran cómico pero, 2) de línea sombrona y misantrópica, o sea, no locamente popular (o al menos eso creía yo). 3) Buena parte de esta farsa negra transcurre durante un velatorio, asunto que no suele atraer a las masas. Larry, por cierto, interpreta, a un fabricante de orinales: tampoco parece un gran reclamo. Elementos clave para la posible ruina: 4) Fish tiene 18 personajes, como en una película de Altman, cuando a la mayoría de dramaturgos les suplican que no pasen de la doble pareja, a ser posible en salita de estar, lo que nos lleva al 5) la obra cuenta con tres cambios de decorado, y uno de ellos, para que no falte de nada, incluye un ascensor.
Pensé: ¿por qué se habrá metido en esto el señor David? Cuando acabaron las ocho temporadas de Curb Your Enthusiasm (aquí, “El show de LD”) declaró que tenía bastante dinero como para vivir dos vidas panza arriba. De hecho, ya lo tenía por la mitad de los derechos de Senfield, otra de las cumbres de la telecomedia. Más misterios: la lista de productores de Fish, encabezada por Scott Rudin, es más larga que el reparto: 22 paganos que creyeron en el proyecto. Como en Broadway solo un estreno de cada cuatro recupera la inversión, o su fe era ciega o pretendían emular a Los productores de Mel Brooks, buscando un flop de campeonato para recuperar luego la pasta por extrañas alquimias. Bromas aparte, me inclino por la opción de la creencia absoluta: la capitana del buque es Ann Shapiro, la directora de exitazos como Agosto y De ratones y hombres, que no parece dispuesta a embarcarse a la ligera.
Así las cosas, se agitan todos los ingredientes y resulta que Fish bate un récord histórico: recauda 14 millones de dólares en venta anticipada de entradas, algo insólito para una obra “de texto”. ¡Misterios de Broadway!
El pasado 5 de marzo, tras un mes de previas, la comedia se estrenó en el Cort Theater. En el reparto están el veterano Jerry Adler, en el rol del patriarca familiar, y Jane Houdyshell, que es más joven que Larry David pero interpreta a su madre. Rosie Pérez es una criada portorriqueña de misterioso pasado. La familia se tira los trastos a la cabeza al conocer la última voluntad del agonizante patriarca, detonante del conflicto. Aparecen las críticas y abunda el leñazo: “farsa grosera”, “chistes fáciles”, etcétera. La reseña de Ben Brantley en el New York Times es demoledora: “La obra dura dos horas y solo me reí una vez”, asegura. Suelo fiarme mucho de BB, pero me escama que hable peyorativamente de “humor de los sesenta, en la línea de Neil Simon”, porque Simon es para mí una deidad olímpica. Y porque vería cualquier cosa firmada por Larry David. El público está abarrotando el Cort Theatre, desmintiendo (por el momento) la leyenda de que una mala crítica del New York Times puede vaciar un teatro con la velocidad de un aviso de huracán, aunque ante esa megaventa anticipada poco pueden hacer los varapalos. O no, ya se irá viendo.
Babelia
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