James Taylor: “Si me convoca Obama, comparezco”
El prototipo del cantautor de alta sensibilidad anuncia nuevo disco y vuelve a España
No es una estrella al uso. En su página web, jamestaylor.com, ofrece lecciones de guitarra gratuitas. También incluye vídeos donde muestra cómo encender una estufa antigua y otras labores propias de un residente en los bosques nevados de Massachusetts. No son alardes de un descendiente de los pioneros, como él mismo asegura: “Se me ve conduciendo una carretilla elevadora pero lo que pretendía era comunicar que estábamos grabando un nuevo disco en mi granero”.
Eso sí que merecería ser destacado: en lo que llevamos de siglo, James Taylor (Boston, 1948) solo ha publicado una colección de temas nuevos, October Road. Algo que le produce remordimientos: “En mis épocas más productivas, yo no estaba al cien por cien de mis facultades: andaba metido en la heroína. Y tal vez seguiría allí —o habría muerto— de no ser por mi visita a Río de Janeiro en 1985. Aquello me cambió los esquemas: 300.000 personas escuchando respetuosamente las canciones autobiográficas de un gringo. Luego, Caetano Veloso me mostró cómo Brasil celebraba la recuperación de la democracia, tras veinte años de dictadura. Allí comprendí que las canciones tienen una vida propia: tal vez cantes para intentar conectar con tu motivación original pero el público tiene sus propias razones. No debes esperar a sacar un disco para salir de gira. Yo no soy de esos músicos que se quejan de viajar. Y tengo una deuda con el público europeo”.
En España, actuará con una banda de siete músicos el sábado (14 marzo) en Barcelona y seguirá por San Sebastián (domingo 15), Sevilla (martes 17) y Madrid (miércoles 18). No es su primera visita a nuestro país y se acerca con respeto: “Es la patria de la guitarra y sabes que, como instrumentista, tienes que estar a la altura. Siempre me he encontrado allí con buenos oyentes y, no sé cómo explicarlo, pero ocurre algo mágico, aunque muchos no entiendan las letras”.
“España es la patria de la guitarra y sabes que tienes que estar a la altura"
En los Estados Unidos de Obama, James Taylor se ha convertido en una especie de cantautor oficial. Sin mucha finura, John Kerry, actual Secretario de Estado, le llevó a Francia el pasado enero, para que interpretara You’ve got a friend (es decir, Tienes un amigo) ante François Hollande y la alcaldesa de París, en un intento de enmendar el desaire del bajo nivel de la representación estadounidense en la manifestación en solidaridad con Charlie Hebdo. También puso música a la cena en la Casa Blanca durante la última visita de Angela Merkel a Washington.
¿Cómo se plantea esos bolos institucionales? ¿Investiga, por ejemplo, en los gustos musicales de la canciller alemana? “No, no, no. Doy por hecho que eso ya ha sido estudiado. Yo he apoyado a Barack Obama para presidente; si me convoca, lo menos que puedo hacer es comparecer, aunque la etiqueta exija vestirme con esmoquin. Fue un sacrificio, aquel día hacía un calor terrible. Si esta profesión tiene un secreto, es que debes disimular que estás incómodo o nervioso”.
Y de eso sabe mucho James, que a los veinte años fue fichado por los Beatles para su sello, Apple Records: “Es algo que valoras ahora, cuando entiendes que estabas en el centro de la mayor revolución musical del siglo XX. En aquellos tiempos, veías lo mal que lo estaban pasando, con la muerte de su primer manager, Brian Epstein, y no se te pasaba por la cabeza el mitificarlos. ¿Qué George Harrison se inspiró en un verso mío para escribir Something? Si tuviéramos que devolver todo lo que les copiamos, todavía estaríamos pagando”.
“Tal vez seguiría en la heroína de no ser por mi visita a Río de Janeiro en 1985”
Con 23 años, Taylor era portada de Time, encarnando lo que la revista veía como un retorno a la introspección y a los valores domésticos tras los excesos y las revueltas de la era psicodélica. ¿Era consciente James del valor político que se atribuía a su cancionero? “En realidad, me temo que malinterpretaron el fenómeno de los cantautores. La gran ruptura fue la presencia de voces femeninas, de Carole King a Joni Mitchell. Por primera vez, ellas contaban sus sentimientos en primera persona. Los hombres siempre expresábamos nuestra visión pero la mitad del mundo estaba callada o cantaba composiciones masculinas”.
Tal vez el único lapsus estético de James Taylor fue su insistencia en recrear temas de soul, una música que —hay que decirlo— estaba más allá de sus posibilidades. “¿Te refieres a mis versiones de Motown o de Stax? Bueno, siempre quieres superarte, ponerte a prueba. Además, a mí me cuesta escribir temas animosos, bailables. Pero al final soy un músico folk. Si las cosas me vinieran mal dadas, podría dedicarme a actuar solo con mi guitarra”, comenta.
¿Se imagina una vida de conciertos constantes, como la de Bob Dylan? “Sí, debo reconocerlo: envidio su Never Ending Tour. Mis últimos hijos, Rufus y Henry, llegaron cuando ya era un cincuentón. Sin esos compromisos familiares, si hubiera demanda de mis servicios, yo también daría cien conciertos al año, sin problemas”.
Una vida de folk y premios
Debutó en 1968 con el primer disco que publicó Apple, el sello que fundaron los Beatles. Contó con la colaboración de Paul McCartney y George Harrison.
En 1971, la revista Time le dedicó su portada. Con Bob Dylan alejado entonces de la primera línea del género, nacía una nueva estrella en el folk de EE UU.
Un año después, se casó con Carly Simon. Ambos, que cantaron a dúo, se convirtieron en los reyes del folk íntimo.
Durante los setenta, sus canciones confesionales y amables brillaron entre la excelente hornada de cantautores formada por John Denver, Joni Mitchell, Jackson Browne o Carole King.
La poderosa CBS le fichó a golpe de talonario. Su primer disco para la compañía, JT, fue uno de los más vendidos de la historia.
En el 2011 recibió la Medalla Nacional de las Artes de EE UU. Sus canciones han sido versionadas por Elvis Presley, Ray Charles, Emmylou Harris, Al Jarreau o Jimmy Buffet. Ha ganado cinco premios Grammy.
Barack Obama le ha citado como uno de sus músicos de cabecera. Desde entonces, el demócrata Taylor le ha apoyado. Tocó en la última visita de Angela Merkel a la Casa Blanca.
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